El ciclo de Dunwich
Pasado un puente cubierto, junto a un riachuelo, hay un pequeño pueblo en el que las calles emanan un olor maligno, como algo en plena descomposición, y los tejados se amontonan destartalados. La iglesia tiene el campanario derruido y alberga un establecimiento mercantil ruinoso. El viajero que logra atravesar ese lugar, descubre que ha pasado por Dunwich.
SINOPSIS
En los Dunwich del mundo, las viejas tradiciones se demoran. A salvo, alejados de las bulliciosas ciudades, ignorando la ciencia e ignorados por la civilización, lo bastante monótonos para no entusiasmar a los demás y lo bastante pobres para no provocar la envidia de nadie, son refugios seguros para la superstición y para ciertas costumbres aparentemente absurdas. En ocasiones, también albergan verdades que se han ido filtrando, de forma invisible, durante siglos. Aunque sus habitantes son incultos, no ignoran aquellas cosas que antaño fueron grandes y terribles, en los tiempos en que los ríos eran rojos y un oscuro estremecimiento envolvía el aire. Ahora, esos tiempos han regresado.
Nueve historias ambientadas en el lugar en el que se inicia el horror; todas ellas prologadas y con una introducción general escrita por el editor de la serie.
ÍNDICE
Introducción (Robert M. Price)
El Gran Dios Pan (Arthur Machen)
El Pueblo Blanco (Arthur Machen)
El Horror de Dunwich (H. P. Lovecraft)
La habitación cerrada (August W. Derleth)
La Torre Redonda (Robert M. Price)
El Salto del Diablo (Richard A. Lupoff)
El camino a Dunwich (Ben Idick)
La cabaña del árbol (W. H. Pugmire y Robert M. Price)
No puedes llevártelo contigo (C. J. Henderson)
La espera de Wilbur Watheley (Robert M. Price)
LA IDEA
El Ciclo de Dunwich es una recopilación de relatos cortos que giran en torno a la historia de Howard Phillips Lovecraft titulada El Horror de Dunwich. En ella, Lavinia Watheley da a luz a dos criaturas que resultan ser híbridos de su unión con el dios exterior Yog-Sothoth. Para su inspiración Lovecraft acudió a dos obras del gran autor galés Arthur Machen tituladas El Gran Dios Pan y El Pueblo Blanco, cosa que el autor reconoció en sus cartas sin ningún tipo de tapujos, pues admiraba profundamente ambas historias. De hecho, además de muchas coincidencias argumentales y situacionales, tenemos una reveladora escena en la que podemos verlo con total claridad. Dunwich era considerado un pueblo de degenerados a causa de la endogamia existente, pues se relacionaban poco con las poblaciones de las inmediaciones. Henry Armitage, bibliotecario de la Universidad de Miskatonic, recibe la visita de Wilbur Whateley empeñado en hojear las páginas del prohibido Necronomicón. Cuando recuerda las habladurías del lugar acerca de la extraña y desagradable apariencia del joven, así como de su insoportable hedor, realiza para sí mismo un comentario de lo más revelador
Volvió a pensar en Wilbur, siniestro y con aspecto de cabra, y se burló de los rumores que corrían por el pueblo sobre quién era su padre.
―¿Endogamia? ―murmuró Armitage―. ¡Dios mío, qué bobalicones! ¡Muéstrales el Gran Dios Pan de Arthur Machen y pensarán que no es más que un escándalo típico de Dunwich!
Los dos primeros relatos pueden considerarse como precursores de Los Mitos de Cthulhu tal y como los califica el eminente Rafael Llopis en la famosa antología del mismo título, que es un referente básico para cualquiera que desee comprender la obra de Lovecraft. El resto de relatos, a excepción como es lógico del propio Horror de Dunwich, parten de conceptos aislados de dicha obra y amplían la historia o la continúan de las más variadas formas.
La base de la presente recopilación se encuentra en el horror que supone el cruce de un ser humano con una criatura monstruosa cuyo origen se encuentra fuera de este mundo. Es posible que hoy en día estemos más acostumbrados a esa temática si tenemos en cuenta el cine actual de ciencia-ficción y terror pero, a principios del siglo pasado, era algo cuyo mero planteamiento ya era motivo de espanto de por sí. Por otro lado, la idea de que en estos híbridos se refleje buena parte de las ideas racistas y xenófobas que albergaba Lovecraft debe ser tenida en cuenta. Como sucede con todo autor, su obra es un reflejo de sus miedos, inquietudes y pasiones más profundas, además de las fobias incontrolables que le acosaron durante toda su vida. No en vano sus más horripilantes creaciones vienen de los espacios cósmicos, ante los que el hombre no es nada, y de lo más profundo del mar, auténtico elemento de terror para Lovecraft. Tanto es así que en cierta ocasión en la que le sirvieron en casa de unos conocidos un pescado, se levantó de la mesa y se marchó sin mediar palabra. Su aversión hacia todo lo relacionado con el mar, y por lo tanto su pasión sin medida para hablar de ello, estaba fuera de todo control. Un análisis más profundo de su obra señala que el hecho de que la mayor parte de los monstruos de sus relatos tengan varios brazos u otras protuberancias de gran longitud y que, al morir, sus cuerpos se deshagan en charcos viscosos y malolientes, puede ser relacionado perfectamente con su supuesta aversión al sexo. Y digo "supuesta" porque, aunque jamás se llegó a demostrar, su obra y vida parecen señalar en esa dirección. Sin embargo, todo esto resulta meramente anecdótico y no enturbia, en modo alguno, la lectura de los relatos del presente libro. Más aún, me gustaría declarar mi total pasión por la obra de Howard Phillips Lovecraft desde que descubrí sus relatos, hace más de dos décadas, y que comenzó precisamente con este sensacional relato: El Horror de Dunwich.
