QUIEN BIEN TE QUIERE

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Carlos Jesús Ramírez
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¿Pero qué coño…? ¡No puedo abrir los ojos! … Una rendija quizás. Casi nada. Da igual, no se ve. ¿Por qué no hay luz? Está todo muy oscuro, ¿es de noche? Y la boca… ¿Qué me pasa en la boca? No puedo despegar apenas los labios, los dientes nada de nada. ¿Qué me está pasando? ¿Un sueño? ¿Una pesadilla? Calma, calma, relax, con miedo no conseguiremos nada. Respira hondo, respira… No puedo, no me entra el aire, ¡tengo la nariz tapada! ¡Socorro! … No seas tonto, si la tuvieras tapada no respirarías, estarías muerto. … ¿Y cómo sé que no estoy muerto, cómo…? Evidente, porque si estuviera muerto no pensaría, ¿no? Niente, nada, vacío total. No existencia. Vale, volvamos al principio. Mindfulness. Para algo me tiene que servir el puto curso ese que nos hicieron hacer. Concentración. Solo existo yo y mis sensaciones. Tengo algo en la cara. ¡Coño, tengo algo en la cara! «Mmmm… Mmmmm…». No me oigo, no consigo emitir ningún sonido. O eso creo. No, no, no debo hiperventilar. Relax, hay que concentrarse en respirar despacio, respirar lo que se pueda, pero despacio. Venga, vale, yo puedo, yo puedo, yo puedo… Creo que algo va mal, que algo va muy mal… Pero seguro que hay una explicación. Algo que explique que no pueda moverme. Porque no puedo. Un escaneo por todo el cuerpo. Venga, concentración. Concentrarse en lo que siento, esa es la clave. Estoy boca arriba, y los brazos… Tengo los brazos cruzados sobre el pecho, eso explica en parte por qué respiro raro. No los puedo despegar, tengo que tener algo sobre la piel, sobre todo el cuerpo, no solo en la cara. Las piernas juntas. Los pies como hacia arriba, juntos también. ¿Ropa apretada, una sábana, una funda…? Espera, puedo separar las piernas un milímetro. Y los dedos de las manos. Ni siquiera un milímetro, menos, pero puedo «sentirlos» por separado. Esto no tiene pinta de ser un sueño. Al menos no uno que haya tenido nunca. Aunque hay gente que habla de sueños en los que no te puedes mover, y te asfixias… No, espera, no volvamos a eso. No puedo, no puedo… No puedo respirar nada. … Mentira, algo de aire entra. Calma, calma, ¿qué es lo último que recuerdo? Dormirme no, eso no lo recuerdo. Pero antes, antes… Casa de Esmeralda, sí, nuestra cena de los viernes. Velas, vino, mantel de hilo, la vajilla «buena»… Las chorradas de costumbre. Mira que le he dicho veces que yo no necesito nada de eso, que me sobra. Pero a ella le gusta, dice que si no la cena no sería especial. Y es viernes. Y tiene que ser romántico. Bueno, yo ya no insisto, si a ella le hace feliz... Aunque da igual en cuántas cosas ceda, esta mujer siempre encuentra un motivo para discutir. Venga, regresa, la cena. Estábamos cenando y ha vuelto otra vez con el temita, que está obsesionada la tía con lo de la ética y la no ética. Los principios, la vocación… Que yo no digo que no haya que tenerla en cuenta, claro, pero es que hay razones prácticas que considerar también. No en todos los trabajos te puedes permitir el lujo de ponerte tiquismiquis y decirles a tus jefes que tal o cual cosa está mal. «Pues lo dejas». Claro, así de fácil. Como ella vive en otro mundo… En los de Yupi. Trabaja con muertos y ruinas, y no es que pueda perjudicarlos, ¿verdad? Pero yo soy médico. ¡Y tengo jefes! Y objetivos que cumplir, que en la privada no te regalan nada. «Y cuando estabas con Médicos sin fronteras, ¿qué?». Pues que eran otros tiempos, loca. Que tenía veinte años y no respondía ante nadie. «No busques excusas, que ahora tampoco». ¿…? No tendré a nadie a mi cargo, vale, pero tengo una hipoteca. Y una imagen, mis padres esperan algo de mí, ¿no? «Que tus padres tienen 70 años, Víctor. ¿No es hora de que vivas tu vida? Pues déjalo y en paz. Serías más feliz». ¡Que lo deje!, dice. Sí, así, sin pensarlo, como si pudiera uno tirarlo todo por la borda y echarse a la calle a buscarse la vida de nuevo. A mis años. Mira, nunca le he dicho lo que pienso porque yo no soy así, pero ¡me dan unas ganas de soltarle que es una puta hippie que no veas! Una puta loca, una utópica fuera de la realidad. Que vale, que se ha hecho a sí misma, como no se cansa de decir. Que trabajaba mientras hacía la carrera, que eligió egiptología aun siendo una especialidad tan poco «práctica» (con qué ironía dice eso la cabrona) y peleó hasta obtener su puesto en el museo y ascender. ¿Y si no hubiera sido así? Si no hubiera tenido éxito. ¿Entonces qué? La verdad es que podía haberme ahorrado la pregunta. «Pues que habría sido feliz siguiendo mi vocación aunque me muriera de hambre». ¡Será ilusa! La verdad es que no sé qué hacemos juntos. Juntos… Como estamos, vaya. Que no es que seamos exactamente pareja. Es más bien un buen arreglo. Los dos estamos solos… Solos no, libres, como bien dice Enrique. Dos adultos libres y sin ataduras que follan de vez en cuando. Sin demasiada satisfacción por ninguna de las dos partes, todo hay que decirlo. Sobre todo según lo que se queja. Siempre me ha parecido un poco frígida. Aun antes de… Bueno, con esa pinta de profe, tan pulcra, con sus gafitas de pasta, su pelo recogido, la voz educada, precisa, sus conversaciones elevadas. Ella dice que no me preocupe, que ha leído que la mayoría de hombres heterosexuales no saben complacer a una mujer. ¡Madre mía, cómo no la estrangulé ese día! Pues ya podía enseñarme ella. O, coño, ya puestos, podía haber fingido aunque fuera una vez, para darme confianza. Pero no, la señorita Esmeralda no finge, ni aunque sea para no herir la autoestima de uno. Luego mucha ética, mucha ética, su puta madre con la ética, pero a los sentimientos que le den, ¿no? ¿Y yo qué? Porque tampoco es que el sexo con ella sea una fiesta, ¿eh? Normalito. Ni siquiera la chupa bien. ¡Pero todo es culpa mía! Soy yo el que no está a la altura. ¡Y una mierda! Siempre mirándome con esa expresión decepcionada. No ya en la cama, ¡siempre! Como si esperase más de mí y cada vez defraudara sus expectativas. Ha tenido que zanjar la discusión, como hace siempre. No, como hace siempre no, que hoy parecía que hubiera tenido una revelación. Con los ojos clavados de pronto en los míos. No me he reído por lo seria que estaba: «Yo sé, Víctor, que puedes dar mucho más de ti. Solo tienes que permitirte “ser”. Aceptar la transformación. La metamorfosis. El renacimiento. Alcanzar otro estadio superior de consciencia». ¿WTF? Puta loca. Empacho de magufadas, de cuando le dio con el yoga y la meditación y se fue al seminario aquel. Volvió peor de lo que se fue, eso seguro. Pues no pienso seguirle la corriente esta vez, por mucho que luego haya querido ganarme:  «he hecho un postre especial pensando en ti». Que encima es mentira. «Espero que te guste, lo he decidido a última hora…». Mucho no habrá pensado en mí cuando lo ha improvisado, ¿no? Un simple sorbete. Y además sabía raro. Precisamente, ha sido al tomarlo… Dios, no sé cómo he podido disimular las arcadas. Espera, no, ¡náuseas ahora no! Por Dios, que hay gente que se ha ahogado con su propio vómito. John Bonham. Bon Scott. Hendrix. Y yo ni soy famoso. Morir así sin ser siquiera drogadicto o alcohólico. El sorbete… … …. ¡Hija de puta! Ha tenido que ser eso. Después de las arcadas, nada, todo oscuro. No recuerdo más. Y ahora esto. ¡No me lo puedo creer! Ha sido ella. ¡La muy hija de puta me ha momificado! ¡Por eso me ha machacado últimamente con todo el rollo de los putos egipcios! Vendas. Y ese olor… Como a medicinas. ¿Y por qué lo huelo? Igual que respiro, claro. Me ha dejado algo de aire. Entonces no quiere matarme, ¿no? O quiere que sea despacio. No, por favor, por favor. Así no. Pero ¿yo qué te he hecho, Esmeralda? Ni tú puedes ser tan retorcida. No eres una asesina. No lo es, ¿verdad? A ver, que estas cosas no pasan de verdad. Una mujer no puede ser normal toda la vida, culta, relativamente afortunada… Y volverse una asesina de la noche a la mañana. ¿Verdad? ¿Verdad? No puedo respirar, no puedo. ¡Me ha enterrado! Quiere matarme. Está tan loca que se cree de verdad eso de la Otra Vida. ¡Si me lo ha dicho! Que renazca. Que me transforme. ¡Me ha enterrado vivo! ¡Socorro! ¡Y no puedo moverme! Ni hacer ruido. Me ahogo, madre mía, ahora sí que me ahogo. No quiero desmayarme. Si me desmayo me muero, seguro, no podría respirar más. Si ahora ya no puedo… No me entra el aire… No…

