Estaba sentado esa tarde en un banco de un parque del hospital, abordando las circunstancias que habían provocado su actual situación. Su vida estaba sumida en dos mundos distintos. Uno de ellos era la realidad de ese momento y el otro, el indescifrable ayer perdido en su conciencia. Hacía unos días que lo encontraron deambulando perdido por las calles de la ciudad y lo habían internado allí.
La policía había averiguado todos sus antecedentes. Trabajaba como gestor en transacciones inmobiliarias y vivía en un departamento en completa soledad, sin familiar que lo reclamara. Los médicos consideraron que ese estado de shock amnésico era producto de su intensa actividad laboral. Pensaron que dejándolo descansar libremente unos días y aprovechando la tranquilidad que le brindaría su estancia en el inmenso parque que rodeaba al hospital, volvería a recobrar la memoria rápidamente.
Luego de unos instantes, se levantó del banco para dirigirse hacia la playa de estacionamiento del hospital, que estaba ubicada junto al parque. De pronto se detuvo ante la vista de dos hermosas bicicletas amarradas en un rincón apartado, que le llamaron poderosamente la atención. Ambas eran de color negro y de similares características constructivas, pero una era de mujer y la otra de hombre. Se quedó pensativo frente a ellas durante un buen rato, porque al mirarlas le surgían algunas señales en su memoria.
Esa inquietud le duró toda la tarde y al llegar la noche, luego de la cena, al ir a su cama y conciliar el sueño en su habitación, se encontró flotando lentamente en el aire. Soñó que deslizaba por la vereda de una calle angosta del centro de la ciudad, con muchos negocios y amplias vidrieras. Al llegar a un edificio destinado a consultorios médicos, vio un cartel que indicaba que uno de ellos estaba en alquiler. Todo el entorno se encontraba rodeado por un extraño silencio. De pronto, divisó en un aparcamiento para bicicletas emplazado frente al lugar en que se encontraba parado, dos bicicletas encadenadas, iguales a las que había visto en el estacionamiento. Después, la imagen se alejó de él y desapareció. Pero al despertarse a la madrugada del día siguiente, ese sueño quedó flotando permanentemente en su memoria, porque tenía la rara sensación de que realmente él había estado en aquel lugar.
Al levantarse de la cama la inquietud lo sacudió, como deseando sacarlo de ese letargo en que se encontraba, Luego de desayunar, mientras el sol emergía radiante en el horizonte, se dirigió nuevamente hacia el estacionamiento. Allí quedó sorprendido al ver que las dos bicicletas estaban todavía en el mismo lugar. Evidentemente habían permanecido encadenadas durante la noche, sin que los dueños las retiraran. Durante todo el día estuvo tratando de recordar, presintiendo que esas bicicletas eran una pieza de un rompecabezas de algún suceso de su vida, que no podía lograr precisar.
Al llegar la noche, luego de cenar y como no tenía sueño, fue nuevamente al estacionamiento para ver si aún estaban las bicicletas. Comprobó en esa oscuridad tenuemente iluminada por la luna, que permanecían allí como siempre. Entonces, decidió sentarse en un banco del parque, para poder recapacitar mientras esperaba que le vinieran las ganas de dormir. Luego de pasar algún tiempo, de pronto surgió como de la nada una esbelta muchacha y pensó que seguramente habría venido caminando de alguna parte del parque sin que él se diera cuenta.
La mujer se dirigió hacia donde se encontraban estacionadas las bicicletas y se quedó allí parada observándolas. El permaneció inmóvil en el banco, completamente sorprendido, pensando que posiblemente sería la dueña de la bicicleta de mujer y que pasaba a retirarla. Sin embargo, luego de un instante, observó que venía caminando hacia donde él se encontraba sentado. Cuando se acercó lo suficiente y se detuvo muy cerca, pudo distinguir que era una muchacha de una belleza indescriptible y repentinamente el corazón comenzó a latirle con mucha fuerza.
Luego y sin que pudiera explicarlo, comenzó a excitarse sobremanera, mientras ella lo miraba en forma tan apasionada, que parecía que estuviera atravesando todo su ser. En ese momento, percibió dentro de su pecho una inmensa sensación de amor que lo envolvía completamente. Entonces, ella le pidió que dejara de aferrarse a este mundo y que la acompañara, porque estaba muy sola y sentía que lo necesitaba. Luego se fue alejando en silencio, retornando hacia el lugar donde se encontraban las bicicletas, mientras él se iba reponiendo lentamente de ese estado emocional que se encontraba, sin entender y atinar absolutamente a nada.
Finalmente, la muchacha tal como había aparecido, desapareció mágicamente de su vista como una exhalación, sin dejar el menor rastro. Entonces, sentado en ese banco bajo la luz de la luna, comenzó a sentir esa particular y ominosa sensación paralizante que produce el miedo a lo desconocido. Después de un buen rato, algo recompuesto de ese episodio tan extraño, en un completo estado de abatimiento, se levantó y se dirigió lentamente hacia su habitación en el hospital para tratar de dormir. En su mente rondaban muchas incógnitas. ¿Por qué al ver a la muchacha tuvo esa inmensa sensación de amor? ¿Qué quiso decirle ella con eso de permanecer en este mundo?