ANÁLISIS DE LA OBRA
Dentro de las diversas antologías de relatos basados en los mundos de terror de Howard Phillips Lovecraft existentes, El Ciclo de Dunwich es una de los mejores por muy diversas razones. Cabe destacar que, al contrario que en otros recopilatorios, todos los relatos están directamente relacionados con el núcleo de la obra y sólo se apartan de sus líneas maestras en aras de más que comprensibles razones de creatividad. Por otro lado, y como regla general, tanto los relatos precursores a la obra de Lovecraft como aquellos que tratan de seguir sus pasos tienen una calidad muy por encima de lo habitual en este tipo de historias, que suelen ser meros "pastiches" (con cierto grado de imaginación, creatividad y calidad, pero pastiches al fin y al cabo)
Cojamos ahora el camino a Dunwich y pasemos a ver los relatos con detalle…
A partir de este punto, se incluyen detalles explícitos de las tramas y los argumentos de los relatos que componen la antología.
INTRODUCCIÓN
Robert McNair Price: Nació en 1954 en Mississippi, es profesor de Teología y, durante años, realizó una férrea defensa de la fe frente a la razón intelectual aunque, poco a poco, abandonó estas posturas. Desde muy joven comenzó a leer libros de la editorial Arkham House y, aunque durante su etapa de fundamentalismo religioso abandonó la fantasía lovecraftiana, regresó a ella en 1978 como lector y escritor. Presentó el artículo Higher Criticism and the Necronomicon en la revista Lovecraft Studies. Es una de las figuras más importantes del universo de Lovecraft al haber editado La Cripta de Cthulhu y, desde 1990, un gran número de antologías basadas en los Mitos: Cthulhu 2000, La Saga de Hastur, El Ciclo de Cthulhu, El Necronomicón y El Ciclo de Nyarlathotep.
Acerca de la introducción: Además de mostrar su sincera admiración hacia el El Horror de Dunwich, Price realiza un trabajo de correlación entre las obras de Arthur Machen incluidas en el recopilatorio y el relato de Howard Phillips Lovecraft. Así como se considera, generalmente, que la gente pequeña de Machen fue la precursora de los Whateley de Dunwich, Price realiza la misma analogía entre el relato de Lovecraft y el trabajo posterior de August Derleth. Considera que en el relato del primero se dan algunos de los más importantes elementos de la nueva cosmología y cosmogonía de este último. De esta forma, según nos señala Price, El Horror de Dunwich es un ejercicio de aproximación a lo que será la posterior obra de Derleth, ya que muestra un acercamiento a una visión maniqueísta del cosmos que incluso llega a los límites de permitir la derrota final del monstruo híbrido. Estos elementos, ausentes en el resto de la obra de Lovecraft, están sin embargo muy presentes en el trabajo de Derleth, que no quiso dejar a la humanidad sola y desamparada ante los terrores surgidos de otros lugares y épocas que creara su maestro. Más aún, afirma que los propios personajes empleados en El Horror de Dunwich se parecen más a los creados por Derleth que a los habituales en el propio Lovecraft. Sin embargo, y dicho con toda la humildad y respeto que me merece una figura de la talla de Robert McNair Price y tras haber releído el susodicho relato en muchas ocasiones a lo largo de los años, no acabo de encontrar de forma tan clara esa relación que nuestro antologista afirma que existe de forma tan nítida.
EL GRAN DIOS PAN
Arthur Machen: (1863-1947) fue un escritor, periodista y actor galés creador de relatos de terror fantástico que se oponían a una visión materialista de la vida en aras de un estilo marcadamente neorromántico. Desconfiaba de la ciencia, el materialismo, el comercio y el puritanismo por lo que su obra, al igual que las de Oscar Wilde, fueron denunciadas por el horror y el sexo que contenían. Esto supuso una publicidad inesperada que ayudó a difundir su trabajo. Machen ha influenciado a autores como Peter Straub, Graham Joyce y, especialmente, a Ramsey Campbell. Las novelas de Theodore Eibon Donald Klein, Ceremonias Macabras, y de Peter Straub, Fantasmas, están inspiradas respectivamente en El Pueblo Blanco y El Gran Dios Pan. Reconocido como gran escritor por el gran Jorge Luis Borges, Machen es un referente para el realismo mágico.
Acerca de la obra: Mediante una extremadamente compleja intervención cerebral, el doctor Raymond consigue que una joven, de nombre Mary, vea más allá de lo que los limitados sentidos humanos pueden percibir. La operación, que resulta un éxito en un principio, arrastra a la locura a Mary mientras el doctor afirma que nada puede hacer ya por ella. Al fin y al cabo, dice, ha visto al Gran Dios Pan. Esta frase debe ser interpretada tanto en sentido metafórico como literal, tal y como veremos más adelante. La joven Mary muere pasado un año pero logra dar a luz antes a un híbrido suyo con la criatura a la que llaman el Gran Dios Pan. El fruto de esa impía relación es un ser tan atractivo como repulsivo y peligroso a un mismo tiempo, llamada Helen Vaughan, o señora Beaumont, o señora Herbert… Una criatura capaz de conducir a la locura a los hombres a los que se acerca y cuyos actos, recogidos en un libro, no se nos permite conocer a los lectores. Aunque por el autor sabemos que, de saberlos, nunca podríamos volver a conciliar el sueño en paz.
No cabe la menor duda de que esta magnífica y compleja obra puede encuadrarse dentro de los relatos precursores de Los Mitos de Cthulhu. Más aún: en opinión del propio Howard Phillips Lovecraft, que como hemos visto jamás negó la influencia de este relato en su obra, se trata de la más formidable de las historias de Arthur Machen. Incluso llegó a decir: El encanto de este relato reside en su eficacia. Nadie podría describir el suspense acumulado y el horror consumado que abundan en cada párrafo sin seguir cabalmente el orden preciso con que Machen va exponiendo sus graduales alusiones y revelaciones. Su estilo tiene un ritmo y una música que yo nunca he podido lograr y que ni siquiera puedo imitar sin parecer afectado.