***

El MAN, el Museo Arqueológico Nacional, abre sus puertas como cada día, a las 9.30 de la mañana. A las diez hay previstas varias visitas escolares. Por lo demás, entre semana no suele haber mucha gente. Esmeralda Blanco, directora del departamento de Egipto y Oriente Próximo, ha preparado una exposición interactiva que se inaugura hoy mismo, destinada a los alumnos de cuarto de primaria, el ciclo más temprano que acoge el Museo en sus visitas pedagógicas. Esmeralda espera en el «Punto de encuentro» para recibir a los primeros. Veinte ruidosos alumnos y una profe muy joven y visiblemente agobiada. Esmeralda en cambio se muestra tan eficiente, pulcra y segura como siempre. Tiene un algo indefinible, lo tiene de siempre, que impone la disciplina de inmediato.

Mientras conduce el grupo hasta la segunda planta, donde están las salas dedicadas al antiguo Egipto, va explicando someramente lo que van a ver, ganándose su interés de inmediato con la promesa de que serán testigos de cosas asombrosas que ningún alumno ha contemplado antes.

—Esta es una exposición especial, concebida para que vosotros, los estudiantes, entendáis perfectamente cómo vivían los egipcios, qué comían, con qué se vestían, cómo actuaban frente a la muerte, cómo enterraban a los personajes importantes y por qué lo hacían así… Aunque está prohibido tocar nada, podréis ver la auténtica vida de esta gente extraordinaria.

Va mostrando una a una todas las salas, repletas de objetos e imágenes de la vida en Egipto entre el V milenio y el año 31 a.C., fecha de la conquista romana. Dejando para el final el broche de oro: la sala de las momias y sarcófagos.

—Bien, hemos llegado a la parte que yo considero más interesante —explica Esmeralda a su interesado auditorio—. Los egipcios creían firmemente en la otra vida; y así, la muerte no les parecía un proceso terrorífico, sino un paso natural entre este mundo y el otro. Por eso se esmeraban en conservar convenientemente el cuerpo de los muertos.

