Cadena de Mando y Poder Absoluto

Imagen de Kaplan

La etapa de Roger Stern en Los Vengadores alcanza velocidad de crucero

En nuestra primera reseña de los tomos que Panini lleva meses dedicando a la trayectoria de Roger Stern al frente de Los Vengadores, comentábamos cómo las historias no se caracterizaban por esas grandes amenazas tan propias de este grupo, sino por tejer relaciones entre sus diferentes integrantes que resultarían de mayor interés que las típicas aventuras ya vistas mil veces. Pues bien, la tendencia cambia en Cadena de Mando, en la que por fin Stern explota todos los mecanismos que había puesto en funcionamiento en números anteriores.

Los Fantasmas Espaciales (que hemos visto recientemente en Aniquiladores: Devastación), Arnim Zola (dibujado ni más ni menos que por Steve Ditko), un conflicto entre los Eternos y Maelstrom por un quítame allá esa Unimente, el cruce con la mítica Saga de Surtur de Thor y de nuevo la amenaza de Maelstrom ocupan los números incluidos en Cadena de Mando, ahí es nada. Todas ellas desembocarán en la trama principal de Poder Absoluto, en la que la Visión intenta convertirse en el controlador único de la humanidad tras ser influido por I.S.A.A.C., el ordenador de Titán. Pero lejos de hacer de ello un evento mayúsculo, Stern se las apaña para solucionarlo todo en un puñado de números diseminando además el origen de nuevas aventuras que se suceden sin interrupción. Así, una pelea con el Barón Azufre y el encuentro con Terminus en la Tierra Salvaje (que se soluciona en un par de capítulos, pero que en la actualidad habría durado todo un año por las implicaciones que Stern solo menciona de pasada) se intercalan con la principal de todas ellas, protagonizada por la Capitana Marvel, secuestrada por un grupo de mercenarios alienígenas.

Además, el guionista aprovecha para dar un poco de cancha a la entonces naciente Vengadores de la Costa Oeste y para profundizar un poco más en la personalidad de diferentes protagonistas de la serie original (la ya mentada Capitana Marvel, el Capitán América, la Avispa o el Caballero Negro). En resumen, la serie aprovecha todo lo que ha sembrado Stern en los números anteriores para ahora crecer de forma exponencial.

Y si hablamos de incremento de calidad, no debemos olvidar el apartado gráfico. El entonces habitual Al Milgrom deja paso a artistas como el ya mencionado Steve Ditko, que volvía a la editorial de forma tardía, o Bob Hall (especialmente inspirado en el número 253, que narra el enfrentamiento entre la Visión y Quasimodo) antes de que, atención, John Buscema, se hiciera cargo de la colección. Buscema, que haría la práctica totalidad de los cincuenta números siguientes y se encontraba en su momento de plenitud artística, da a la colección el salto de calidad que necesitaba.

La que desprenden estos dos tomos es la esencia de los cómics de los Vengadores. Acción sin freno, tramas locas que llevan unas a otras, divertidas relaciones personales y una agradable y necesaria suspensión de la realidad. La sensación de felicidad que notaste en el plano secuencia de la película de Los Vengadores mientras todos sus miembros zurraban a los Chitauri está en cada página de estos cómics. Una auténtica gozada.

 

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