Que nunca te ocurra
He arañado la tapa con todas las fuerzas, gritado hasta dejarme las cuerdas vocales. Y compruebo aterrada cómo nadie podrá oírme bajo estos tres metros de tierra. Sin embargo, llamaré a mi ex... Ahora bien: ¿me creerá esta vez, el hijo de puta?
Abandono
Veo la tierra plegarse ante Poseidón, que arremete con parsimoniosa alevosía. Escupe espuma ponzoñosa, y avanza, inexorable, buscando mi destrucción. Aterrada, no puedo gritar, no puedo huir, lo único que puedo… Es abandonar la teatralidad.
-Carlos, ¡desentiérrame de una vez! –grito, revolviéndome en la arena mientras sube la marea.