El Gran Dios Pan se divide en ocho capítulos hilados con asombrosa maestría a través de los personajes que intervienen en ellos: El Experimento, Las Memorias del Señor Clarke, Ciudad de Resurrecciones, El Descubrimiento en Paul Street, La carta de advertencia, Los Suicidas, Encuentros en el Soho y Los Fragmentos. En la gran mayoría de estos capítulos, Machen introduce un elemento novedoso en el relato de terror sobrenatural: la ciencia. Obviamente se trata de una ciencia llena de elementos no del todo comprensibles y que tiene mucho de ficción, pero que se presentan como parcialmente lógica. Arthur Machen nos narra cómo esa ciencia tan especial consigue que una mujer logre superar las barreras naturales impuesta por los sentidos. Lovecraft hace uso de esa misma ciencia más allá del entendimiento humano para devolver la vida a los muertos en Herbert West: Reanimador o para conservar con vida a un hombre que debió morir tiempo atrás en Aire Frío. Podemos señalar que los resultados del uso de esta ciencia, que trasciende el orden natural de las cosas, son siempre desastrosos. Como detalle anecdótico, cabe comentar que ambos relatos de Lovecraft fueron adaptados al cine con desigual fortuna.
Arthur Machen fue un gran transformador, aunque no el definitivo, del relato de terror. Los fantasmas intangibles que antaño habitaban los clásicos escenarios góticos e interactuaban con los vivos desde su intangibilidad, comienzan a convertirse en los hijos monstruosos de una ciencia enloquecida y una tradición oculta. Lejos de inspirar terror, el lector podrá experimentar cierto estremecimiento ante las horrendas visiones fruto de las aberraciones de la ciencia y de una salvaje naturaleza que nadie parece poder detener. La experimentación con una joven como si se tratase de un conejillo de indias, por mucho que supuestamente se busque su bienestar, resulta tan fría y carente de humanidad que de por sí estremece. Sólo cuando averiguamos más detalles acerca de lo acontecido después de ese momento es cuando podemos comprender la terrible verdad. Una verdad que puede ocultarse al tiempo que es mostrada detrás de las tradiciones populares largamente ignoradas, sólo repetidas como cuentos de hadas para niños, y de los actos humanos aparentemente más normales. La herencia celta de los relatos de Machen resulta más que evidente en el caso de las tradiciones mencionadas y, aunque ahora pueda parecernos algo habitual, en su momento supuso un soplo de aire fresco que removió el polvo acumulado de siglos de castillos medievales embrujados.
Dentro de esta misma línea podemos encontrar el siguiente relato de la presente antología, firmado por el mismo autor, y titulado El Pueblo Blanco.
EL PUEBLO BLANCO
Arthur Machen: Ver El Gran Dios Pan
Acerca de la obra: El relato comienza con el debate entre Ambrose y Cotgrave, dos viejos amigos, acerca del bien y del mal, llegando el primero de ellos a la conclusión de que el mal consiste en tratar de alcanzar el éxtasis y los conocimientos que se encuentran en esferas prohibidas para el hombre. Continuando el relato, aparece el Libro Verde, que es el diario de una niña de ocho años, escrito cuando tenía dieciséis con los recuerdos que conservaba de aquella época de su infancia. En él describe un mundo lleno de magia, hechizos y criaturas más allá de la realidad, en el que fue introducida por su niñera la cual le mostró las hermosas personas blancas, según las denomina ella misma. Pese a usar dichas criaturas del folclore, las hadas dejan de ser esas criaturas hermosas, mágicas y benévolas para convertirse en un distorsionado reflejo de esa creencia infantil: seres oscuros, misteriosos, que se ocultan en los bosques y maquinan sus intrincados planes con objetivos tan desconocidos como inexplicables.
El Pueblo Blanco supone otra aproximación de Arthur Machen al terror mediante mitos ancestrales que, en este caso, son una extraña y antiquísima raza que continua practicando sus atávicos y extraños rituales en las profundidades de la tierra. Esta raza pequeña será también el punto de partida para El Que Susurra en la Oscuridad de Lovecraft, al identificar a estos seres con la aún más terrorífica y extraña raza alienígena de los Mi-Go, que usan nuestro mundo para extraer de la tierra cierto mineral que no se encuentra en su planeta de origen. Del mismo modo, esta adoración de seres procedentes de épocas remotas, más antiguas incluso que el mismo ser humano, está muy presente a lo largo de toda la obra de los Mitos de Cthulhu.
Arthur Machen hace un uso brillante de lo que se conoce en la narrativa como el narrador poco fiable, que es aquel que deforma u omite hechos en el relato de lo sucedido, o bien emplea expresiones como "quizá", "según creo" o "por lo que sé", que tienen como resultado la duda del lector respecto a lo que se está contando. En este caso, en ocasiones podemos interpretar con mayor lucidez que la joven ciertos hechos que acontecieron en su infancia y que, a pesar de que ella no mostró la más mínima extrañeza ante ellos, generan en el lector cierta estupefacción por su naturaleza extraña y sobrenatural. Y ahí es donde radica el elemento de terror de la novela, en realidad más cercano a la fantasía oscura.
Al igual que ya sucedía en El Gran Dios Pan no existen elementos directamente terroríficos tal cual los entendemos en el relato de terror más moderno. No existe la criatura devoradora de seres humanos acechando en las sombras, o la siniestra conspiración de sacerdotes de un olvidado demonio que espera entrar en nuestro mundo y usarnos como muñecos, sino que se insinúan ciertos hechos que esconden antiguas verdades inquietantes. Así, la narración nos nombra al misterioso pueblo blanco, las sobrenaturales enseñanzas que la niña recibe de su cuidadora sobre cómo mover objetos a distancia empleando únicamente la mente y otros muchos conceptos que son nombrados de pasada, pues son familiares para ella, pero que para el lector son desconocidos. Entre otros podemos mencionar las letras del Aklo, la lengua de Chian, los Juegos Mao, el Reino de Voor, el Dendo Profundo y algunos más.
