Una no
Acabadas las clases, las sillas elevan las patas al cielo como un extraño insecto derribado.
Sin embargo, la tercera del fondo permanece en sus trece, aferrada al suelo. Su dueño no pudo colocarla sobre el pupitre. Cuando los agentes vinieron a buscarlo todos miramos a otro lado.
Juegos de orfanato
Todos corrían nerviosos alrededor. Cuando paró la música, Peláez se tiró en plancha contra la silla ocupada ya por Gálvez y le arrancó la oreja de un mordisco. El castigo siempre sería mejor que el premio que aguardaba al perdedor bajo la insaciable sotana del Padre Prior.