»Primero lavaban cuidadosamente el cadáver —continua, mientras los lleva junto a la pila de mármol—, en una mesa como esta. Luego lo cubrían con natrón para desecarlo…

—Eso quiere decir —apunta la profesora— para que la sal absorba toda la humedad, el agua del cuerpo, y por eso las momias parecen siempre tan delgaditas y como consumidas.

—Gracias —responde, con algo de aspereza, Esmeralda. Luego sigue—: Una vez desecado el cuerpo, lo abrían con unos utensilios como estos —señala una vitrina—. Luego sacaban todas las vísceras, menos el corazón, que se quedaba en su sitio; y las metían en estos recipientes llamados vasos canópicos. Volvían a coser. Untaban el cuerpo con una sustancia parecida a la resina, y procedían a vendarlo. Primero brazos y piernas, con los dedos de las manos uno a uno. Luego el resto del cuerpo. Y por último la cabeza.

»Entonces… Pasad por aquí. Ahí, muy bien, poneos en semicírculo para que podáis ver bien todos. —Los coloca delante de un sarcófago antropomórfico de madera policromada que permanece abierto, con el cuerpo descansando sobre la base y la tapa del sarcófago elevada medio metro mediante soportes de metal—. Entonces colocaban la momia, ya vendada, en el interior de un sarcófago de madera como este. ¿Veis? Luego ponían una máscara, igual que esta que tenemos aquí, sobre la cara del muerto. Y, por último, cerraban el sarcófago, ajustando la tapa mediante cera u otra sustancia similar. Este sarcófago a su vez podía ir dentro de otro, y este de otro, y de otro… Como si fuera una muñeca rusa —se permite sonreír—. Normalmente el último, el exterior, era de mármol resistente u otra piedra.

»Y ahora, estimado público, permitidme que os enseñe una cosa especial. Os había prometido algo que nadie más había visto hasta ahora, ¿no? Pues, bien, yo siempre cumplo mis promesas. Dejadme mostraros…

Teclea un código en un panel disimulado que hay en la pared, al lado de donde se encuentran. Luego, haciendo señas a la profesora para que le ayude, se dispone a descorrer la tapa del ataúd.

La maestra duda un momento, sorprendida de la falta de protocolo usada con semejante antigualla.

—Oh, es solo una reproducción, no se preocupe —zanja sus dudas Esmeralda.

Una vez retirada la tapa, la emprende con la momia. Con unas tijeras quirúrgicas, pero que son del tamaño de las tijeras de podar, empieza a cortar las vendas de la momia desde los pies hacia la cabeza. Los niños guardan absoluto silencio. La profesora no sabe bien dónde meterse. En sus pocos años de profesión no ha asistido a nada semejante, pero se dice que es su falta de experiencia lo que explica aquello.

Bajo la primera capa de vendas hay más. Tiras de un lienzo más fino que perfilan delicadamente cada extremidad, las piernas extendidas y los brazos doblados como una «x» sobre el pecho. Con gentileza, Esmeralda mueve primero las piernas de la momia, flexionando y estirando ligeramente una y otra. Y luego hace lo mismo con los brazos. Vuelve a solicitar la ayuda de la profesora.

—Por favor, colóquese al otro lado del cuerpo y haga lo mismo que yo. Vamos a ayudarlo a incorporarse, exactamente igual que haríamos con un enfermo tumbado en una cama de hospital.

—¿Está segura? —vuelve a dudar la maestra—. Yo creía que estaba estrictamente prohibido tocar nada del museo. Y andar moviendo una momia…

—Naturalmente, así sería si esto fuera una momia antigua. Real. Pero es solamente una réplica destinada a la enseñanza. ¿Cree que yo obraría de este modo en otro caso?

—Está bien, lo que usted diga. Mirad bien, niños. Esto no es fácil que volváis a verlo.

Entre las dos incorporan a la momia hasta dejarla sentada en el sarcófago. Luego le pasan las piernas por el borde y descansan un momento. La profesora se pregunta de qué material estará hecha la réplica. Está segura de que pesa bastante más de lo que lo haría una de verdad. Pero, sin embargo, no es rígida. Tanto las vendas como lo que haya dentro ceden lo suficiente para doblar el cuerpo por la cintura. Entonces nota, o cree notar, un ligerísimo movimiento en el falso cadáver. Evita un respingo por poco, preocupada de no asustar a sus alumnos. Pero la momia deja caer de golpe la cabeza encima de su hombro. Ese grito no puede silenciarlo. Se aleja del cuerpo como si la hubieran pinchado con una aguja eléctrica. Entonces la momia sufre una serie de sacudidas en todo el cuerpo y tanto niños como profe gritan a la vez.

Esmeralda no. Claro, ella lo ha preparado todo. Entonces, ¿por qué no se ríe? ¿No le hace gracia la sorpresa de los niños? Parece, eso sí, satisfecha. Sin duda el truco ha salido como ella esperaba. Con calma, como si fuera cosa del día a día, da otro tijeretazo al vendaje de la cabeza y libera la franja de los ojos y una rendija para la boca.

La momia se pone bruscamente en pie. Se tambalea un poco. Esmeralda está lista y la sujeta con firmeza. Niños y profe ya no gritan; en vez de eso, contemplan la representación extasiados. La momia se afianza sobre sus piernas, se estira en toda su estatura y se encara con Esmeralda.

