Tal como manda la tradición, se sigue con este juego. Para los no iniciados o los aquejumbrados de mala memoria he aquí sus reglas y limitaciones.
Se debe de realizar un relato con un máximo de palabras impuesto por el realizador del reto (en este caso, usea, yo). Y es obligatorio que salgan 10 palabras seleccionadas por éste.
El ganador del duelo es elegido por el realizador del reto y se encargará de las siguiente versión del reto, por los siglos de los siglos.
Ultima norma, el realizador no puede participar.
Las palabras son las siguientes:
DIAGRAMA, ELFO, BASURERO, ENCICLOPEDIA, AMORTAJAR, SUCEDANEO, CACHIVACHE, ADIVINAR, SUSPENDER, BAYONETA.
El máximo (que no el deseado, en este caso) de palabras será de 600.
Rogaría a los participantes que las palabras del reto las escribieran en negrita para resaltarlas del texto.
Veamos que sale...
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Viejo bastardo participó con:
No es que no me crea que es usted un elfo, le dije al tipo mientras trataba de adivinar qué pasó durante el pedazo de noche comprendido entre el decimonoveno cubalibre de sucedáneo ron con cola y mi despertar en esta zanja, está claro que tiene usted orejas puntiagudas, ojos claros y toda la pesca, pero es que en las películas nunca salen elfos haciendo de basureros.
Un error, contestó sin suspender su actividad, barriendo hojas secas y recogiendo cachivaches rotos para a continuación tirarlos en un gran cubo que tenía un dibujo en esprái de unenano siendo perculizado. Piense usted que si no hubiera elfos basureros, las calles de nuestras ciudades estarían llenas de mierda. También hay elfas prostitutas y elfos sepultureros, porque alguien tiene que amortajar a los muertos, aunque con nuestra exagerada esperanza de vida, no se puede decir que sea un trabajo muy lucrativo...
En la enciclopedia élfica, me contó, los sepultureros elfos se definían como los tipos menos trabajadores de toda su raza, y había un montón de diagramas explicativos del por qué.
Le di las gracias por la información y le pregunté dónde estaba el bar más próximo. Él me lo dijo y se despidió, mientras barría un montón de quincalla del suelo, tuercas, clavos, bujías y hasta una bayoneta.
Yo encendí un cigarro y me dirigí al bar, dispuesto a seguir bebiendo hasta despertarme en mi cama o en algún portal de una ciudad que me resultase algo más conocida.
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COON participó con:
Luna Roja
"No todos los días tiene uno que amortajar un cuerpo como este" - se decía Jaimiel a sí mismo mientras vestía al elfo Vladir el que sería su último atuendo.
La corte del bosque estaba reunida al completo para el funeral...
El sonido de una sirena interrumpió la lectura de Daniel. Levantó la vista de las páginas de su libro, aquella historia que era para él un edulcorante necesario en el sucedaneo de vida que le había tocado vivir. Fuera de aquella realidad alternativa solo estaba la guerra. El silvido de las bombas al caer desde los aviones, el chasquido de las bayonetas al disparar su carga mortal, las paredes empapeladas con diagramas de la ciudad y los inumerables refugios que habían construido bajo su suelo.
El silvido de la muerte era cada vez más y más intenso, solo con prestarle atención al viento era posible adivinar dónde caería la próxima bomba. En su carrera Daniel vio la cabeza de Jonás el basurero estallar en mil pedazos por un disparo. "El hombre, ese cachivache creado para matar y destruir todo lo que le rodea"; Daniel había leído esa frase en la una enciclopedia en el colegio, apenas un par de días antes de que tuvieran que suspender las clases. Oculto en el refugio de la calle Hermosilla, Daniel escuchaba los gritos y los estertores de la muerte y la guerra. Una pequeña rendija en la pared, casi a la altura del techo, le permitía ver la luna llena brillante en el cielo. La luna eterna que se burlaba de ellos, teñida de sangre.
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Antes Pabeu participó con:
Aquel elfo no era la criatura que te esperarías encontrar en la ilustración de una enciclopedia de un ser pequeñito, adorable pero escurridizo, con orejas puntiagudas y vestido de verde, ni un humano alto, rubio y guapo de esos de las películas. Éste era algo parecido a un humano que no llegaba al metro, sucio, gordo, arrugado y vestido con una vieja sudadera del pato Donald, pero eso sí: escondía unas orejas puntiagudas debajo de una gorra de dudoso color marrón mierda.
Estaba atónito. Pero claro, cómo adivinar que me encontraría con un elfo en medio de un basurero mientras tiraba unos muebles. Si se lo contara a mi jefe, lo primero que éste habría hecho sería suspenderme de empleo y sueldo por consumo de drogas.
-Tú, embobao, deja de mirarme con esa cara de tonto y ayúdame a amortajar al tío este. –me dijo aquel sucedáneo de duende de Papá Noel -con sorprendente voz de camionero, por cierto-, refiriéndose al cadáver de un hombre que yacía a mis pies, muerto, según el elfo, a causa de un desafortunado accidente con una bayoneta.-Pásame esa pala de ahí. Sí, imbécil, el cachivache ese de la mesa de allá, ¿es que tengo que hacerte un diagrama?
