Esperanza
El niño creció aferrado a la mentira que le contó su padre: mamá no murió, simplemente, una mañana, se despertó ligera como un globo y escapó por el ventanal.
Hoy, ya adulto, otea el cielo. En el bolsillo de su chaqueta, cerca del corazón, un alfiletero y una cerbatana.
La seriedad leve del insoportable
En la oficina no consultábamos google; lo teníamos a él. Canijo, distante, casi invisible hasta que surgía una duda. Lógico que aquella prolongada afonía lo matara. Asistimos acojonados a su funeral, pero ningún eco de ultratumba nos disertó sobre las prácticas mortuorias de occidente.