—¡Esmeralda! —su voz es un áspero susurro, sin duda con tintes electrónicos. «Muy bien hecha, casi, casi real», se dice la profesora—. Sabía que eras tú. Tenías razón. Estaba… estaba muerto… Y ahora he vuelto a la vida. —«Bueno, un poco espeluznante, eso quizá debieran mejorarlo. Al menos para un cuarto de primaria. Pero apropiado, eso sin duda»—. Renacido. Un hombre nuevo. Por eso… Por eso, amor mío, quiero hacerte el mismo regalo. Te voy a dar, a ti también, la vida eterna.

La momia agarra a Esmeralda por el cuello y empieza a estrangularla. Los niños siguen mirando, fascinados. Quienes creían que los museos eran aburridos acaban de cambiar de idea para siempre. La profesora, en cambio, lo empieza a encontrar todo realmente excesivo. Tendrá que hacerlo constar en su evaluación de la actividad. Que estaba muy bien que la doctora Blanco quisiera revolucionar la museística española, dirá, pero ese tinte macabro es del todo prescindible.

Esmeralda ha caído al suelo y la momia se abalanza sobre ella como si siguiera asfixiándola. Tapando así el ángulo de visión del público.

«Demasiado realismo para mi gusto», decide la profesora. «A ver cómo me las arreglo para explicárselo a los niños sin que queden traumatizados para siempre».

—Gracias, doctora Blanco —dice con precipitación—. Muy interesante, pero ya nos vamos. —En voz baja añade—: Ya pueden parar, desde aquí no se ve nada. —Y con un tono de voz nuevamente alto y animoso—: Dad las gracias, niños, que nos vamos.

—Gracias, señorita —se despide el coro de voces infantiles—. Adiós.

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Puntos: 208859

Demonios, cómo empezar. Muy original, inesperado. La primera parte, la del monólogo interior angustioso, en la línea del entierro prematuro, me ha dado la impresión de que el relato iba a ir por otros derroteros, pero el final se me ha ganado. No obstante, creo que el conjunto tiene algunas aristas.

Hay que decir que la escritura en sí está muy cuidada. Creo que solo he cazado una errata. No obstante, tengo la impresión de que la estructura está algo descompensada. En primer lugar, el monólogo me ha resultado demasiado largo y no sabía muy bien a qué palo quedarme. Me ha resultado tragicómico, que puede ser el objetivo. Lo que no me convence es que se va por los cerros de Úbeda. Está bien que conozcamos la relación entre el narrador y Esmeralda, pero en algún momento la cosa se me queda demasiado informativa. Creo que le falta un poco de concisión para ganar fuerza.

Luego está lo del museo que, francamente, creo que es un magnífico hallazgo. La idea es muy loca pero muy potente. Me encanta. La ejecución ya me convence menos. Me parece que falta algo de química entre la profesora y la egiptóloga, que no terminan de interactuar bien, lo que roba fuerza al conjunto. No sé, hay algo en los diálogos que no me termina de seducir, quizás una cuestión de ritmo.

En conjunto se me queda como un relato muy entretenido, sorprendente y bien escrito, pero al que le falta una vuelta de tuerca en la estructura o el desarrollo para que tenga toda la fuerza que puede tener. En cualquier caso, me he divertido mucho leyéndolo, y eso ya es un punto. Gracias por compartirlo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Carlos Jesús Ramírez
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Puntos: 33

Muchas gracias por leer y comentar. Todo un privilegio.

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Patapalo
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Puntos: 208859

El privilegio es mío. Se aprende mucho a este lado de la barrera gracias a vuestras aportaciones.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Me ha dejado descolocadísimo este texto. Empieza el monólogo con un ritmo trepidante, soltando mucha información y perfilando al protagonista, bien. Divaga quizás un poco después, pero vale. Y luego viene la parte que debería desenlazar la historia y eso sí que, como dice el propio texto, es un ¿¡WTF!?

Para mí, por descontado es una opinión, el problema en esta parte es que no le encuentro el sentido a lo que sucede. No me quedan en absoluto claras las motivaciones de Esmeralda, y que sea una “puta loca” o que esté insatisfecha sexualmente no me parece justificación suficiente para hacer lo que hace. Tampoco entiendo el unboxing en el museo con la profesora de ESO, vamos que no le encuentro el sentido.

Creo que si no cambiase el punto de vista el relato, ya que funciona tan bien al principio, y, sin embargo, de alguna forma se justificase la performance ante los alumnos, podría haber quedado algo interesante. Pero la estructura y el desarrollo de la segunda parte no me convencen en absoluto.

Voy a puntuar el relato con 2 estrellas. Gracias por compartirlo.

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Efepe
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Poblador desde: 28/05/2017
Puntos: 320

Buf...un relato atrevido si señor. Me he echado unas risas, pero se me ha hecho bastante largo. Tiene todo un tono cómico que me ha impedido meterme en la historia, no me he creído a los personajes.
Eso sí, he pasado un rato muy entretenido, que es de lo que se trata.
Gracias por compartir.
Mi puntuación es de 2,9.

EFePe

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Carlos Jesús Ramírez
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Puntos: 33

(En respuesta a Germinal)

Gracias por leer y comentar. Sin ninguna intención de discutir tus impresiones, me gustaría ofrecerte sin embargo una explicación, dado que tú te has tomado el tiempo de explicarme con detalle tu opinión, cosa que agradezco.

Tienes razón, la satisfacción sexual de Esmeralda y/o la locura no justifican lo que hace. Ella de verdad cree que Víctor puede ser "más" de lo que es, que está viviendo su vida a medias y que una experiencia como esa va a hacerlo pasar a la "otra vida". Cree en la metamorfosis y la transformación, literal y metafóricamente.

Que lo haga en el Museo es porque quiere dar a los niños (es una mujer peculiar, erudita hasta extremos extraños) una experiencia real de un pasado que a ella le apasiona. Todo esto mezclado en un tono (que me apetecía explorar) esperpéntico. Así que no me extraña que te haya chocado.

