Adiós, papá
Miré por el espejo retrovisor. El tipo se arrellanaba en el asiento trasero del coche patrulla y, más allá, observé a sus hijos, cada vez más lejos. En lugar de las miradas tristes que esperaba encontrar, me helaron sus inexpresivos ojos. Me atenazaron sus escalofriantes sonrisas.
Presunto
-Sin cadáver no hay delito. El acusado queda en libertad sin fianza. Se levanta la sesión –dijo el juez. El, hasta entonces, presunto culpable de asesinato sonrió.
La decisión de comerse a su esposa había sido un acierto.
Los hunos contra los "hotros".