En el diario se narran además ciertos hechos que pueden interpretarse como de naturaleza sexual, aun a pesar de que están velados bajo palabras más o menos carentes de dicha naturaleza y estar abiertos a la interpretación. Sin embargo hay fragmentos que parecen bastante evidentes en ese sentido y cito: [La niñera] Hizo todo tipo de cosas extrañas con el hombrecillo de arcilla y me di cuenta de que estaba totalmente envuelta en sudor, aunque habíamos caminado muy despacio. Cuando acabó, me dijo que había llegado el momento de 'presentarle mis respetos', así que hice todo lo que me acababa de enseñar, porque me parecía que era un juego muy divertido y muy extraño. En otro punto del relato los hombrecillos de arcilla son, sin embargo, empleados a modo de muñecos vudú.
EL HORROR DE DUNWICH
Howard Phillips Lovecraft: (1890-1937) fue un escritor estadounidense de Providence, Rhode Island, autor de relatos de terror y ciencia ficción, poeta y literato epistolar. Se considera un gran innovador del cuento de terror, al que aportó una mitología propia, Los Mitos de Cthulhu, desarrollada con otros autores y aún vigente. Su obra se asienta en el terror cósmico materialista, apartada del terror sobrenatural, incorporando elementos de ciencia ficción (alienígenas, viajes en el tiempo, existencia de otras dimensiones…). El nombre de Lovecraft es sinónimo horror, y sus textos han influido a otros autores de novelas, relatos, películas, música, cómics y dibujos animados. Muchos escritores modernos de terror han citado a Lovecraft como una de sus más importantes influencias. Pese a ello, fue un escritor que pasó prácticamente inadvertido en su época pese a que sus historias se habían hecho un hueco en publicaciones como Weird Tales. Mantenía correspondencia de forma regular con otros escritores, como Clark Ashton Smith y August Derleth, que llegaron a ser íntimos amigos suyos a pesar de no conocerse jamás en persona. Este nutrido grupo de escritores fue bautizado como el Círculo de Lovecraft, ya que tomaban prestados elementos de las historias de Lovecraft (libros prohibidos, dioses extraterrestres, lugares ficticios…) para usarlos en sus propias historias con su total beneplácito. Sin duda fueron los esfuerzos de ese Círculo, y muy especialmente los de August Derleth, los que evitaron que el nombre y las historias del autor de Providence desaparecieran en el olvido.
Acerca de la obra: Este relato, centro indiscutible de la actual antología, comienza con una aproximación al pueblo maldito desde el cruce del monte Aylesbury, pasado Dean's Corner. Dicha ruta es un reflejo de parte del trayecto que realizó Lovecraft hacia North Wilbraham, cosa que puede comprobarse en una de sus casi cien mil cartas. En el pueblo de Dunwich, hay una mujer albina y malformada que da a luz a dos criaturas, gemelos, que son híbridos de su unión con una criatura de más allá de nuestro mundo. Uno de ellos, Wilbur Whateley, aquel cuya forma exterior más se asemeja a un ser humano muere a causa del violento ataque de un perro guardián mientras trataba de hacerse con el ejemplar del Necronomicón que guardaba la Universidad de Miskatonic con gran celo. Un análisis superficial de su cadáver ya muestra claramente que se trata de una monstruosa criatura que no es del todo humana. Pero el verdadero horror está aún por llegar.
El segundo de los híbridos de Lavinia Watheley, invisible a los ojos humanos, crece en el granero de la casa familiar hasta que éste no puede contenerle debido a su gigantesco gran tamaño. Un día se escapa de él, causando la muerte del ganado y la destrucción de todas aquellas granjas por donde va pasando. Sus pisadas, infinitamente más grandes que las del mayor de los elefantes, son el único rastro visible de su presencia. Tres eruditos investigan en libros antiquísimos y prohibidos hasta dar con el conjuro adecuado para detenerle y hacerle desaparecer. Cuando esto sucede, la criatura grita una versión blasfema de la más enigmática frase del Nuevo Testamento Eloi, Eloi, lamma sabacthani? (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) en la forma: Eh-y-ya-ya-yahaah - eyayayaaaa... nghaaaaa... nghaaa... hyuh... hyuh... ¡AYUDA! ¡AYUDA! ...ff - ff - ff - ¡PADRE! ¡PADRE! ¡YOG-SOTHOTH!... Porque el padre de los gemelos de Lavinia fue el horripilante ser conocido como Yog-Sothoth, que es "la llave y la puerta", y que aparece descrito en el relato Horror en el Museo como tan sólo una aglomeración de globos iridiscentes, pero inmenso en su sugerencia de maldad.
Cabe añadir que en este relato Lovecraft realiza una descripción del hermano gemelo de Wilbur, la criatura invisible que había aterrorizado el pueblo de Dunwich, un poco más concisa de lo habitual en él. Profuso en descripciones y situaciones, sienta las bases para posteriores relatos que forman parte de los Mitos. Poco más se puede decir de este relato que no se haya dicho ya salvo, quizá, que es uno de los más importantes de Lovecraft y que para aquellos que desconozcan su obra es una muestra excelente, junto con La Llamada de Cthulhu, del universo de horror cósmico del póstumamente afamado escritor.
LA HABITACIÓN CERRADA
August William Derleth: (1909-1971) fue un novelista, poeta y biógrafo estadounidense perteneciente al llamado Círculo de Lovecraft, formado por escritores que mantuvieron contacto postal con Howard Phillips Lovecraft y que dieron forma a Los Mitos de Cthulhu. Derleth introdujo los Dioses Arquetípicos, en contraposición de los Dioses Primigenios, creados en su mayoría por Lovecraft. Siendo los Dioses Arquetípicos "buenos" y los dioses Primigenios "malvados", incorporó un factor moral totalmente ausente en la obra de su maestro, creador del Horror Cósmico, por lo que ha tenido gran número de apologistas y detractores. Derleth creó el sello editorial Arkham House junto a Donald Wandrei (cuentista, poeta y editor norteamericano de ciencia-ficción, fantasía y terror) Gracias a ello, la obra de Lovecraft sobrevivió a su muerte y se difundió como nunca lo hubiera hecho de otra forma. Tiene dieciséis colaboraciones póstumas, basadas en diversas anotaciones de Lovecraft en el pequeño diario llamado Commonplace Book. August Derleth fue bautizado por su admirado maestro como el Conde d'Erlette.