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Carlos Jesús Ramírez
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(A Efepe) Gracias por leer y por tu comentario. El tono cómico-esperpéntico era pretendido. Lástima que te haya sacado del relato, pero quería jugar a contar algo significativo (para mí, esa relación extraña, ese amor mediocre y "utilitario" entre dos solitarios, cuando uno de ellos anhela la transformación hasta ese punto) en medio de una situación muy estrambótica.

Que me divierto así, oiga no

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Bio Jesus
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Puntos: 1514

Patapalo, ahora que te has metido a profe, ¡aprende a hacer extraescolares! blushno

Laverdad, despues de leerla y releerla, aun tengo muchas dudaas. Creo que tiene corte experimental y eso tiene su mérito en un concurso, porque si el experimentno sale mal...

El relato tiene dos partes muy acusadas. El monólogo inicial esta muy logrado (Mindfulnessenlightened) y es, por momentos agobiante y a ratos desternillante.

La segunda parte es ya decididamente humorística pero se cimenta en una base poco sólida: la locura de Esmeralda. Hay momentos muy agudos, pero es difícil de tragar en general (el desembalaje,la explicación, la salida de los visitantes).

Me ha costado mucho decidirme. Te doy un 3,5, porque esos detalles de la 2ª parte podían haber sido más verosímiles sin perder el tono de humor.

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Repe

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Dr. Ziyo
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Otro de eso relatos en los cuales una segunda lectura me hace verlos de manera diferente, y mejor.

Desde el principio se adivina el tono desenfadado, con ese monólogo entre agobiante y cómico que tiene el protagonista, y que se mantiene durante todo el relato, aunque de manera menos acusada, o así lo veo yo.

Hay un momento que no me queda claro:

Esmeralda no. Claro, ella lo ha preparado todo. Entonces, ¿por qué no se ríe? ¿No le hace gracia la sorpresa de los niños? Parece, eso sí, satisfecha. Sin duda el truco ha salido como ella esperaba.

Me da la sensación de que algo no haya salido bien, pero sin embargo, luego dice que el truco ha salido como ella esperaba. No sé, me deja algo confuso.

Me gusta la parte de la visita interactiva al museo, me parece muy imaginativa y bien llevada.

En fin, un planteamiento atrevido que en mi opinión creo que le ha salido bien al autor.

3,5 estrellas.

Edito para comentar una cosa que se me había olvidado. La frase  "tengo que tener algo sobre la piel", creo que quedaría mejor si hubieras puesto: "debo de tener algo sobre la piel".

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Patapalo
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Puntos: 208859

Bio Jesus dijo:

Patapalo, ahora que te has metido a profe, ¡aprende a hacer extraescolares! blushno

No me tientes no

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Carlos Jesús Ramírez
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Poblador desde: 07/05/2020
Puntos: 33

Bio Jesus dijo:

Laverdad, despues de leerla y releerla, aun tengo muchas dudaas. Creo que tiene corte experimental y eso tiene su mérito en un concurso, porque si el experimentno sale mal...

Gracias. Eso es lo que pretendía, jugar con formato e ideas. Respecto a la locura de Esmeralda, va más allá, o es distinta, de la enfermedad mental. Ella es una persona muy cuerda que cree de verdad (como otros creerían en temas religiosos) en la transformación que se produce tras la muerte, al hilo de lo que creían los egipcios y otros pueblos. En este caso, crea una muerte falsa como rito iniciático que transformará a Víctor en un ser mejor.

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Carlos Jesús Ramírez
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Poblador desde: 07/05/2020
Puntos: 33

Gracias por tu lectura y valoración. Sobre esto:

Dr. Ziyo dijo:

Hay un momento que no me queda claro:

Esmeralda no. Claro, ella lo ha preparado todo. Entonces, ¿por qué no se ríe? ¿No le hace gracia la sorpresa de los niños? Parece, eso sí, satisfecha. Sin duda el truco ha salido como ella esperaba.

Me da la sensación de que algo no haya salido bien, pero sin embargo, luego dice que el truco ha salido como ella esperaba. No sé, me deja algo confuso.

Bueno, está visto desde el punto de vista de la profesora y son como las deducciones que va haciendo: entiende que todo es un montaje previsto por Esmeralda para sorprender y asustar un poquillo a los alumnos (por eso la propia Esmeralda no grita, como los niños y la maestra). Y deduce que le ha salido bien porque parece satisfecha. Pero sin embargo a la profe le extraña que Esmeralda no se ría (o sonría siquiera) con su reacción. Y es porque Esmeralda se toma todo eso muy en serio, no es una broma para ella sino un ritual. Cosa que nadie normal se imaginaría. Si nos pasa algo así todos creeríamos que el museo ha ideado ese truco, esa sorpresa para los pequeños de una momia que revive.

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Dr. Ziyo
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Puntos: 2776

Carlos Jesús Ramírez dijo:

Gracias por tu lectura y valoración. Sobre esto:

Dr. Ziyo dijo:

Hay un momento que no me queda claro:

Esmeralda no. Claro, ella lo ha preparado todo. Entonces, ¿por qué no se ríe? ¿No le hace gracia la sorpresa de los niños? Parece, eso sí, satisfecha. Sin duda el truco ha salido como ella esperaba.

Me da la sensación de que algo no haya salido bien, pero sin embargo, luego dice que el truco ha salido como ella esperaba. No sé, me deja algo confuso.