Con su mente completamente confundida, recién en las altas horas de la noche pudo conciliar el sueño. Y fue en una pesadilla sobresaltada que luego de sentir unas inmensas convulsiones en su cuerpo, pudo finalmente comprenderlo todo. Él estaba caminando hacia la cita concertada para el alquiler de un consultorio desocupado en un edificio destinado a tratamientos médicos, que estaba ubicado en una calle céntrica de la ciudad. Entonces, al llegar, pudo reconocer en la vereda de enfrente a aquella hermosa muchacha, que estaba acompañada por su novio. El muchacho era parapsicólogo e iban a alquilar el local para instalar allí su consultorio. Ambos habían venido en bicicleta y las estaban atando con una cadena en el lugar de la vereda que estaba destinado a ello.
Se disponían a cruzar la calle para encontrarse con él, cuando de pronto, surgió un automóvil a gran velocidad que los atropelló y prácticamente los levantó por el aire, dándose a la fuga. El quedó paralizado por la sorpresa, pero se repuso y rápidamente corrió hacia el sitio para auxiliarlos. Quiso agacharse para ver si respiraban esos cuerpos destrozados, cuando quedó misteriosamente clavado en el sitio al producirse el estertor final del parasicólogo. Entonces sintió como que su alma trataba de aferrarse desesperadamente a este mundo y para ello se estaba introduciéndose lentamente en su cuerpo.
Debido a esas circunstancias, observó completamente obnubilado como la gente se arremolinaba junto a él en la escena del accidente y llamaban a la ambulancia. Mientras tanto, cada vez más fue sintiendo que todo se le hacía confuso y poco a poco, fue perdiendo la conciencia de si mismo. Luego, comenzó a deambular por las calles de la ciudad y después de unos días en un total estado de indigencia lo encontró la policía, hasta que finalmente decidieron internarlo en ese hospital para su recuperación.
Fue en esa noche que mientras dormía en ese sueño sobresaltado, comenzó a sentir unas inmensas convulsiones en todo su cuerpo. Era como si en ese preciso instante, el espíritu del muchacho estuviera tratando de fugar de su interior, para ir a reunirse con su amada en el más allá. Al despertarse al otro día, se encontró nuevamente en este mundo, porque había recuperado por completo su conciencia.
Le contaron que cuando trasladaron los cuerpos a la morgue judicial de ese hospital, todos su efectos personales y las bicicletas habían sido llevados allí. Posiblemente también ellas habrán encontrado su destino, porque desde ese día, como nadie las reclamó y la justicia es muy lenta, todavía continúan después de bastante tiempo encadenadas una a la otra. Tal vez, ellas sean tan felices como sus dueños en el más allá, oxidándose juntas a la intemperie, en ese lugar apartado del estacionamiento del parque del hospital.
Néstor, gracias por compartir esta historia.
Se me hace extraño el uso del idioma en algunos tramos del relato. Aun así se entiende.
Bueno, la temática no creo que la aborde en su totalidad. No sé. Todo se desarrolla en los sueños de un amnésico. Cierto es que el espíritu del parapsicólogo comparte emociones con el personaje central, pero no lo posee. Me refiero a que el espíritu no lo manipula, no dobla su voluntad, no anhela un objetivo o por lo menos no se muestra de manera clara. El protagonista y el lector es un simple observador de los hechos pasados, y todo se muestra mediante los sueños; sin posibilidad de interacción por parte del protagonista.
¿Qué ocurre dentro o fuera de la realidad? ¿Si el protagonista está poseído por qué no recuerda nada?¿Por qué el parapsicólogo se aferra a la vida si luego se va sin resistencia?
En fin, lo que menos me gusta del relato es el nudo. Todo sucede en un estado onírico e inexplicable:
“Entonces sintió como que su alma trataba de aferrarse desesperadamente a este mundo y para ello se estaba introduciéndose lentamente en su cuerpo.”
Por cierto, en esta frase se interpreta como que su alma se introduce en el mismo cuerpo del que salía. Lo que venimos a llamar un viaje astral. Supongo que es un cuerpo diferente, o no tiene ningún sentido la historia.
También todo se resuelve sin más y en un sueño. Igual que viene se va la posesión. Comprendo que son las palabras del fantasma de la novia lo que logran hacer cambiar de opinión al espíritu del parapsicólogo. Bueno, muy bien. Poco interesante, pero tiene sentido. Digo poco interesante porque que haya poseído o no al protagonista no cambia en nada su situación ni añade nueva información que lo haga cambiar de opinión.
Respecto al estilo de la narración puliría las repeticiones, creo que hay frases casi completas que se repiten. Es un relato que entra dentro de la temática, pero carece de tensión. Tal vez se intentó tocar la fibra del lector con la parte final del relato sin llegar a lograrlo por falta de clímax, pero el resto es monótono y carece de fuerza. Los personajes son muy planos, no llegan ni a estereotipos. Se busca la excusa de que el espíritu que posee al protagonista se dedicaba a la parapsicología en vida para explicar que él sí podría hacer esta pirueta sin ser invitado. No obstante falta mucha información para que llegue a ser creíble.
Cosas que me han gustado: pues la imagen de las bicicletas es una buena semilla para un relato. Me gustó mucho como se usó de sinapsis.
Mi puntuación es de 1,5 estrellas