Acerca de la obra: Un primo del fallecido Wilbur Whateley, de nombre Abner, regresa a Dunwich tras mucho tiempo para hacerse cargo de la herencia de su anciano abuelo Luther. Desde el momento en que regresa a la casa, en la que encuentra una carta de su abuelo dirigida a él, una habitación cerrada llama poderosamente su atención. Su abuelo le advierte en la carta que cualquier ser que encuentre en ese lugar, sea cual sea su forma y tamaño, deberá ser eliminado de forma inmediata. Una vez dentro, deja escapar a una diminuta rana que en modo alguno parece peligrosa… y ese pequeño acto de compasión hacia el batracio será el desencadenante de la tragedia. Una tragedia que, como en el caso de El Horror de Dunwich, comienza con la alimentación y desmesurado desarrollo de la criatura que se esconde en la habitación cerrada, donde el anciano Luther pensó que la horrenda cosa moriría de hambre. Indagando en el pasado de su familia, el joven y culto Abner comenzará a recordar cada vez más detalles sobre su tía Sarah que le llevarán a una espantosa revelación.
Dados los personajes que aparecen en la historia y el hecho de que se desarrolle en la imaginaria localidad de Dunwich, el presente relato debe ser tomado como una secuela directa de El Horror de Dunwich. En opinión de Price, y a pesar de tratarse de una colaboración póstuma, Derleth no recurrió al Commonplace Book como era habitual. No obstante y según David E. Schultz, gran conocedor de dicho libro de anotaciones, existe una entrada que dice: El colmo del horror, abuelo regresa de un extraño viaje, misterio en la casa, viento y oscuridad, abuelo y madre desaparecidos, preguntas prohibidas, sopor, investigación, catástrofe, gritos arriba. Aunque de forma remota, podría guardar cierta similitud con el relato de Derleth. Sin embargo, parece más lógico pensar que el discípulo, atento al más pequeño cabo suelto que pudiera encontrar para poder hilar por ellos sus relatos, partió del párrafo que dice: Algunos de los Whateley y de los Bishop siguen enviando a sus hijos mayores a las Universidades de Harvard y Miskatonic, pero sus retoños rara vez regresan a los empinados y deteriorados tejados bajo los que nacieron tanto ellos como sus ancestros. En el relato se nos presenta a Abner como una persona culta y con estudios, lo que hace más probable esta segunda opción.
Para mostrar aún más el enorme paralelismo con El Horror de Dunwich, la criatura de La habitación cerrada lanza también un grito antes de morir: ¡Eh-ya-ya-ya-yaa-haah-ugh'aaa-h'yuh, h'yuh! para escasos segundos después, mientras las llamas la consumen, gritar: ¡Mama-mama-ma-aa-ma-aa-ma-ahh! El paralelismo con el final del gemelo invisible de Wilbur Whateley es más que evidente. La familia de los Marsh, a los que conocimos en La Sombra sobre Innsmouth, aparece también mencionada en diversas ocasiones en este relato, relacionándolos directamente con la más sombría de las familias de Dunwich. De esta manera, Derleth realiza otro de esos ejercicios de intentar lograr la cuadratura del círculo buscando un universo lovecraftiano interrelacionado y coherente allí donde el Solitario de Providence sólo buscó elementos comunes entre sus relatos que sirvieran de referencia los unos a los otros. Si este objetivo de Derleth resulta conveniente o no a la obra de Lovecraft es algo que sólo el lector puede decidir.
LA TORRE REDONDA
Robert McNair Price: Ver la Introducción
Acerca de la obra: El doctor Armitage Harper, de la Universidad de Miskatonic de Arkham, decide proseguir la investigación iniciada por su compañero, Stephen Bates, desaparecido en extrañas circunstancias. Los papeles dejados por Bates mencionan ritos ancestrales que se relacionan de alguna forma con un extraño y antiquísimo ser al que se conoce como Tsathoggua u Ossadogowah. Como no podía ser menos, el lugar donde se producen todos estos sucesos extraños es la localidad conocida como Dunwich. En ella, hay una torre que se descubre que sirve de baliza para marcar a la criatura el punto de retorno a nuestro mundo. El doctor Armitage se ve obligado a luchar contra el tiempo para averiguar lo sucedido a su compañero e impedir que Tsathoggua entre en nuestro mundo. Para ello usa la corriente de agua del río Miskatonic, no dudando en ningún momento en desviarlo de su curso natural cuando descubre las razones por las que esto es preciso. A pesar del final aparentemente feliz, existe un pequeño elemento desconcertante que se deja para el último párrafo: Y no sé si debería informarle sobre otro tema: al parecer, los obreros que dinamitaron la torre redonda descubrieron que no era más que una estructura menor que se alzaba sobre el suelo… Que aquel torreón posee, en verdad, una estructura subterránea inmensa, cuya profundidad han sido incapaces de sondear.
La Torre Redonda es un nuevo intento de proseguir con el horror del mestizaje cósmico iniciado en Dunwich e Innsmouth por Lovecraft. La diferencia es que, en esta ocasión, el cruce se realiza con el Primigenio Tsathoggua. Esta criatura es una creación de Clark Ashton Smith y apareció por vez primera en el relato La Historia de Satampra Zeiros, publicada en 1929 en Weird Tales, y es descrita como sigue: Tenía un aspecto rechoncho, de panza abultada y redonda, y su cara se parecía más a la de un sapo monstruoso que a la de una deidad. Todo su cuerpo estaba cubierto por una imitación de pelaje corto, dando la sensación de una mezcla de murciélago y de marmota. Sus somnolientos párpados caían semicerrados sobre sus ojos globulares, mientras de sus gruesos labios salía la punta de una extraña lengua. Posteriormente en el relato titulado Las Siete Pruebas, publicado en 1933, se le describe nuevamente: Reconocerás a Tsathoggua por su gran faja y su capa de murciélago, así como por el aspecto de sapo negro adormilado que siempre le ha caracterizado. No se levantará de su sitio, ni siquiera aunque rabie de hambre, sino que esperará con holgazanería que le llegue el sacrificio.
