La obsesión de una joven solitaria, llamada May Dove Canady, por encontrar personas que la aprecien tal y como es la conducen a una espiral de locura y muerte... ¿Quieres ser su amigo?
Sinopsis
May es una peculiar joven que ha tenido una infancia difícil y todavía no conoce el significado de la verdadera amistad y del amor. Trabaja en una clínica veterinaria y vive sola con su única verdadera amiga; una muñeca que le regaló su madre cuando era pequeña.
Cuando May se da cuenta de que es imposible encontrar al hombre perfecto que la haga feliz, decide construírselo ella misma…
La Idea
May es una obra maestra del cine de terror, clasificable como película de autor que, ya desde su planteamiento, se aleja del terror comercial al que el espectador está acostumbrado en los últimos tiempos. La película está basada en un corto que el mismo director escribió con dieciocho años y tiene un parecido más que sospechoso con la magistral película La Residencia (Narciso Ibáñez Serrador, 1969) o la macabramente divertida La Novia de Reanimator (Brian Yuzna, 1990). Pasando esto por alto, pues ya sabemos que hoy en día no existe el plagio sino el homenaje, podemos centrarnos en la historia en sí, propia del cine giallo y muy recomendable para los admiradores de la obra del director italiano Dario Argento.
El Cine Giallo
El cine giallo es un subgénero cinematográfico que aúna el thriller y del terror. Su nombre procede de una colección de novelas que tenía las portadas de color amarillo (giallo en italiano) de la que surgieron buena parte de los argumentos para estas películas. A pesar de aparecer de cuando en cuando algún film de dicho subgénero, como por ejemplo La Madre del Mal (Dario Argento, 2007) el grueso de este tipo de películas se rodó desde los primeros años de la década de los sesenta hasta finales de la década de los ochenta. Dos de los recursos más significativos de estas películas era su gran número de escenas sangrientas (gore) y un final tramposo, en el que se nos presentaba algún elemento del comienzo desde una óptica diferente para dar un giro de tuerca a la trama.
Por ejemplo, en El Pájaro de las Plumas de Cristal (Dario Argento, 1970) averiguamos que el que parecía ser el agresor es realmente el agredido y viceversa, o en Rojo Oscuro (Dario Argento, 1975), se nos asegura que la imagen del asesino ha sido vista por el protagonista al comienzo de la película (no daré más detalles por si algún lector de este artículo quiere verlas por primera vez). Sin embargo, y si el espectador vuelve a poner la película desde el principio, descubre que se le ha escamoteado esa escena que aparentemente tendría que poder ver; he ahí la trampa. Un ejemplo más actual de este tipo de final tramposo puede encontrarse en la película francesa Alta Tensión (Alexandre Aja, 2003).
Sinopsis Completa
La película narra la historia de una joven sensible y solitaria llamada May Dove Canady que ha sufrido una infancia complicada a causa de un ojo vago, por el que le pusieron lo que todos consideraban un raro parche, y una madre que sólo supo darle el consejo de si no tienes amigos, hazte uno y regalarle una muñeca llamada Soozy hecha por ella misma y metida dentro de una urna de cristal. Años después, May trabaja como auxiliar en una clínica veterinaria junto a Polly, una joven que se siente ligeramente atraída por ella por lo rara que es y cuyo hermoso cuello llama la atención de May. Cuando ésta cambia sus gafas por unas lentes de contacto decide comenzar a relacionarse con la gente de su entorno y, para ello, comienza a hacerse nuevos vestidos, pues es una hábil costurera con un original sentido estético que la lleva a diseñar su propia ropa. Por fin, en la lavandería conoce a Adam Stubbs, un joven del que (suponemos) la chica está enamorada, tras el que llevaba algún tiempo, y al que no le importa que sea rara. Me gusta lo raro, le dice a May, que está obsesionada con las manos de Adam. El joven está estudiando para ser director de cine, pues es un gran admirador de la obra del director italiano Dario Argento, y ha rodado hace poco Jack and Jill, un cortometraje en el que una pareja comienza una tarde bucólica de picnic para terminar devorándose el uno al otro. Tras verlo muy sonriente, May sólo comenta que le parece muy tierno. En otro momento, cuando comienzan a besarse, la chica muerde con fuerza a Adam hasta hacerle una herida y extiende la sangre por su cara y su cuello, emulando en cierta medida lo que ha visto en el corto. Asustado por su conducta enfermiza, Adam decide poner distancia entre ambos diciendo que eso es demasiado raro para él. De regreso a casa, May paga su frustración con la muñeca Soozy y la encierra en un armario como castigo.
