. . . . .

El relato tiene algunos detalles positivos que hablan de la destreza del autor. Es atemporal: no se sabe muy bien en qué época se desarrolla. Al principio parece moderno, luego parece retrotraerse con el tema de los peregrinos. Creo que esta es una virtud del relato. En algunos relatos la confusión es un defecto, en otros una virtud. Este detalle sirve para desorientar. El relato bien podría estar situado en un lugar fantástico en una época incierta. En este sentido el autor evita descripciones que puedan situarnos (comete una excepción cuando ella paga con monedas- lo cual lleva a una época pasada), como por ejemplo cómo luce la casa, o las vestimentas de la huésped. 
Me sorprendió que reconociera los símbolos de la daga como runas. Podría aclararse que él sabe algo de eso, o tan sólo poner: símbolos extraños, que le hacían pensar en runas.
El nivel de seducción entre los protagonistas es sutil. Esto es un acierto.
La casa atrae a los espíritus de los que mueren en las cercanías. Entiendo eso. En ese sentido, tal vez aportaría el resaltar este carácter místico de la construcción (diciendo "entre sus muros milenarios"; o dando alguna descripción bizarra, como que "la sala principal fue construida utilizando como pilares cuatro monolitos erguidos hace tanto tiempo que nadie recuerda responsable).
Me pareció un muy buen cuento. Pero no veo la posesión. La idea del autor (me parece) ha sido que el espíritu de la casa posee al protagonista. Si es así, le falta fuerza a ese espíritu. Podría buscarse una vuelta de tuerca más, como que él es el huésped y la mujer de ojos verdes es una especie de sacerdotisa que en realidad habita el lugar. No lo sé. Tiro ideas.
Me gustó mucho el manejo de los tiempos. 
Le doy 3,5 estrellas. 

Easton, tienes una historia de fantasmas muy bien escrita. De hecho, el estilo, la prosa, los diálogos, las descripciones, me parecen de muy alta calidad.
He estado muy sumergido en la lectura, creyendo que en la casa estaba poseída por algún espíritu, o que la viajera fuese la poseída.
Sin embargo, no es el caso. Al parecer, si no he entendido mal, el casero es el niño. Pero no es un casero poseído por el alma del niño.
Tampoco entiendo la relación de la muchaha con la historia. Gracias a ella el protagonista se da cuenta de quien es, pero no se aclara porqué ella lo ayuda.
No me terminan de quedar claras estas partes.
Por lo demás, un relato muy bien llevado que me deja la sensación de que me he perdido algo.
3 estrellas.

El estilo me parece correcto y ajustado a lo que se cuenta, sin problemas ni disfunciones. El argumento y la trama son interesantes y con un punto de originalidad. Y el cierre de serpiente merendándose su cola, también es muy adecuado. Por matizar algo solo diré que el recurso de la abuela/aya y, además, guardiana del puente es demasiado -¿como diría yo?- oportuno y tampoco me encaja esa búsqueda del recuerdo salvífico, cuando solo sirve para volver a empezar de nuevo el ciclo. También es cierto que la posesión me ha parecido un tanto "sui generis": no veo yo posesiones de almas por objetos no vivos ni conscientes, pero...  En fin, que, de todos modos, me ha gustado lo suficiente como para darle tres estrellas y media.

Relato muy interesante y que, de nuevo, fuerza los límites del concepto de posesión. Yo sí la veo, aunque resulta extraña la idea de que un espíritu o fantasma pueda ser poseído, ¿por qué no? Entiendo que la casa, y todos los espíritus y energías emocionales que se han ido quedando atrapados en ella, se apoderan de la “voluntad” del espíritu de Leo, no dejándole “ir hacia la luz”, como si dijéramos. Y la mujer, su antigua aya, que le ayuda por amor, me parece que no está ni viva ni muerta, como ella dice: es la mediadora entre los mundos. La historia está muy bien contada, el escenario del bosque y la casa me encantan. Tiene un tinte poético y nostálgico que también me gusta. Alguna pequeña incongruencia detectada, como «Los cortes apenas son superficiales, pronto se detendrá la hemorragia». Si apenas son superficiales, es que son profundos. Y algún cambio de tiempo verbal que, sin ser incorrecto, queda extraño.

Este es un concurso y, desgraciadamente, ni todos los relatos pueden ganar ni todos pueden formar parte de la antología porque compiten entre sí.

Si tuviera que elegir trece relatos entre los presentados al certamen para publicar una antología sobre posesiones, éste no entraría en mi lista de preseleccionados tras la lectura de todos ellos.

Es dudoso que se ajuste al tema de la convocatoria y además, por comparación con el resto, le costaría más que a otros contribuir al éxito de la antología mediante una historia llamativa sobre posesiones o con tirón comercial a ese respecto. Aunque ofrece una calidad literaria por encima de la media de los relatos presentados, no encuentra sitio en la coherencia del conjunto de mi selección final de relatos.

★★☆☆☆

Sin embargo aplaudo su habilidad narrativa y felicito al autor o autora. Ojalá me permita leer otras de sus obras en próximas ediciones del concurso.

Me ha encantado el relato, no he podido apartar la mirada hasta terminarlo. Un estilo muy cuidado, a envidiar en ese registro melancólico, de ensoñación. Tiene un ritmo diría que perfecto, y la intriga plantada desde el inicio lleva en volandas hasta la escena en que los recuerdos regresan a Leo. Aporta un enfoque original en la temática, al considerar que la casa encantada es la que fuerza/invita a los fantasmas a residir en ella y no al revés, mediante una posesión. La cercanía del tema con el de casas encantadas o fantasmas ayuda a que la posesión narrada se vea algo difuminada, forzada quizá. 

Es cierto que la estructura circular del relato es algo leído varias veces y que el giro final del protagonista se ha convertido en un arquetipo (el revelar que está muerto). Pero los aspectos positivos superan con creces a estos dos detalles comentados. Quien presente una idea de verdad original, que levante la primera piedra.

4 estrellas