Ayer fuimos a la mediateca, ese peligroso y sórdido lugar en el que se juntan familias, jubilados y adolescentes para conseguir LIBROS. El plan era dejar a la tropa en el aparcamiento mientras yo me iba a ejercer de papá noel en semisecreto. Bien. El caso es que cuando estoy desembarcando al personal (es como lo de Normandía: tienes que ir a toda leche pero son muchos y te agobias) empezamos a oír gritos algo más allá. Intento enterarme de qué va el asunto, pero solo alcanzo a ver una furgoneta MUY larga, casi un minibús, y una caterva de adolescentes que increpaban a la conductora. Pensé que era un transporte escolar que los había llevado a la mediateca y que los adolescentes, ejerciendo de tales y cabreados ante el templo del saber, estaban haciendo el ganso. Por si acaso, me quedé mirándolos intensamente mientras desembarcada la escuadra escorpión.
OK. La conductora lleva la furgo hacia nosotros y entonces veo que está llorando. Mal asunto. Y por la ventanilla empieza a abroncarnos diciendo: "¿Es que no pensaban intervenir?" Y yo pensando, mal momento para una carga de caballería con tanto crío en aparcamiento, pero... Y añade: "¡Es que no ven qué está ocurriendo!" Y entonces caigo en la cuenta.
-No, señora: acabamos de llegar. ¿Qué está ocurriendo?
-Que hay un niño de nueve años y le están haciendo fumar shit* (*hachís, vaya, pero lo del término shit o cómo lo escriban me mata).
En esto que viene la caterva de adolescentes, que era un porrón, doce o trece, tantos, de hecho, que al susodicho crío ni se le veía, totalmente indignados por las acusaciones. Uno en moto y con casco, como en las pelis de macarras de los '80, todo como muy de manual.
Así que, oye, ahora o nunca. ¡Qué pensará si no Kefka de mí! Así que les salgo al paso pensando, en el fondo, que vaya embolado absurdo. Total, que el crío de marras no tenía nueve años (eso es lo que tiene el mío mayor, que miraba la situación a un par de pasos más alucinado que su padre), sino 13 años, y por ahí no olía a shit, ni a porro, ni leches: era un grupo de adolescentes estándar perdiendo el tiempo y fumarreando tabaco estándar. Entonces, como la señora de la furgoneta no me ve muy decidido (les estaba preguntando si el chaval era hermano de alguien o de qué lo conocían; este se limitaba a poner cara de póquer, supongo que porque era lo más divertido que les había pasado en todo el año), se pone a gritar todavía en lágrimas:
-¡Marcelo*! ¡Sube al coche! (*nombre ficticio, creo; Marcel más bien).
Y los otros: que no, que no, que está loca y es una pederasta, que tiene fijación con el crío. Por suerte, llega otra señora, con pinta de profe benévola, y le dice a la de la furgoneta:
-Pero, oiga, ¿usted conoce al niño? ¿Le pasa algo?
Y XD no, no lo conocía. Le había preguntado el nombre dos minutos antes y estaba ahí a ver si colaba lo de llamarlo por el nombre delante de nosotros. Buff. Total, que el adolescente de la moto se pira y uno empieza a decirme que la señora de la furgoneta le había dicho que se volviera a Madagascar. La carta del racismo era un poco lol a aquellas alturas porque yo tengo acento de babuino y ya la había quemado el mismo adolescente diciendo: "oye, que porque tenga pinta de árabe no tengo por qué haber hecho algo malo". Pinta de árabe XDD Tenía pinta de ir a colegio repipi.
Total, que al final le dije al crío que si llevaba móvil. Lo saca con aspecto encantador y zanjamos así el asunto: si tiene problemas, que llame a su madre, que bien tendrá padres, como decía la recién llegada.
No sé, todo muy absurdo. Los adolescentes crecidos y (relativamente) maleducados; la otra volcando sus fobias de un modo semialeatorio (por supuesto, se largó diciendo un "qué país"); el crío callado como un cabrón; los míos flipando pepinillos.
Bibliotecas, esos lugares al límite que terminan haciéndote escribir TOCHACOS.
ps.- el extra de ridículo fue cuando me volví y me encuentro que la de la furgoneta se estaba liando un cigarrillo. Por un momento pensé que se iba a liar un porro en nuestra cara en plan trolling master.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.