A partir de este punto, se incluyen detalles explícitos de la trama y el argumento.
Para salir de su aislamiento, May decide ayudar a un grupo de niños ciegos que ha visto jugando en el parque, interesándose especialmente por una niña, que parece aislada del resto y con la que se siente identificada, de nombre Petey. La niña le pregunta si fuma, a lo que May responde afirmativamente (Adam le había enseñado a hacerlo) y recibe como regalo un cenicero de barro donde ha escrito May. En una escena posterior la joven muestra su muñeca Soozy a los niños, los cuales, para averiguar cómo es, comienzan a tocar la urna donde está metida haciéndola caer al suelo y rompiendo el cristal que la encerraba. Ese hecho se une al desengaño sufrido con las dos únicas personas que han mostrado algún interés romántico por ella, Adam y Polly. Adam ha comentado a un amigo, sin saber que estaba siendo escuchado, que May estaba loca. Polly, por su parte, está en la cama con otra chica, Ambrosia, una rubia de cuerpo escultural y piernas perfectas. Algo en su interior se rompe de forma definitiva, como la vitrina que contenía a su muñeca Soozy. Una vez en casa, y llena de ira, arroja el cenicero de barro con su nombre contra Loopy, un gato que le había dado Polly, al que mata y mete en el congelador. Poco más o menos desde ese momento, y hasta el final de la película, asistimos a una orgía de sangre en la que May va tomando las partes que considera perfectas de las personas que tienen la desgracia de cruzarse en su camino. Con todas ellas construye una suerte de muñeco gigante del que espera, nada menos, que sea su nuevo mejor amigo. Como martillazo final, al estilo de Miguel Ángel al concluir su Moisés, sólo le queda aportar una cosa a la espantosa muñeca Amy: su ojo vago. Tras eso el engendro cobra vida, acaricia a May con dulzura y la película concluye.
Análisis
Se ha dicho en más de una ocasión, y con mucho acierto, que May es la versión gore de la afamada película francesa Amelie (Jean-Pierre Jeunet, 2001). Tanto Amelie Puolain como May Dove Canady tratan de hacer felices a las personas que les rodean satisfaciendo sus deseos, ambas desde un punto de vista muy fantasioso. La sutil diferencia es que mientras la joven francesita quiere conseguirlo en el largo plazo cambiando la vida de quienes la rodean de una forma muy imaginativa, May se ve forzada a hacerlo de forma instantánea y de una forma menos sutil. Así intenta cumplir lo que ella piensa que es la fantasía de Adam, ofreciéndole pasión regada con sangre, y responde en cierta medida a los requerimientos sexuales de Polly, su compañera de trabajo. Ni que decir tiene que no sólo no consigue su objetivo sino que, muy al contrario, únicamente logra atraer sobre sí misma más dolor y frustración. El camino correcto no consiste en claudicar ante los deseos ajenos, pero su desesperación afectiva la lleva a hacer cualquier cosa, sin limitaciones, para intentar ser aceptada.
La inclusión de una muñeca de porcelana en el relato, un elemento muy clásico del cine de terror y que siempre suscita cierta inquietud en el espectador, es una analogía de la vida de May. Ella también se encuentra encerrada en una urna de cristal, aislada del mundo, sin amigos, con las únicas opciones de mirar y ser mirada de cuando en cuando, pero pasando desapercibida para todos sus semejantes. Tímida e introvertida, May parece el resultado de una educación extraordinariamente proteccionista que la aisló del mundo real y la forzó a sumergirse en una realidad propia donde resulta normal hablar con sus muñecas, de las que atesora muchas en su dormitorio, hacerse sus propios vestidos y vivir sus fantasías asexuadas. El efecto que la madre de May ha tenido en su hija lo adivinamos como totalmente demoledor.