Existe un inquietante momento del relato en el que el doctor Armitage se entrevista con la anciana Huldah Bishop, de incalculable edad, y que se oculta en la oscuridad de su habitación, sentada en una vieja mecedora que cruje y chilla con cada movimiento que la mujer hace. Mientras habla, la mujer no para de reírse de una forma tenebrosa, evidenciando que sabe mucho más de lo que cuenta a Harper. Su cuerpo, que el erudito sólo puede vislumbrarse tenuemente a causa de sombras de la estancia, está monstruosamente deformado Inevitablemente, esta escena trae a la memoria del seguidor de los Mitos la que se produce entre Albert Wilmarth y quien él cree que es Henry Akeley en El Que Susurra en la Oscuridad. En dicho relato Akeley descubre con horror que quien él pensaba que era su anfitrión se trataba, en realidad, de un Mi-Go haciéndose pasar por humano.
Como anécdota del relato, tenemos el siguiente fragmento: Menos crédito merecía el polémico tratado titulado Thaumaturgical Prodigies in the New-English Canaan (Prodigios Taumatúrgicos en el Canaán de Nueva Inglaterra), escrito por un párroco bautista de Arkham, el reverendo Ward Phillips. Nuevamente, y como es habitual, un escritor de los Mitos hace un guiño a todos los seguidores de los Mitos de Cthulhu mencionando al maestro.
EL SALTO DEL DIABLO
Richard Allen Lupoff: (1935-…) es un autor de ciencia-ficción, misterio y humor que nació en Brooklyn, Nueva York, y trabajó en el campo de la informática antes de dedicarse a ser escritor a tiempo completo, en 1970. Ha escrito más de cincuenta libros, muchos de ellos bajo pseudónimo, y más de cuarenta relatos cortos. Ha editado varias antologías de ciencia-ficción, es experto en la obra de Edgar Rice Burroughs y está muy interesado en la de Lovecraft. Ha dedicado gran parte de su tiempo a fanzines de gran éxito, especialmente Xero, con colaboradores como James Blish, Lin Carter, L. Sprague de Camp y Harlan Ellison. En 2004 se publicó Lo Mejor de Xero, que fue nominado al premio Hugo. La mayor parte de su obra consiste en contar historias a partir de universos ya creados por otros. Como otros ejemplos de su trabajo tenemos Documentos en el Caso de Elizabeth Akeley, publicado en el número 7 de la colección Solaris Fantasía, y La Aventura del Símbolo Voor publicado en el número 29 de Solaris Eclipse.
Acerca de la obra: Earl Sawyer sorprendió a todos cuando abandonó a Mamie Bishop y unió su vida a la de Zenia Whateley, hija de Zebulon Whateley y una mujer cuyo nombre quedó olvidado en el tiempo. Zenia y Earl se unen en matrimonio dado el avanzado estado de gestación de ella y, cuando da a luz en un interminable parto, la mujer muere. La niña, Hester Sawyer, habla con la claridad de un adulto a los ocho meses de edad y es extraordinariamente hermosa, atractiva, voluptuosa y fascinante. Sin embargo, su cuerpo tiene la altura de un bebé. Diez años después del Horror vivido en Dunwich, los ruidos, crujidos y temblores de tierra vuelven a repetirse.
Pese a que la intención del autor fue crear una secuela de El Horror de Dunwich, el relato no acaba de convencer como tal. Existen ciertos elementos perturbadores, como pueden ser las extrañas celebraciones que se realizan en un impío altar situado en una montaña totalmente estéril llamada Salto del Diablo, que es de donde procede el nombre del relato. En ella se realizan rituales que, a pesar de todo lo que Lupoff nos cuenta y lo mucho que nos omite, no llegan a inquietar como las que sugiere Machen en El Pueblo Blanco. La distancia histórica y emocional que tiene el lector con respecto al relato no permite sumergirnos en él de tal forma que sepamos apreciar el espanto que el autor ha tratado de transmitir. La resolución de la trama, bastante rápida y bastante insustancial, representa un anticlímax que como es lógico suponer no consigue dejar un buen sabor de boca. Sin duda, es el peor relato de la presente recopilación aunque, por paradójico que pueda resultar, es interesante de leer si obviamos lo que pretende ser y atendemos únicamente a lo que es.
A destacar como anécdota, y que ya sucedía en el relato anterior, que el autor nos cuenta que el púlpito de la iglesia se encuentra vacío desde la desaparición del Reverendo Isaiah Ashton (en clara referencia al escritor californiano Clark Ashton-Smith) Y es que todos los autores que son incluidos como personajes secundarios en los relatos de los Mitos de Cthulhu terminan mal.
EL CAMINO A DUNWICH
Benjamin Philip Indick: (1923-2009) fue un escritor norteamericano cuyos padres emigraron de la Europa del Este. Fue el historiador no oficial de la Asociación de Prensa Amateur de la Orden Esotérica de Dagon, un grupo de entusiastas de Lovecraft que comparten el interés por dicho autor y su obra. Sus miembros, entre los que se encuentran algunos de los más importantes estudiosos de Lovecraft, recurren a uno de los medios favoritos del escritor de Providence: el periodismo amateur. Entre la obra de Indick destacan Ray Bradbury: Dramatist, George Alec Effigton: From Entropy to Budayeen, Reign of Fear (un conjunto de ensayos sobre la obra de Stephen King) y muchos otros trabajos. El relato seleccionado, El Camino de Dunwich, fue publicado en el primer número de la revista de la Orden Esotérica de Dagon y más tarde reeditado en una pequeña publicación de prensa llamada Etchings&Odysseys. La historia, que es una clara secuela de la obra de Lovecraft, no imita, sin embargo, el estilo del maestro.
Acerca de la obra: Uno de los campesinos de Dunwich, muy alejado de los misterios y antiguas tradiciones del lugar, vive en una granja junto a su hijo Evan. Cuando el joven tiene la edad suficiente para ello, toma en matrimonio a Alice Whateley, una bella estudiante de Geología. Un día, Alice encuentra una piedra con un extraño símbolo tallado en ella. La vida de los tres personajes cambiará radicalmente a partir del momento en el que la joven se obsesiona con su descubrimiento y, aún más, cuando resulta estar embarazada. Especialmente teniendo en cuenta que Evan y ella han sido incapaces de concebir un hijo.