 

Bueno, está visto desde el punto de vista de la profesora y son como las deducciones que va haciendo: entiende que todo es un montaje previsto por Esmeralda para sorprender y asustar un poquillo a los alumnos (por eso la propia Esmeralda no grita, como los niños y la maestra). Y deduce que le ha salido bien porque parece satisfecha. Pero sin embargo a la profe le extraña que Esmeralda no se ría (o sonría siquiera) con su reacción. Y es porque Esmeralda se toma todo eso muy en serio, no es una broma para ella sino un ritual. Cosa que nadie normal se imaginaría. Si nos pasa algo así todos creeríamos que el museo ha ideado ese truco, esa sorpresa para los pequeños de una momia que revive.

Aclarado. Gracias.

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Lord_Ruthven
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Poblador desde: 28/06/2013
Puntos: 929

Desconcertante, esperpéntico y como ha dicho alguien tragicómico. Lo del mindfulnes me ha encantado. no

El monólogo interior de la momia me parece muy logrado. Transmite bien la anguistia y muy bien la sensación del protagonista ante una relación en la que no sabe muy bien porqué sigue involucrado. La segunda parte del MAN es un cotrapunto hilarante, si bien los personajes me parecen menos logrados, quizá hubiera necesitado alguan vuelta más... es cierto que la profesora es solo un secundario.. pero un secundario muy necesario que hace fluir la acción y deberia haberse perfilado algo más. Con más razón Esmeralda.

3,75

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Carlos Jesús Ramírez
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Poblador desde: 07/05/2020
Puntos: 33

Muchas gracias, milord, por vuestras apreciaciones.

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Un relato fácil de leer, con un tono ameno y divertido que lo beneficia.

En la primera parte se usa un humor socarrón, al estilo monólogo del Club de la comedia. A pesar de lo horrendo de su situación, al protagonista le da por dar rienda suelta a su ira de forma desternillante. Me ha gustado mucho, realmente muy, muy logrado. Lo del Mindfulness me ha chiflado porque me encanta meterme con mis compañeras que van a clases de esas (lo respeto, solo lo hago por chinchar y ellas lo saben) y lo de la mierda de postre también, esa parte es buenísima.

En comparación, la segunda parte la veo demasiado desenfrenada; se utiliza un humor muy distinto, demasiado evidente, extremista. Me costó mucho adaptarme. Quiero decir…, la acción transcurre delante de niños y una profesora horrorizada, la momia en cuanto sale empieza a proferir improperios contra la arqueóloga (¿qué se esperaba exactamente que iba a suceder?) y la estrangula mientras los niños agradecen la visita y se marcha. No sé, demasiado… como cuando Filemón estrangulaba a Mortadelo; me imaginaba a Esmeralda con el rostro rojo y la lengua ondulando fuera de la boca…

Para mí la pega es que conforme avanza el relato, va de más a menos, la primera parte me llama mucho la atención y la segunda me desconcierta. Me desinfló bastante. Habría agradecido un cambio más sutil, menos… alocado.

Me resulta difícil puntuar el relato. Escribir humor es arriesgado, hay muchos estilos de humor y es difícil encontrar que guste de forma universal. Me ha costado decidirme porque como he dicho, creo que está muy bien escrito, pero la evolución de la trama realmente no me convence, mi puntuación es de 2,5 estrellas.

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Stendek
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Poblador desde: 27/05/2020
Puntos: 198

Este relato es tan extraño que no sé como calificarlo. Ni siquiera logro hacerme a la idea de a que genero pertenece.

En todo caso, felicito a su autor por su inventiva desbocada.

Un saludo,

Javier Garrido

Bueno, le doy 3 puntos...

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Tomado como un juego del autor con sus personajes y de los personajes con la historia narrada, el relato es divertido y se disfruta en sus diversos aspectos (soliloquio inicial, conferencia posterior y sainete final) por lo que cada uno son. Además, me ha parecido bien escrito y bastante fluido. Si acaso, me falla un tanto el argumentario, la trama en sí, las motivaciones de los personajes -de ella en particular-, y los fines que estos -ella otra vez-  buscan con sus acciones. Estimable, en todo caso, por lo entretenido.

Le doy una valoración de 3,5 estrellas.

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Carlos Jesús Ramírez
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Puntos: 33

Muchas gracias: Curro, Stendek y Mzime, por vuestra lectura y apreciaciones. Todas útiles.

En cuanto a las motivaciones de los personajes (especialmente la de Esmeralda), que veo están causando sorpresa (y hasta estupor no), os cuento cómo lo concebí yo.

Mi principal motivación (el autor primero je, je) en el relato era mostrar precisamente a Esmeralda, y también la relación que mantiene con Víctor, que lo explica todo. Pero tenía que hacerlo a través del discurso mental de un hombre imposibilitado de hablar y moverse. Y quería que ese discurso fuera lo más fiel posible, o sea, un tanto errático y yendo de asociación en asociación, como funciona el pensamiento real. Complicado. Más a la vista de vuestras opiniones.

Esmeralda es una verdadera creyente. Si fuera católica sería una fanática religiosa y, seguro, sería más fácil de entender. Pero su religión es la de sus adorados egipcios, que creían de verdad en que la muerte es una transformación, una metamorfosis, un paso de gusano a mariposa. Víctor es un tipo simplón en cuanto a la vida que ha elegido, de emociones tibias y poco dado a entregarse a nada ni a nadie. Pero ella cree que tiene potencial, que solo necesita una muerte (simbólica, solo pasar por la experiencia del fin) para renacer como un hombre nuevo. Y desea que esa resurrección sea presenciada por los alumnos para enseñarles que todo es verdad, que lo que decían los egipcios de la otra vida hay que creerlo al pie de la letra.

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Ligeia
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Puntos: 1152

Coincido en general con lo ya comentado. El inicio es buenísimo y el monólogo interior perfectamente logrado, si. El cambio a la parte del museo es ciertamente brusca y a mí también me falla por la motivación de la tipa. No, no has conseguido dejarlo claro. Sí todo esto que has explicado arriba lo hubieras colocado, pincelada aquí, pincelada allá mientras Esmeralda actúa, creo que la cosa habría mejorado notablemente.

