Ayer por la tarde fui con mi esposa y mis hijos a un Mc'Donalds cerca de casa.
En el camino, el mayor me preguntó qué era el kendo. Le respondí como quien responde a un niño con curiosidad exploratoria y le dije que era una disciplina de combate donde se porta un bogu y un sable de bambú a lo que contestó "boh, pensé que era un videojuego japonés muy malo".
Hirió mis sentimientos. El respeto a la figura paterna se ha ido para siempre.
Óskar, tío, que yo no los llevo al MacDonalds.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.