Esta historia, que tiene Dunwich como telón de fondo, podría haberse desarrollado en cualquier otro paraje que Indick hubiera querido. No obstante, la riqueza y solidez de la historia de Lovecraft la hacía ideal para narrar el triste destino de la pareja formada por Evan y Alice. Lejos de la adjetivación desmesurada de Lovecraft, o del barroquismo inherente a otros escritores de los Mitos de Cthulhu, Indick narra la historia con un lenguaje moderno, directo, libre de artificios. Como si de una tragedia griega se tratase, nos adelanta parte del desenlace para que sintamos la misma inevitabilidad que él mientras narra los hechos, ya pasados. De todos los relatos incluidos en esta antología, El Camino a Dunwich es el único que se aparta ligeramente del terror para intentar provocar un sentimiento más cercano a la tristeza. Al mismo tiempo, el final adquiere un cierto matiz sangriento que lo diferencia notablemente de otros, en los que las criaturas que mueren acostumbran a disolverse como muñecos de nieve bajo el sol, dejando únicamente charcos malolientes.
El Camino a Dunwich es un relato magnífico, una perfecta fusión de terror y drama a partes iguales que es difícil que deje indiferente.
LA CABAÑA DEL ÁRBOL
Robert M. Price: Ver la Introducción
Wilum Hopfrog Pugmire: (1951-…) es un escritor norteamericano de terror asentado en Seattle, Washington. Fuertemente influido por las obras de Howard Phillips Lovecraft, la mayor parte de sus historias hacen referencia directa a elementos de los Mitos de Cthulhu, como por ejemplo el dios exterior Yog-Sothoth. Se ha autoproclamado como excéntrico solitario y proclama desear permanecer dentro de la titánica sombra de Lovecraft, según se lee en su biografía oficial. La mayor parte de su trabajo ha sido publicado en pequeños sellos editoriales, tales como Necropolitan Press, Mythos Books, Delirium Books y Hippocampus Press. Una de sus más importantes contribuciones a los Mitos consiste en el Valle de Sesqua, un lugar ficticio situado en el noroeste de los Estados Unidos, que sirve de telón de fondo a la mayor parte de sus relatos, género literario que cultiva desde el principio de su carrera literaria.
Acerca de la obra: John Whateley encuentra los diarios de su padre, Ebenezer, en una caja de cartón. Deseoso de saber lo sucedido en Dunwich en 1928 con Wilbur Whateley, primo de su padre, comienza a investigar al respecto. Su camino se cruza con el de Nathan Vreeland, que ayudó a traducir fragmentos de ciertos libros arcanos con los que terminó obsesionándose de la misma forma en la que ahora lo está John. Las respuestas a sus preguntas se encuentran en el Valle Sesqua, pero allí descubrirá mucho más de lo que está preparado para aceptar.
El relato trata de ser una secuela de El Horror de Dunwich, pero no lo consigue de una forma convincente. Como si se tratase de un culebrón televisivo, se descubre que en realidad Lavinia dio a luz trillizos, aumentando la familia maldita de los Whateley en un híbrido más. A todas luces, esto supone una rebuscada vuelta de tuerca al relato lovecraftiano totalmente innecesaria. Resulta curioso, cuando menos, que el autor aprovechara para incluir en el relato el Valle Sesqua, que aparecerá en toda su obra relacionada con los Mitos. A pesar del brusco final, tiene una calidad bastante superior a El Salto del Diablo y, junto con él, conforman los dos relatos menos recomendables de la presente antología.
Para ser del todo justo con el autor, Pugmire, hay que mencionar que su obra se engloba dentro del género de horror cósmico y que nunca ha pretendido superar el trabajo de Lovecraft. Su creación, el Valle Sesqua, ha sido objeto de diversos relatos recogidos en varias recopilaciones a lo largo de los años: Tales of Sesqua Valley (1997), Dreams of Lovecraftian Horror (1999), Songs of Sesqua Valley (2000), Tales of Love and Death (2001) y muchos otros de una calidad media muy superior a La Cabaña del Árbol.
NO PUEDES LLEVÁRTELO CONTIGO
C. J. Henderson: (1951-…) es un escritor norteamericano, que reside en el distrito de Brooklyn, Nueva York, con su esposa, la diseñadora de moda Grace Tin Lo, y su hija Erica. Es el creador de los detectives Jack Hagee, un duro investigador privado que sigue la estela de los personajes del gran Raymond Chandler, y Teddy London, un investigador de lo paranormal dotado de ciertos dones sobrenaturales, como poder entrar en los sueños de otros. También ha escrito la Enciclopedia de Películas de Ciencia Ficción, varias novelas y cientos de relatos cortos. Como guionista de cómics ha trabajado tanto para Marvel en The Punisher, como para DC en Batman, además de en otros títulos menos conocidos. En el año 2003 publicó el libro ilustrado Baby’s Firts Mythos donde realiza un recorrido de la A a la Z y del 1 al 0, al estilo de los libros infantiles, de las criaturas que pueblan los Mitos de Cthulhu.
Acerca de la obra: Jack Hagee es un duro detective privado, al estilo de Sam Spade o Philip Marlowe, que relata un caso sucedido algún tiempo atrás y que es incapaz de olvidar. Una extraña pero hermosa mujer, Lisa Whateley, contrata sus servicios para averiguar quién la está siguiendo y, lo que es más importante, por qué. A medida que avanza en su investigación, unas extrañas criaturas comienzan a acosarles hasta el brusco e impactante final.