En el proceso de momificación se usaban ungüentos resinosos y no se cosía, la incisión quedaba abierta, solo la cerraban con una plasta de resina encima sobre la que colocaban un amuleto alargado de oro, normalmente con forma de Horus halcón con las alas desplegadas. Pero luego me he dado cuenta de que es una explicación para una excursión infantil y no es necesario ser tan exactos, es cierto jaja

Tres estrellas y media: ***´

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jane eyre
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Puntos: 10051

Acertadísima la manera en la que está contado este relato. Me he reído mucho con ese machistorro que no sabía qué le pasaba. Sin embargo, el final me ha dejado fría y la sensación de chistecito. Hubiese entendido los motivos para momificarlo en vida pero no los que han hecho que lo libere. 

Mi puntuación es de 3,5

 

 

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Carlos Jesús Ramírez dijo:

Muchas gracias: Curro, Stendek y Mzime, por vuestra lectura y apreciaciones. Todas útiles.

En cuanto a las motivaciones de los personajes (especialmente la de Esmeralda), que veo están causando sorpresa (y hasta estupor no), os cuento cómo lo concebí yo.

Mi principal motivación (el autor primero je, je) en el relato era mostrar precisamente a Esmeralda, y también la relación que mantiene con Víctor, que lo explica todo. Pero tenía que hacerlo a través del discurso mental de un hombre imposibilitado de hablar y moverse. Y quería que ese discurso fuera lo más fiel posible, o sea, un tanto errático y yendo de asociación en asociación, como funciona el pensamiento real. Complicado. Más a la vista de vuestras opiniones.

Esmeralda es una verdadera creyente. Si fuera católica sería una fanática religiosa y, seguro, sería más fácil de entender. Pero su religión es la de sus adorados egipcios, que creían de verdad en que la muerte es una transformación, una metamorfosis, un paso de gusano a mariposa. Víctor es un tipo simplón en cuanto a la vida que ha elegido, de emociones tibias y poco dado a entregarse a nada ni a nadie. Pero ella cree que tiene potencial, que solo necesita una muerte (simbólica, solo pasar por la experiencia del fin) para renacer como un hombre nuevo. Y desea que esa resurrección sea presenciada por los alumnos para enseñarles que todo es verdad, que lo que decían los egipcios de la otra vida hay que creerlo al pie de la letra.

Al leer esta explicación, se me ocurre que quizás ganaría en claridad si en algún momento Esperanza habla de sus motivos o expectativas, porque lo poco que hay lo conocemos a través de otra persona ¿no?

 

 

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Sanbes
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Puntos: 1273

Todos los relatos que narran en primera persona un enterramiento en vida o un despertar encerrado son difíciles de construir, pues cuesta muy poco convertir el diálogo interno en aburrido y repetitivo. Este no solo no cae en ese fallo, sino que convierte el monólogo del hombre en un pasaje divertido, que se lee muy bien del tirón y que encima aporta información del personaje a medida que vas avanzando. Bravo. 

La segunda parte empieza muy bien. Me veía venir que el hombre formaría parte del museo, y cruzaba los dedos para que fuese de una forma original, pues este clímax está bastante visto y se tiene que hacer muy bien para que sorprenda a estas alturas. De hecho, iba bastante bien, pero al finalizar el relato me ha quedado una sensación muy agridulce. No entiendo los motivos de Esmeralda para cortarle las vendas. Bueno, sí los entiendo, quiere que renazca como el Ave Fenix, ¿pero por qué tiene que hacerlo delante de toda una clase de niños? ¿Qué buscaba con ello? ¿Querías simplemente dejar claro que está como un cencerro?

La escena en la que la momia se la carga está muy bien, pero vuelve a dejar una sensación de que al final le ha faltado mucha más fuerza. De que se desinfla bastante y es muy, muy injusto para un relato con tanta calidad y que merecía mucho más. 

3´5 estrellas 

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Carlos Jesús Ramírez
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Puntos: 33

jane eyre dijo:

Al leer esta explicación, se me ocurre que quizás ganaría en claridad si en algún momento Esperanza habla de sus motivos o expectativas, porque lo poco que hay lo conocemos a través de otra persona ¿no?

Gracias, jane eyre, por tu comentario. Me resulta especialmente clarificador esto:

Hubiese entendido los motivos para momificarlo en vida pero no los que han hecho que lo libere. 

Me hace ver dónde está exactamente el problema. Creo que pondré la explicación en forma de pensamiento de Esmeralda (cuando pueda escapar al maldito límite de las 3.000 palabras enlightened).

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Carlos Jesús Ramírez
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Poblador desde: 07/05/2020
Puntos: 33

Sanbes dijo:

Todos los relatos que narran en primera persona un enterramiento en vida o un despertar encerrado son difíciles de construir, pues cuesta muy poco convertir el diálogo interno en aburrido y repetitivo. Este no solo no cae en ese fallo, sino que convierte el monólogo del hombre en un pasaje divertido, que se lee muy bien del tirón y que encima aporta información del personaje a medida que vas avanzando. Bravo. 

La segunda parte empieza muy bien. Me veía venir que el hombre formaría parte del museo, y cruzaba los dedos para que fuese de una forma original, pues este clímax está bastante visto y se tiene que hacer muy bien para que sorprenda a estas alturas. De hecho, iba bastante bien, pero al finalizar el relato me ha quedado una sensación muy agridulce. No entiendo los motivos de Esmeralda para cortarle las vendas. Bueno, sí los entiendo, quiere que renazca como el Ave Fenix, ¿pero por qué tiene que hacerlo delante de toda una clase de niños? ¿Qué buscaba con ello? ¿Querías simplemente dejar claro que está como un cencerro?