Uno de los ejemplos más significativos de la historia del cine sobre la relación ambivalente entre una madre y su hijo lo encontramos en el perturbador personaje de Norman Bates, protagonista indiscutible de la laureada Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960). El joven Bates ha obligado a su psique a dividirse en dos para albergar a la madre introyectada como una parte más de él, creando así una segunda personalidad que le sirva para huir de la culpa ante el atroz crimen que había cometido: en un arrebato de odio y celos envenenó a su madre y a la pareja de ésta. May también carece del amor real de una madre y la figura paterna es poco menos que un eco sin fuerza alguna. Sola y solitaria, relata con orgullo a la muñeca sus éxitos y la culpabiliza de sus fracasos, manteniendo de alguna forma un cierto equilibrio emocional, aunque en realidad ha pasado toda su vida reprimiendo la frustración. Cuando a ésta se suma el odio por los reveses que sufre en sus intentos de buscar un amigo de verdad, el resultado es insoportable para May. La ruptura de la urna de la muñeca, como si se tratase de la apertura de la caja de Pandora, hace emerger su lado más oscuro en forma de brotes psicóticos de una violencia inusitada en alguien tan aparentemente frágil.
Su enamoramiento de Adam es un intento baldío de normalizar su vida, de encontrar ese amigo especial que está buscando. Pero, además, de alguna extraña manera, encontrará en el joven el amor. Obsesionada con la belleza de sus masculinas manos, aprovecha toda ocasión que tiene para tocarlas, acariciarlas o dejarse acariciarse con ellas. Como es obvio suponer, cuando comienza el proceso de fabricación de su amigo perfecto ese es el fragmento que escoge del joven: sus manos. Pero Adam es algo más que eso: es el primer novio que tiene May y, no pasemos por alto la obvia simbología, Adam es el nombre en inglés del primer varón creado por Dios según la Biblia. Aspira a ser un director de cine tan afamado como Dario Argento y guarda un gran parecido físico con el cantante de The Doors, Jim Morrison. El director de May, a través de este personaje, muestra su admiración por el conocido director de giallo. Incluso la banda sonora tiene ciertas reminiscencias de la película titulada Suspiria (Dario Argento, 1977) en la que las melodías repetitivas y enloquecedoras compuestas por el grupo Goblin se transforman en un elemento claustrofóbico más.
En la escena en la que May se hace cargo de un grupo de niños ciegos, a los que quiere mostrar la muñeca que le regaló su madre, asistimos a uno de los momentos más amarillos de la película. Cuando intentan coger la muñeca, la vitrina en la que está metida cae al suelo y el cristal se rompe en mil pedazos. Los niños, que buscan la muñeca para saber cómo es usando el sentido del tacto, tocan el suelo mientras avanzan de rodillas por él, clavándose los cristales y llenándolo todo de sangre. En ese instante en el que la muñeca se ve libre de su jaula de cristal es cuando la propia May queda libre para desatar toda su ira y frustración acumuladas a lo largo de años. Otro de esos momentos giallo se produce cuando May narra a Adam una anécdota que le había sucedido unos días antes acerca de un perro al que se le cosió el vientre con un hilo de grosor más fino de lo necesario al no disponer del adecuado. Al pobre animal se le rompieron los puntos y cuando regresó el dueño a casa se encontró al perro mordisqueando sus propios intestinos. Lo curioso de la escena es que May no lo narra con malicia o desagrado, sino con genuina diversión. Adam, que estaba escuchando con atención mientras trataba de comer un sandwich, lo abandona inmediatamente. La escena no nos es mostrada en flashback, pero la fuerza y convicción de su narración es suficiente.