Henderson realiza una magistral mezcla del pastiche lovecraftiano con la más pura novela negra, que logra fusionar con gran maestría y saber hacer. Siendo escrupulosos tendremos que admitir que, a pesar del nombre del personaje que va a pedir ayuda al protagonista, la historia va derivando poco a poco a los seres acuáticos y al pueblo de Innsmouth, con lo que en realidad no podemos considerarlo una continuación pura de El Horror de Dunwich. Sin embargo, en esta ocasión la calidad del relato es tan extraordinaria que podemos pasar por alto ese detalle y concentrarnos en la historia, llena de diálogos y escenas propias de la novela noir. Jack Hagee, el duro detective acostumbrado a ajustes de cuentas, asesinatos y otros casos mundanos por el estilo, se mueve con gran soltura dentro de un caso que se encuentra un gran paso más allá de los que acostumbra a aceptar.
Podemos encontrar la razón para el título del relato en el siguiente párrafo: Recuerdo que Billy era incapaz de ahorrar dinero. Siempre se gastaba todo el que tenía y, cuando le decía que debería ahorrar un poco, me respondía que no había ninguna razón para hacerlo. Solía decirme: ¡Eh! ¡Puede que mañana me atropelle un autobús! Si no puedo pasármelo bien y hacer feliz a la gente, ¿de qué me serviría quedarme con todo el dinero que aparece en mi camino? Al fin y al cabo, no puedes llevártelo contigo.
El presente relato fue adaptado en una producción cinematográfica, estrenada directamente en vídeo, con el nombre de Cast a Deadly Spell (título traducido en España, con una falta de fidelidad a la que ya estamos acostumbrados, como El Sello del Diablo). En ella, un detective de nombre Phil Lovecraft intenta recuperar una copia del blasfemo Necronomicón antes de que un gánster lo use para abrir las Puertas de nuestra realidad a los Antiguos. Un estupendo relato del que sólo cabe lamentar que no sea más extenso. No obstante, ya sabemos todos lo que reza el dicho popular acerca de las cosas buenas y breves.
LA ESPERA DE WILBUR WATHELEY
Robert M. Price: Ver la Introducción
Acerca de la obra: Wilbur Whateley, atacado por un perro guardián de la Universidad de Miskatonic mientras trataba de robar el Necronomicón, logró invocar en el último instante un conjuro que le hizo escapar de una muerte segura hacia otra dimensión desde la que esperar un ancla que le trajese de vuelta de nuevo al mundo. El residuo viscoso que dejó en el suelo de la Universidad no había sido, ni mucho menos, su final. Al contrario, se trataba de un nuevo principio para él y sus planes de abrir las puertas a los Antiguos. Pero, ¿y si el destino de su viaje hubiera sido nuestra época actual? ¿Podría haber logrado tener éxito en sus planes desde nuestro presente? De momento debía esperar, como si se tratase de Cthulhu, a que algún incauto dijera las palabras que le despertarían de su letargo mientras enviaba sueños a aquellas mentes incrédulas de esa nueva era.
Como cualquier moda literaria, los Mitos de Cthulhu no están exentos de ciertas fases: ascenso, apogeo y decadencia. En este último caso, y cuando parece que ya nada queda por contar, surgen relatos que son tanto una sátira como un homenaje a la obra original. Así, en La Espera de Wilbur Watheley, aparecen diversas copias del Necronomicón en una tienda llamada Los Chiquillos Mágicos, se menciona el Laboratorio Nuclear Pickman y ciertos detalles de la ciudad de Arkham que han ido apareciendo en sucesivos relatos de los Mitos. Wilbur no puede dejar de sorprenderse ante pequeños detalles que para nosotros resultan de lo más corrientes: descifrar las intrincadas líneas de los mapas, el aspecto de algunos individuos, la existencia de supuestas versiones del Necronomicón que hacen que el híbrido se pregunte cómo es posible que los Antiguos no hayan regresado ya a la Tierra y toda una serie de anécdotas que, vistas desde la perspectiva del lector, nos hacen llegar a la misma conclusión que al hechicero: quizá no esté preparado para vivir en este mundo tan extraño. Quizá deba buscar su propio fin para alcanzar un nuevo principio.
La Espera de Wilbur Watheley, que en principio no aporta demasiado al conjunto de El Ciclo de Dunwich, resulta una lectura muy entretenida e incluso divertida en algunos momentos. Una criatura empeñada en buscar la destrucción del mundo dejando entrar en él a los Antiguos llega a una época en la que nadie toma en serio las leyendas, ni la magia verdadera… ni prácticamente nada, la verdad.
DENTRO DE LA COLECCIÓN
El Ciclo de Dunwich es la quinta antología dedicada a Los Mitos de Cthulhu publicada por La Factoría de Ideas y la primera que vio la luz dentro de la colección Solaris Eclipse (Solaris Terror originalmente, como ya se vio en el artículo de Nazareth Hill) Este segundo volumen supone un incentivo para aquellos que buscaban en la colección elementos sobrenaturales, fantásticos o tenebrosos en forma de relato y que tiene su continuidad en el cuarto libro: El Necronomicón. El Ciclo de Dunwich tiene una calidad más que aceptable, con algunas excepciones, y en general el buen nivel de los primeros relatos se mantiene a pesar de los diferentes autores, puntos de vista y estilos empleados. Se trata de un libro muy recomendable para todos los lectores de terror e imprescindible para los amantes de la obra de Lovecraft.
La siguiente entrega de Solaris Terror fue de nuevo una novela, Silencio, de Ramsey Campbell. Pero, como diría Michael Ende, esa es otra historia y será contada en otra ocasión…
Calificación: 70
Título: El Ciclo de Dunwich
Autor: Varios autores
Editorial: La Factoría de Ideas
Edición: Rústica, 312 páginas
Lo mejor: Supone una ampliación del universo de Lovecraft.
Lo peor: La degeneración de la idea original en algunos relatos.
Sinopsis: El Ciclo de Dunwich son nueve historias ambientadas la gran mayoría de ellas en el lugar en el que se inició el Horror, prologadas por Robert M. Price.
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Un análisis muy completo de la obra, la cual tuve el placer de leer hará cosa de un año. Aun con las discrepancias naturales de los gustos, coincido con lo que señalas. A mí lo que quizás me resultó más chocante fue la preeminencia de Price a lo largo del recopilatorio.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.