Ghost: la romántica paranormal no es nada nuevo
De hecho se llevó dos Oscar en el 90, hace la friolera ya de veinte años. Comentemos un poco esta obra que nos sedujo con las actuaciones de Patrick Swayze, Demi Moore, Whoopi Goldberg y Vincent Schiavelli (quién podría olvidarse del fantasma del metro) y, por supuesto, con su banda sonora.
Cuando Jerry Zucker llevó a la pantalla el guión de Bruce Joel Rubin estábamos lejos de imaginar que veinte años después, en España, el tema de mezclar "monstruos" y romances iba a llegar tan lejos. Mucho más de creer que se llegaría a crear un "género" propio que bajo la etiqueta de "romántica paranormal" explotase (o pretendiese explotar) la máxima de que el amor puede con todo, incluso con las fuerzas del más allá y sus limitaciones intrínsecas.
No es que fuera realmente algo nuevo (pues ya encontramos la susodicha mezcla en las obras de Edgar Allan Poe, por ejemplo, aunque con un enfoque distinto), pero sí que lo fue, en cierto modo, por cómo caló en el público en general. Aquella película unió con acierto el suspense y la tensión de una historia de fantasmas sin por ello entrar de lleno en el terreno del terror al tiempo que se sumergía con éxito en el del cine romántico, casi de la comedia romántica (recordemos algunas escenas míticas con Whoopie Goldberg, o aquélla de Enrique octavo soy, el osctavo Enrique soy...). Y el resultado fue que se nos metió en el bolsillo a una grande parte del público.
La película, además, ha envejecido bien, y eso que, hasta cierto punto, reposaba en efectos especiales que han sido ampliamente superados. A veces, unas buenas actuaciones en un guión bien medido plantan batalla con mucho acierto al paso del tiempo.
En cualquier caso, lo que me ha motivado a escribir el artículo es el tema de la romántica paranormal, este nuevo campo fértil en literatura y cine. ¿Por qué en esta película es un añadido interesante y en tantas otras obras actuales no deja de ser algo que me causa hasta repelús? Creo que, de nuevo, es un tema de planteamiento.
En Ghost se percibe una voluntad de no banalizar el tema de la muerte (lo que es bastante normal) ni el lado sobrenatural (los fantasmas y el más allá). Para ello se recurre a una simbología amplia y fácilmente identificable por el espectador medio (el cielo con luz blanca difusa, el infierno con sombras negras reptantes) y a plantear la cuestión desde el lado más cercano y humano: las vivencias de los protagonistas. En este sentido, es muy interesante el personaje encarnado magistralmente por Vincent Schiavelli: el fantasma del metro.
Por un lado, es el primer fantasma que aparece que tiene realmente poderes, pero éstos no se convierten en una herramienta ni un gadget, sino que son una extensión del carácter atormentado del personaje que permite darle una dimensión distinta. Su escena de presentación, a la par que ilustrativa de lo que quiero decir, es impecable. ¿Alguien que haya visto la película ha podido olvidarla?
A día de hoy, por el contrario, en la mayor parte de obras de romántica paranormal que he visto, me encuentro con que el lado "paranormal" (o tal llamado, porque los vampiros son más monstruos que fenómenos paranormales) ha degenerado en una especie de imagen sin un fondo que la sustente. Frente a la inquietud que generaba mirar más allá del trance de la muerte, en lo desconocido e insondable, nos encontramos ahora a una caterva de "criaturas de la noche" que son poco más que superhéroes vestidos de negro cuya psicología y trasfondo no llenan ni impactan (al menos en el sentido que cabría esperar). Se trata de una banalización del concepto que, a mí parecer, limita al lado estético el subgénero.
Es algo que ocurre a todos los niveles. De hecho, las propias historias parecen quedarse en la superficie. Cuando vemos a Swayze y a Moore en la pantalla no nos conmueven por su belleza física, sino por la belleza que inuimos en su relación. ¿Cómo no conmoverse con ese ídem que reinventa verbos tan profundos como amar? Y por el contrario ¿cómo hacerlo por alguien para quien enamorarse de un vampiro tiene el mismo peso que el baile de fin de curso?
Desde luego, no podemos decir que no existieran obras de romántico paranormal antes. Ahí está Ghost dando lecciones después del tiempo transcurrido. Lo que quizás sea nuevo es la banalización de los recursos que podían hacer funcionar esta mezcla. No en vano, cada vez se busca más la belleza, incluso la estética, en un primer nivel. Parece que incluso el tiempo de una canción es ya demasiado para dejar aflorar lo que guardan los personajes debajo del vestuario. Aunque sea patente que ese dejar reposar la mezcla sin restringirla a unos pocos pases de mano es lo que hace que de verdad funcione. Y que perdure.
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Muy Romantica, por cierto, hasta que un dia figuras que no son Swayze y Moore teniendo ese envidiable momento romantico sino que son Goldberg y Moore que tienen una desaforada escena de Sexo.
Eso acaba todo lo romantico en el acto.
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