Para May todas las personas, animales y cosas parecen ser meramente construcciones, objetos compuestos de otros objetos (y, simplificando mucho, no le falta buena parte de razón en este pensamiento) pero con poca relevancia como individuos, especialmente en la recta final de la película en la que decide hacer un ser perfecto a partir de partes perfectas de seres imperfectos. Este pensamiento conecta la película con la obra de Mary Wollstonecraft Shelley, Frankenstein, acerca de la idea de crear un ser a partir de partes muertas y devolverlo a la vida mediante algún tipo de procedimiento especial. En el caso de la novela se trataba de un proceso secreto que, cinematográficamente, se asimiló a la energía eléctrica con un rayo catalizador y en May mediante el sacrificio de su propio ojo. Ahondando en la idea de giallo que ronda durante todo el metraje, hay otra escena de humor negro en la que el dueño de un perro que ha perdido una pata le pregunta a May si puede cosérsela, aunque él mismo admite que considera eso inútil. Sí que puedo, responde ella con gran convencimiento, provocando la hilaridad del espectador y la mirada incrédula del dueño del animal ante lo macabro de la idea.
Un caso aparte y digno de estudio es la compañera de trabajo de May, llamada Polly, interpretada por la siempre sensual Anna Faris. Su papel es el de la administrativa-recepcionista de la clínica veterinaria en la que trabaja la protagonista. Es lesbiana, promiscua, superficial, bastante vanidosa y no duda en endosarle a May todo el trabajo, especialmente las situaciones delicadas con los clientes. Desde el momento en el que la protagonista le confiesa la admiración que siente por su cuello, Polly comienza a rondarla con claras intenciones de seducirla, aunque es visible el hecho de que realmente no le atrae. Ya sé: tienes que descansar para estar guapa… aunque realmente no te sirve de mucho, le dice después de haberse librado de su gato Loopy dándoselo a May. La joven, deseosa de que alguien la quiera, acepta las atenciones de su compañera de trabajo que, curiosamente, bautiza a la tímida protagonista con el apelativo de muñeca (por si a estas alturas teníamos alguna duda aún de las semejanzas y analogías entre la muñeca encerrada en la urna de cristal y la protagonista) Polly, por su parte, acepta los extraños juegos de May, como cortarse las yemas de los dedos con un bisturí. No obstante, el juego se torna mortal cuando la otrora tímida chica le secciona ambas venas yugulares con dos afilados escalpelos durante la celebración de la noche de Halloween.
Finalizando. Si algo hay que recalcar de la película es su gran calidad dentro del género de terror, en el que resulta muy complicado encontrar una obra verdaderamente meritoria. No obstante, y aun por encima de la película misma, destaca la brillante actuación de su protagonista, Angela Bettis, capaz de una gran variedad de registros y de hacer real un personaje que, en otra actriz, hubiera resultado inverosímil e incluso ridículo.
Ficha Técnica
Dirección y guión: Lucky McKee
País: Estados Unidos
Año: 2002
Duración: 95'
Género: Terror
Intérpretes: Angela Bettis (May Dove Canady), Jeremy Sisto (Adam Stubbs), Anna Faris (Polly), Ken Davitian (Dr.Sarkizan), Rachel David (Petey), James Duval (Blank), Nichole Hiltz (Ambrosia)
Producción: Marius Balchunas, Scott Sturgeon y Richard Middleton
Música: Jaye Barnes Luckett
Fotografía: Steve Yedlin
Montaje: Debra Goldfield y Rian Johnson
Diseño de producción: Leslie Keel
Vestuario: Marcelo Pequeño y Mariano Díaz
Estreno en España: 11 Julio 2003
Un artículo muy interesante, al igual que la idea de la película. A pesar de que el lado gore no me atrae, la trama me ha parecido muy inquietante, así como las metáforas visuales.
Sobre el género giallo, comentar que en Italia siguen llamándole así a las novelas policíacas (que se publicaban en la susodicha colección, supongo que con novelas más negras).
Y bueno, un comentario a raíz del artículo sobre un tema que me hace mucha gracia: en la novela Frankenstein de Mary Shelley no aparece ningún rayo ni referencia a la electricidad como método para crear a la criatura, sino más bien referencias alquímicas. El rayo supongo que se incorporaría más adelante y que se afianzaría en el imaginario popular con las versiones cinematográficas. Desde luego, es una imagen mucho más impactante que un cadáver en una cubeta y que muestra cuán fuerte puede ser el lenguaje visual.
Como siempre, un placer leerte.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.