Conan y las canciones de los muertos
Reseña de este cómic que retoma la creación de Robert E. Howard, el cual fue publicado originalmente como miniserie y recopilado en tapa dura por Planeta DeAgostini. Cuenta con guión de Joe R. Lansdale, dibujo de Timothy Truman y Dave Stewart. Y es soberbio.
Como gran aficionado al cimerio que soy, he leído cómics suyos de todos los pelajes. Tantos que, en ocasiones, desearías que los dibujantes de espada y brujería se volcaran en otros frentes. Obras como ésta, no obstante, te hacen recapacitar y decirte que, a fin de cuentas, no es malo que los artistas trabajen con el material original... si saben cómo hacerlo.
Joe R. Lansdale conoce los secretos, qué duda cabe. Para este cómic retoma un Conan curtido ya en mil lides y maduro como aventurero. Es auténticamente nuestro bárbaro, pero no suena ni tópico ni manido. Bien al contrario, lo hace como tendría que ser: fanfarrón, sí, pero humano; veterano, pero confrontado a la maravilla de su época. Amoral para los civilizados, pero con su propio código de honor.
Los diálogos que articulan esta forma de renovar al personaje volviendo paradójicamente a la base son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la obra. Se conjugan, al mismo tiempo, con una historia que si bien vuelve sobre los grandes clásicos de la obra de Howard -malvado hechicero, seductora y misteriosa dama, objetos mágicos, salvajes y templos olvidados (y la destrucción del mundo, claro)- lo hace con una óptica particular, más madura y sólida, que le da un brillo nuevo.
Esta vuelta al meollo no es sólo aparente: en el buen pulso con el que el cómic retoma la particular relación de la Era Hyboria con los Mitos de Cthulhu -Howard fue amigo de H.P. Lovecraft y quizás el autor que más peculiarmente contribuyó a esta mitología de terror- se percibe que Lansdale sabe muy bien lo que se trae entre manos. Hay épica, hay horror cósmico, y hay, sobre todo, aventura.
El apartado gráfico está a la altura, aunque al comienzo -he de confesarlo- desconfié. Las anatomías de Timothy Truman son peculiares, más expresivas que apolineas, pero se ganan rápidamente al lector y articulan muy bien la historia: dinámicas cuando toca, sensuales, grandiosas o espeluznantes en otros casos... Sin ser un artista que busque, en apariencia, el virtuosismo, sí que es alguien capaz de imprimir carácter propio y, sobre todo, de hacer hablar a los personajes y a los escenarios a través de los dibujos. Remarcable también que sea capaz de conseguir un atrezzo (vestimentas, monturas, armas, etc.) lógico y, a la vez, bien enclavado en el género.
El coloreado de Dave Stewart sigue en esta línea y resuelve muy bien la papeleta en todo el cómic. La edición de Planeta DeAgostini, al mismo tiempo, permite disfrutar en buenas condiciones del acabado: tapa dura, buen tamaño y unos extras (portadas de los números a modo de galería y un prólogo a cargo de Francisco Calderón) muy adecuados.
El conjunto es una obra indispensable para los amantes del género y, en concreto, del personaje. No porque revele nada crucial de su vida, ni porque sea particularmente espectacular, sino porque trata a Conan con un acierto que es, por desgracia, bastante raro, y porque gracias a ello, y a la sólida aunque clásica historia, se disfruta enormemente.
Sinopsis (Cortesía de Planeta DeAgostini Comics)
Planeta DeAgostini recopila en este volumen la miniserie Conan and the Songs of the Dead. Joe R. Landsdale y Timothy Truman se reúnen para contarnos una de las historias más brutales y violentas de Conan. El cimerio sabe que un toque suave a su enemigo es la estrategia adecuada para salirse con la suya.
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Ahora mismo me estoy leyendo los relatos de Conan de Howard (llevo cuatro de los seis libros de Timun Mas) y me lo estoy pasando como un enano. Conan es un personaje apasionante y la Era Hiboria es siempre un conflicto tras otro.
El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación ¦