La escena en la que la momia se la carga está muy bien, pero vuelve a dejar una sensación de que al final le ha faltado mucha más fuerza. De que se desinfla bastante y es muy, muy injusto para un relato con tanta calidad y que merecía mucho más. 

3´5 estrellas 

Infinitas gracias. Tu comentario resume la mayoría de cosas que se han dicho pero, además, no sé por qué, ha acabado de hacer que se me conecte la neurona del todo no El monólogo interno, el lograr construirlo, fue desde el principio la chispa que encendió el relato, mi motivación de partida. Era un reto lograr reflejar (o atrapar) el pensamiento de la forma más fiel posible. Así que me alegro mil de que contigo haya conectado.

Sobre lo que he subrayado. Sobre Víctor es exactamente como dices. Y sobre los niños: lo que busca Esmeralda, desde su mente "trastornada" (o no, ya que en otros casos lo consideraríamos fe) es mostrar a los niños la verdad verdadera del pensamiento o creencias egipcias. Y de paso hacer que nunca más alberguen la idea de que los museos son lugares aburridos y muertos (no he podido resistirme no). Ella cree que Víctor va a volver renacido y habiendo entendido todo. No es exactamente así y Víctor la asesina para compartir con ella ese regalazo que ella le ha hecho. No sé si tiene sentido, es pura gamberrada XD Me molaba la ironía del asunto y me hacía gracia imaginar a la pobre profe inocente, creyendo que todo es un espectáculo orquestado aposta pero de muy dudoso gusto enlightened

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Hedrigall
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Puntos: 1132

Este es complicado. Arranca con una decisión audaz y arriesgadísima, pero por otro lado acertada: hablo del monólogo interior. Audaz y arriesgada, porque es una de las técnicas que requieren de mayor habilidad. Acertada, porque la situación en que se encuentra el personaje le es propicia. Tiene un pequeño problema de extensión; el monólogo interior, como reproducción organizada de pensamientos, no se presta a mantener la atención del lector de forma prolongada y se apoya mucho en emociones y sensaciones. En este caso creo que hay algo de desequilibrio entre el proporcionar la información necesaria y el mantener la tensión de la historia. Y también su verosimilitud; se recrea en la relación con Esmeralda, a pesar de la situación urgente en la que se encuentra. Aún así, a nivel técnico el discurso interno brilla y mucho por momentos y eso, en un monólogo interno, es de nota. No puedo dejar de mencionar que la palabra «WTF» me ha sacado de la narración al instante. No sé qué pinta un acrónimo, además en una lengua que no se ha usado en el relato, en un discurso del pensamiento que hasta el momento se desarrollaba no solo fantásticamente escrito en español, sino además, con la naturalidad y expresividad que demanda la situación desesperada en que se encuentra el personaje. Este tipo de lenguaje es propio de su plataforma, es decir, mensajes escritos en redes sociales, servicios de mensajería, etc. Al igual que nadie dice en voz alta «WTF», tampoco nadie lo piensa, y el monólogo interior es todo pensamiento.

En cuanto a la segunda parte del relato, está escrita de forma exquisita y con una voz narradora elegante, seria, que contrasta con la situación cómica del desenlace. Pero creo que la forma en que Esmeralda decide mostrar esa transformación de la que hablaba Víctor, aprovechando una visita escolar guiada, no me deja otra conclusión: Víctor tenía razón, está como una regadera. La situación buscada por Esmeralda es tan esperpéntica que no da pie a otra interpretación, relegando los motivos —transformación, recuperación del amor perdido— a un mero atrezzo narrativo, nada demasiado profundo. Esta segunda parte tiene una virtud, no obstante, que es la siguiente: es imprevista, una locura, te deja descolocado. Aún así, me queda la sensación de cierta inconexión entre ambas unidades narrativas, no solo a nivel de fondo, sino también de forma. En todo caso, relato valiente por arriesgado.

Mi valoración es de 3.5 estrellas.

 

 

 

 

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Carlos Jesús Ramírez
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Poblador desde: 07/05/2020
Puntos: 33

Muchas gracias, Herrdrigan, por tu lectura y comentarios.

En cuanto al acrónimo: What the fuck? tiene más palabras que WTF?, de ahí la elección no Pero al margen de eso, no estoy de acuerdo en que no pensemos de ese modo. Es tan icónico (si te mueves en foros, webs, etc.) que cuando lo piensas casi te salta antes como imagen en la mente, o sea, más como grafía escrita que como palabras que te dices. Y eso de que esté fuera del ámbito del pensador (porque no había utilizado antes el inglés, que no es verdad, ya que dice "mindfulness" )... Bueno, creo que es posible que hasta algún castizo usuario de forocoches lo haya usado alguna vez enlightened

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Eddy Sega
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Poblador desde: 16/12/2011
Puntos: 2382

Un relato magníficamente escrito que muestra dos partes muy diferenciadas, tanto en estilo como en contenido. Me funciona mejor la segunda parte, la del narrador omnisciente, pues la primera me parece que redunda sobre la misma idea en algunas partes. Sí es cierto que hacía el final del monólogo interno las ideas están mejor expresadas y notamos como el relato acelera ya hasta el final del mismo.

La segunda parte me ha gustado mucho, solo me chirrían los comentarios de la profesora en medio de la escena final, encuentro que cortan un tanto la acción. Quizás son demasiado largos, no sabría decirlo. 

En general un relato disfrutable donde se nota la buena mano del autor.

Gracias por compartir, ¡un abrazo!

 

Votaré en breve, cuando haya leído un par o tres más de relatos.

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