Craso error
Aquella mano, que con tanta firmeza había sostenido el bisturí a lo largo de los años, yacía inerte encima de la mesa, lista para ser triturada...
El resto del cuerpo contemplaba la escena desde la perspectiva de unos ojos desorbitados.
Revancha
Al fin, después de años de anhelada espera, lo tenía frente al bisturí. Estaba inmóvil, como había soñado, con medio litro de anestesia en las venas. Recordó las humillaciones de su ex jefe durante años. Pensó, sonriendo, preguntándose quién podría acordarse del juramento de Hipócrates
El endesabé no ocupa lugá