Ego non te absolvo
“Bendígame padre, pues pecaré. Dijo usted que Dios desafió mi fe al llevarse a mi hijo. Ahora Dios debe tener fe en mí”.
Salió del confesionario y encendió un cigarro. Para cuando los feligreses notaron el olor a gasolina, la colilla ya había alcanzado el suelo.
¡Arriba!
Busco la suerte y si la encuentro, me la quedo.