Heridas imborrables
Cuando descubrió aquella rosa en lo más oscuro de la selva un sólo nombre acudió a sus labios; Inés. Ese sería el nombre de aquella flor que, como Inés, era bella, elegante y llena de espinas venenosas. Igual que su madre
Heridas imborrables
Cuando descubrió aquella rosa en lo más oscuro de la selva un sólo nombre acudió a sus labios; Inés. Ese sería el nombre de aquella flor que, como Inés, era bella, elegante y llena de espinas venenosas. Igual que su madre
Al servicio de Su Majestad
Hum, no me acaban de llenar ninguno de los dos.
Heridas imborrables juega con un paralelismo un tanto obvio. No acabo de entender que pinta la selva (¿Un explorador que descubre una variedad por primera vez? Quizás, pero no está muy bien definido) ni la madre al final. En fin, creo que hubiese necesitado un hervor más para lanzarlo. Y le falta el punto final.
Rosa rosae me parece mejor historia, pero aún así, la veo demasiado sencilla, sin un giro o un final algo más llamativo. La verdad, las andanzas amorosas del poeta, aparte de darme envidia ( ) no me dicen gran cosa.
Voto por Rosa rosae, más perfecto técnicamente que su rival.
Yo soy la Justicia... en MegaCity One
Heridas imborrables
SÍES
-Tema de actualidad por el fallecimiento reciente del autor del libro y perfectamente encajado en el relato.
-El título está bien.
NOES
-Ineses y madres con espinas venenosas, seguro que hay. ¿Pero rosas…?
-¿La madre del protagonista o la madre de Inés? ¿Y quién era Inés?
-La puntuación merecía una revisión: falta una coma en la primera oración, después de selva; el punto y coma entre labios e Inés habría que cambiarlo por dos puntos; se evaporó el punto final.
Rosa, rosae
-Perfectamente redactado.
-Se adapta muy bien al tema.
-El título es apropiado y combina bien con el final.
NOES
Aunque el final es correcto, a mí no me convence la forma en que está expresado, creo que rompe con el tono del resto del relato; me suena mal ese “diálogo” con el lector y esa familiaridad con el personaje (“nuestro artista”).
Mi voto se lo lleva Rosa, rosae.
Los dos micros se ajustan de manera convincente al tema propuesto por D. Lope.
En Heridas imborrables me surgen dudas sobre la verdadera identidad de Inés tal vez por la forma cómo está narrado. La primera impresión es que se trata de la madre de un avezado botánico que no guarda un buen recuerdo de ella. En este caso me resulta rara la forma de describirla por un hijo. Por eso, y tras repetidas lecturas, se me abre la expectativa de que se trate de un misógino incorregible y que vaya guardando malos recuerdos de todas las mujeres que se cruzan en su vida. Esta vía me resulta mucho más seductora pero para llegar a ella quizás haya que escarbar demasiado con la uña. Me parece que entre «labios» e «Inés» sería más correcto que apareciesen dos puntos que un punto y coma, falta el punto y final y ese «solo» no debería llevar tilde.
Rosa, rosae nos acerca al mito del Don Juan. Un seductor implacable que combina sus artes amatorias con las literarias para conquistar el corazón de jóvenes doncellas. La narración es correcta, pero me rechina un poco la frase «y les deja un verso con sus nombres rubricado con una rosa», no sé si por esos dos «con» tan seguidos, pero le falta ritmo. El título enlaza perfectamente con el final, que no sorprende pero que da al relato un toque frívolo que le siente muy bien.
Mi voto pues se lo doy a Rosa rosae.
¡Juro ante Dios que no escatimaré esfuerzos para saciar mi haaaambre!
Qué decir que no se haya dicho ya. Rosa, rosae, pese a ese final, que si bien rompe el ritmo anterior, es clave para encajarlo con el título y el tema, es un relato que me ha ganado por completo. Como siempre, La niña de los pingüinos es una rival a evitar...
