La reducción del espacio- tiempo

Nadie negará en este tiempo que la ciencia ha avanzado tanto que la relación espacio- tiempo se reduce considerablemente cada vez más. Muchas veces anhelamos, por ejemplo, llegar a un destino por un medio determinado para un encuentro deseado, un descanso reconfortante... Las prisas suelen estar a la orden del día.

¿Nunca os ha apetecido en algún momento de vuestra existencia bajaros del tren de la vida y permanecer en la estación, sentir la calma y el pausado discurrir del tiempo con el fin de contemplar el mundo con otros ojos? A veces no nos damos cuenta de que al estar cegados ante la naturaleza y sus gentes perdemos la capacidad de percibir la belleza. No sólo la belleza de una puesta de sol, el suave aleteo acompasado de una hoja al caer o un paisaje exquisito, dignos hijos de la naturaleza, sino también el contemplar las cosas sencillas, que también están cargadas de belleza: la sonrisa de un niño, una mirada de agradecimiento, una carta querida...

Antoine de Saint- Exupéry nos recomendó ver las cosas desde el prisma del corazón porque lo esencial es invisible a los ojos, y con la rapidez que transcurre este mundo, en numerosas ocasiones los detalles, aquellos hermanos de la belleza, pasan desapercibidos.

Parece que lejos queda ya, por ejemplo, ver la vida con los ojos de Marcel Proust, aquellos ojos que se deleitaban viendo cómo el oro dorado y rosa del atardecer se reflejaba en una cortina azul; o Robert Walser, aquel extraordinario escritor suizo con una virtud especial para lo sencillo, que era capaz de escribirle a un botón; o Blaise Pascal, al que no le importaba la marcha del tiempo cuando afirmaba que había escrito una carta más larga de lo normal porque carecía de tiempo para hacerla más breve.

¿Qué os parece, amigos lectores? ¿No sentís a veces el deseo de parar el mundo y tener unos instantes de calma para ver el espacio con los ojos del alma? Espero vuestra opinión y gracias por vuestra atención.