Dangal

Imagen de Jack Culebra

Reseña de la película de Nitesh Tiwari basada en hechos reales

 

Dangal

A medio camino entre la película motivacional y el drama familiar en la sociedad tradicional india, Dangal nos cuenta la historia de Geeta Phogat y Babita Kumari, dos atletas internacionales a las que enseñó la lucha libre su propio padre, Singh Phogat antiguo campeón de esta disciplina. La precisión como biopic es difícil de juzgar desde mi posición, porque no conozco gran cosa de este deporte ni de la historia real en particular, pero lo cierto es que tampoco tiene mucha importancia si queremos valorar la película en sí.

Como producto narrativo Dangal funciona a la perfección. Es una película sorprendentemente larga para los cánones occidentales, pero no se hace pesada en ningún momento, quizás porque el ritmo de la historia está perfectamente ajustado a los progresos de las protagonistas. Tampoco es que vayamos a encontrar grandes sorpresas ni giros argumentales en la trama, pero su discurrir deja una sensación de plácida completitud, como un puzle familiar, que viene potenciada por su magnífica banda sonora (obra de Pritam con letras de Amitabh Bhattacharya) y las actuaciones de todo el reparto.

DangalLa trama arranca con una familia tradicional en la que el padre espera, infructuosamente, tener de una vez un hijo varón al que poder transmitir sus conocimientos de lucha libre. Cuando ya ha desesperado de conseguirlo, una pelea de críos en la que sus hijas se imponen a dos chicos del barrio enciende una chispa en su interior: ¿por qué no entrenar a estas en vez de esperar el heredero masculino? Es un punto de ruptura honesto y que plantea muchas cuestiones. El personaje interpretado por Aamir Khan no tiene una revelación feminista, sino que acepta trabajar con lo que tiene entre manos poniéndose el mundo por montera porque lo que de verdad le importa es la lucha libre, por encima de cualquier otra consideración.

Del mismo modo, las chicas tampoco tienen como motivación demostrar al mundo nada. Y es en este terreno de grises donde se construye toda la historia y tenemos el motor de la película. El deseo de triunfar como deportistas se entremezcla con la intención inicial de complacer a su padre y la apertura a un mundo nuevo gracias a sus éxitos chirría con la sensación de estar ahí cumpliendo con un legado familiar que las mediatiza. Del mismo modo, la evolución de los personajes de las hermanas es formidable, de unas niñas arrastradas por la pasión de su progenitor a unas adultas con visiones distintas de la vida, la familia y su propio futuro. Las interpretaciones realizadas tanto en su fase infantil (por Zaira Wasim y Suhani Bhatnagar) como en la etapa juvenil (por Fatima Sana Shaikh y Sanya Malhotra) son remarcables.

Y el ritmo de fondo, como no podría ser de otra forma, viene marcado por ese espíritu de superación y de sacrificio, por ese deseo de soñar un futuro glorioso que tanto conecta con algo atávico en el ser humano y que reencontramos en clásicos tan dispares como Rocky o La teniente O'Neil, vehiculado, como decíamos, a través de una banda sonora de excepción.

El resultado es una historia más llamativa por los escenarios y algunos detalles de la cultura india que en realidad son fácilmente extrapolables o equiparables a los de otras que por su originalidad, pero que convence precisamente por lo universal del trasfondo y la magnífica ejecución a la hora de trasponerlo a la pantalla. Dangal es una película que emociona y transporta mientras realiza una panorámica de nuestra sociedad, del mundo del deporte y de la familia, suscitando, de paso, algunas cuestiones que, con suerte, pronto serán históricas.

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