Aunque escribir es una labor de lobos solitarios, siempre miramos a nuestro alrededor para ver qué han conseguido cazar los demás. Supongo que es algo humano.
Os propongo que, ahora que está terminando el año, reflexiones sobre lo que ha significado para nosotros el año, tanto lo bueno, como lo malo (si es posible). Como poco a poco nos vamos conociendo, me sé de más de uno que nos va a dar mucha envidia.
Mi año no ha estado mal.
He conseguido publicar mi primer libro de relatos, he conseguido quedar finalista en dos concursos y he recibido una mención especial en otro.
Lo malo es que durante un tiempo he sentido vértigo. Después de publicar mi libro, empezó a costarme escribir. Era como si de repente la literatura más que un placer se hubiera convertido en una carga. Tuve que dejar de escribir durante unos meses y reflexionar sobre lo que significaba para mí la literatura.
Lo más importante de este año es que creo que ya lo he descubierto. Yo ya no quiero ser escritor. Me basta con escribir. No necesito la fama. No necesito publicar. Me basta con disfrutar con lo que escribo.
Aunque no te lo creas, todos son también para tí.
Bastante inútil