Grandes remedios
El silencio de la clase fue sepulcral durante toda mi larga disertación.
Dicen que los alumnos del nocturno son problemáticos, pero una vez que pronuncias la amenaza y dejas el machete en la mesa, son como angelitos: ávidos de conocimiento y con extraordinarios modales.
Consecuencias
¡Silencio, maleducados!
¿No respetáis a nadie? ¡Vais aprender a honrar al que os educa! No tenéis decoro, ni honorabilidad, ni responsabilidad alguna. A partir de ahora, os vais a someter a la obediencia.
Agarró el revólver y observó su imagen proyectada en el espejo.
- Nunca te entendieron…
¡Bang!