Kurtz tenía razón
Restos humanos desparramados, gritos de mujeres mezclados con el llanto de niños sin padre. El sol abrasador ataca el corazón de África y ennegrece su espíritu.
A miles de kilómetros, desembarcan un cargamento de piedras preciosas teñidas de sangre incolora.
A quién le importa.
Transplante
La ominosa bruma le envolvía como un velo. Incapaz de atisbar, percibió cómo le envolvían las voces de sus desalmados familiares fallecidos años atrás. De repente, un deslumbrante resplandor lo arrolló como un tren en un túnel; entonces despertó.
«La operación ha sido un éxito», le dijo el doctor.