El frío del holocausto
Las gotas caían una tras otra golpeando su frente, después de un rato las sintió como golpes de martillo apunto de abrirle la cabeza. Se despertó. El suelo estaba sumamente frío, le habían despojado de sus zapatos.
Puso sus manos en la pared. Era una superficie porosa y húmeda, el agua de la lluvia se había filtrado por las fisuras del techo. Por fin se apoyó con fuerza y logró levantarse.
Se aferró a los barrotes de la celda, apenas sintió el óxido a través de los callos y cicatrices de sus manos. Después de un gran esfuerzo logro salir de su prisión.
¿Cuántas torturas había soportado ahí dentro? Aún sentía los golpes, las laceraciones y demás lesiones que le habían propinado sus captores que ahora se habían convertido en algo menos que cenizas bajo el fragor de la batalla.
Al salir del cuarto una ráfaga de viento frío lastimó su rostro causándole un dolor terrible. Pero sabía que pronto sentiría el tibio toque de esas manos seguras llevándole a un refugio seguro. Sentiría esa caliente respiración acariciando su piel, al ser envuelta en un cálido abrazo entre el frío del holocausto.
Saludos. Y pues esperando el reto cuatro que tengo buen rato sin participar y siento que me oxido.