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Megalomanía con:
- Es que no puedo más -, repetía el Elfo tensando una vez más el diafragma.
- He dicho que presiones más, así no vas a mantener la afinación. Se cae, se cae... se cayó. Estamos a tres días muchacho, y a este paso nos van a amortajar - frunció el ceño el maestro mientras le apretaba el músculo con determinación. -A tocar la chirimía no se aprende leyendo enciclopedias-.
Los nervios afloraban, y aquel sucedáneo de clarinete ponía los pelos de punta.
-¿Quién podía adivinar que me harían tocar maestro?, dejémoslo, me las apañaré para que no me destapen.
- ¡Agarra esa bayoneta endiablada y vuelve a soplar, haberlo pensado antes!- respondió el maestro testarudo.
- No puede ser, tenemos que hacer que lo suspendan, voy a hacer el ridículo más espantoso de mi vida - gimió el Elfo derrumbado - a quien voy a engañar, sólo soy un basurero a quien le ha engullido su propia basura.
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ayrim escibió:
Soltó el cachivache que estaba manoseando inconscientemente. Era inútil seguir pensando que sería capaz de adivinar cual sería su futuro y su destino. Sabía que debía concentrarse en las páginas de “Historia de la economía” que tenía delante, y sin embargo, sabía de sobra, lo que ocurriría: suspendería de nuevo. “Suspender”- pensó…que palabra más horrible. Se levantó de la silla, y se dirigió a un tomo de una enciclopedia barata, que reposaba en la estantería.
El aburrido diagrama que le observaba desde la hoja, parecía amortajar su imaginación y todas sus esperanzas. No quería estudiar eso que le parecía un desperdicio. Se sentía como un basurero. Llevaba tres días sin salir de casa, sin afeitarse, sin ducharse…La misma sudadera parecía incrustada a su cuerpo. Sabía que ni una bayoneta podría despegarle el culo de aquella silla. Sin embargo, se sentía como un mero sucedáneo, nada le hacía especial, ni peculiar…pasaba las horas muertas intentando estudiar. Dejando que por la ventana de vez en cuando entraran a molestarle los pitos de los coches, los vecinos gritando, alguna alarma de que la ciudad seguía viviendo… “Que horror de vida”-pensaba… “Si al menos fuera un elfo del bosque, no estaría aquí” y al escuchar aquella ridícula frase en su cabeza; impulsado por una ráfaga absurda, tiró los apuntes de economía por aquella ventana…
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Sechat:
AUNQUE MUERA
Mientras empuñaba la bayoneta, en su memoria se dibujaban escenas de una vida pasada que había dejado demasiado alejada ya en el tiempo. En esas imágenes, (nítidas como los rayos de luz que se filtraban en la espesura en ese momento), veía sus amados libros sobre las baldas de su biblioteca particular. Casi podía palparlos y sentir el tibio roce del papel en sus manos. Pero, se trataba de vestigios de su vida, cuando ésta aún era calmada y reposada y se la podía considerar una verdadera existencia. No ese sucedáneo que ahora se pegaba a su cuerpo y que le mantenía desvelado y ojeroso las veinticuatro horas del día, sucio y sudoroso, temiendo a cada momento que una bala atravesara su cuerpo minuto sí y minuto también. Lejos quedaban los días en que las horas transcurrían entre complicados diagramas, extraños cachivaches en el laboratorio que había improvisado en el sótano de la casa de sus padres o consultando la enciclopedia hasta altas horas de la madrugada…
El estruendo que surgió metros por delante, y también sobre su cabeza le hizo suspender tales recuerdos volándolos de un plumazo. No obstante, las ganas de volver a ver aquellas caras que tanto echaba de menos eran demasiado grandes. Y empapado en su propia sangre y semiinconsciente, ellas fueron las que le impulsaron a regresar a su particular paréntesis mental y a rememorar por una breve fracción de segundo el ruido del basurero que infatigable y puntual como cada madrugada, venía a retirar los residuos de los vecinos. Sumido en tales pensamientos, creyó recordar, con sincero cariño, el único póster que había en su habitación: la figura de un elfo. No recordaba bien los detalles de aquel cartel, pero sabía que al fondo, justo detrás de la silueta del elfo, entre árboles y rocas se podía adivinar la figura de otro personaje y a los pies de éste lo que era sin duda un cadáver al que quería amortajar.
Sonrió para sí y la muerte le congeló la mueca. Su último pensamiento, artífice de aquella póstuma muestra de felicidad, fue el de saberse libre por fin de aquella terrible locura y de regresar de nuevo con sus queridos padres, aunque también sabía que lo haría con su cuerpo envuelto en una mortaja.
Me ha hecho gracia lo de "antes Pabeu", sería un buen apellido xD
"La mayor locura del hombre es pretender estar cuerdo..." www.loslibrosgrises.blogspot.com