Relatos de fantasmas
Reseña de la antología de relatos de Edith Wharton publicada por Alianza Editorial en su colección Biblioteca de fantasía y terror
Esta antología que nos presenta Alianza Editorial aúna dos aspectos francamente interesantes. Por un lado, retoma con mucho acierto la tradición de la ghost story británica. Aunque americana, Wharton vivió largo tiempo en Europa y, en cualquier caso, se mostraba orgullosa de perpetuar esta tradición literaria, de mantener vivo ese escalofrío ancestral que, con mucho acierto, relaciona con sus raíces culturales.
Por otro lado, la autora se revela una aguda artista de retrato social. Todos aquellos que disfrutamos con esos escenarios aristocráticos de mansiones y pequeños nobles, sea desde la posición de la servidumbre, sea desde la del propio señor, nos quedamos fascinados por la habilidad con la que nos los acerca Wharton. Se nota que la autora vivió de primera mano estos ambientes, y con la mirada bien despierta. En sus relatos las tan manidas vetustas mansiones resultan reales, palpables, así como las relaciones entre domésticos y amos.
Mención aparte merecen los perfiles psicológicos de los personajes. Desde la doncella servicial con la que abre la antología pasando por el rico cínico o el artista errabundo, iremos descubriendo una galería de narradores (generalmente las historias se presentan subjetivas, como corresponde a una historia de fantasmas) con carácter propio, lo que permite aderezar las narraciones con distintos tonos: aunque todos sean relatos de aparecidos, todos son bien diferentes (y, a juzgar por el prólogo de la autora, próximos, recabados de segunda mano). Esta habilidad en plasmar la óptica de distintos personajes es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la antología, que no cansa en ningún momento.
El estilo ayuda mucho en este sentido. Aunque la obra está claramente entroncada en la tradición decimonónica que le es propia, no se ve lastrada por un exceso de preciosismo. Más bien al contrario, suele ser concisa, sin detrimento de la atmósfera, quizás como consecuencia de la vocación periodística que debía tener Wharton.
La antología resulta también un buen modo de acercarse a la obra de esta autora, pues ella misma la confeccionó y acompañó con un prólogo y un epílogo escrito poco antes de su fallecimiento.
Autor
Edith Wharton nació en Nueva York en 1862. Su familia era de clase alta, comparable a la aristocracia europea, y, en consecuencia, recibió una esmerada educación privada.
Su primera novela, El valle de la decisión, se publicó en 1902. En 1903 publicaría Santuario (Impedimenta, 2007), y en 1905 vería la luz su primera gran novela, La casa de la alegría. En 1907 se estableció definitivamente en Francia, donde se convirtió en discípula y amiga de Henry James. De esta época destaca su novela corta Ethan Frome, que se publicó en 1911. Su obra más conocida, La edad de la inocencia, publicada en 1920, ganó el premio Pulitzer en 1921.
En 1914, cuando estalló la primera guerra mundial, Edith Wharton desplegó una importante labor caritativa en Francia. Sus experiencias en las trincheras fueron plasmadas en una serie de artículos que publicaría en la revista Scribner’s, y que más tarde recopilaría en el volumen Francia combatiente (De Dunkerque a Belfort). Falleció el 11 de agosto de 1937 en la localidad de Saint-Brice-sous-Fôret, cerca de París.
Sinopsis
Una colección de relatos de corte clásico aunque enfoque original que giran en torno a las apariciones de fantasmas.
Edición
Relatos de fantasmas
Edith Wharton
Alianza Editorial, 2010
Biblioteca de fantasía y terror
Formato bolsillo
La edición cuenta con una muy buena traducción de Francisco Torres Oliver que da mucho sabor al conjunto.
Conclusión
Una buena oportunidad de disfrutar de un compendio de historias de fantasmas de alta calidad, un broche de oro a la época clásica de esta larga tradición. La edición de Alianza, además, viene con una muy buena traducción.
La profundidad de los personajes y el acierto con los escenarios son un buen añadido, especialmente para los que disfrutamos con este tipo de narraciones y atmósferas.
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¡Qué buena pinta, compañero!, es un libro que me llama mucho la atención. Y si ya me dices que lo ha traducido Francisco Torres Oliver me acabas de convencer del todo...
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