No se preocupe don Lope por las heridas sufridas como consecuencia de su combate con la Bruja Blanca de Narnia. A todos nos ha pasado y, para que mentir, duele. De hecho, a mí las heridas que me causó en una ocación, todavía me duelen tanto que he decidido convertirla en mi archienemiga. ¿Qué sería de un héroe sin su archienemigo? Así que, si me permite, don Lope, al igual que le pedí a Fronkonstin, me voy a permitir la licencia de pedirle que me entregue una prenda suya (espero, igualmente que tampoco sean los gayumbos) que me colocaré en el otro brazo para lanzar en busca de nuestra venganza.
A partir de ahora, mi grito de batalla será: por Fronkonstin y por don Lope.
Querido LCS, me has pillado. He de decir que este relato era un fiel reflejo de mi propia vida literaria: devoro almas puras de hombres ingenuos como vosotros. También yo colecciono prendas de mis rivales, no te creas, pero lejos de buscar venganza busco más inspiración.
Gracias, señores jueces por sus valoraciones. Estoy de acuerdo, absolutamente, con la apreciación de la jueza Camelia y Rapso; esa frase final rompe el ritmo y el tono del micro. Hubiera necesitado una vuelta más.
Estimado D. Lope, un placer justar en tan buena lid.
Hola
Aclarar que Ines era la madre del prota, no ha debido quedar muy claro. Y no le debio dar buena vida puesto que le pone su nombre a una nueva especie de rosa venenosa.
Pues Antartica es siempre un rival a evitar, por eso el revolcón duele menos.
No se preocupe don Lope por las heridas sufridas como consecuencia de su combate con la Bruja Blanca de Narnia. A todos nos ha pasado y, para que mentir, duele. De hecho, a mí las heridas que me causó en una ocación, todavía me duelen tanto que he decidido convertirla en mi archienemiga. ¿Qué sería de un héroe sin su archienemigo? Así que, si me permite, don Lope, al igual que le pedí a Fronkonstin, me voy a permitir la licencia de pedirle que me entregue una prenda suya (espero, igualmente que tampoco sean los gayumbos) que me colocaré en el otro brazo para lanzar en busca de nuestra venganza.
A partir de ahora, mi grito de batalla será: por Fronkonstin y por don Lope.
Pues así prenda... si te vale un calcetín limpio, el otro se debio perder en la lavadora
Al servicio de Su Majestad
Hola
Aclarar que Ines era la madre del prota, no ha debido quedar muy claro. Y no le debio dar buena vida puesto que le pone su nombre a una nueva especie de rosa venenosa.
Pues Antartica es siempre un rival a evitar, por eso el revolcón duele menos.
No se preocupe don Lope por las heridas sufridas como consecuencia de su combate con la Bruja Blanca de Narnia. A todos nos ha pasado y, para que mentir, duele. De hecho, a mí las heridas que me causó en una ocación, todavía me duelen tanto que he decidido convertirla en mi archienemiga. ¿Qué sería de un héroe sin su archienemigo? Así que, si me permite, don Lope, al igual que le pedí a Fronkonstin, me voy a permitir la licencia de pedirle que me entregue una prenda suya (espero, igualmente que tampoco sean los gayumbos) que me colocaré en el otro brazo para lanzar en busca de nuestra venganza.
A partir de ahora, mi grito de batalla será: por Fronkonstin y por don Lope.
Pues así prenda... si te vale un calcetín limpio, el otro se debio perder en la lavadora
Muchas gracias por el calcetín, don Lope. Pero me temo que no voy a poder utilizarlo, a pesar de lo bien que me quedaría anudado en el brazo. No voy a poder vengarte porque Antártica no quiere ser mi archienemiga.
De todos modos, por lo que comentan los jueces, todavía vas a poder a vengarte por tí mismo.
Mucha suerte compañero.
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De todos modos, por lo que comentan los jueces, todavía vas a poder a vengarte por tí mismo.
Mucha suerte compañero.
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¿¿¿??? Me he perdido algo....??
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Rosa, rosae
El joven poeta salta de lecho en lecho gozando de placeres prohibidos. Abandona a sus doncellas al amanecer, y les deja un verso con sus nombres rubricado con una rosa. Sumidas en el éxtasis, se olvidan del despecho. Y es que, como podéis apreciar, nuestro artista sabe latín.