Los Imperfectos de Kadum VI
Grito de guerra: ¡Purgad nuestra imperfección!
Mundo de origen, fundación y primeras operaciones.
Mitad mundo factoría y mitad mundo altar, en Kadum VI lo habitual es que estén casi juntas realidades brutalmente opuestas la una de la otra. En la superficie existen jardines flotantes junto a enormes y majestuosas catedrales que se alzan kilómetros hasta apuñalar las capas superiores de la atmosfera, los peregrinos transitan por amplias avenidas bajo la atenta mirada de santos esculpidos en mármol rojo para presentar su devoción a los más de cien santos del cultos imperiales que ha dado el planeta. El aire es fresco por las constantes lluvias que riegan los jardines públicos que rodean los edificios de las altas autoridades del Imperio y de las grandes familias del planeta, todas ellas vinculadas a la cúpula de la Eclesiarquía y del Adeptus Mechanicum por lazos de lealtad, negocios y sangre.
Cientos de metros por debajo de todo esto las cosas son bien distintas. Entre los gigantescos pilares que sostienen la superficie artificial de Kadum VI existen megamétricas factorías donde billones de trabajadores propiedad de los poderosos de la superficie nacen, crecen, trabajan, se reproducen, trabajan y mueren. El grueso de esta ingente masa de trabajadores está compuesto por mutantes y humanos aún puros cuyos cuerpos no han sido corrompidos por los minerales de otros mundos y los productos quimialquímicos.
Para mantener este colosal enjambre de potenciales herejes y rebeldes por el buen camino existe desde la Edad de la Apostasía una versión del Credo Imperial relativamente extraña, la Escalera Celeste. Según esta versión de la fe humana el Emperador creó una enorme escalera en la otra vida, arranca desde el impuro nivel del mutante y termina en los últimos peldaños de la Nobleza que conduce al mismo Trono Dorador. Solamente con una vida de abnegación, trabajo y lealtad puede el alma del mutante ir purificándose, y avanzar por la escalera viviendo centenares de vidas hasta alcanzar el Trono Dorado para poder descansar junto al mismo Dios de los Humanos.
Pocos siglos después de la implantación de la Escalera Celeste el gobernador planetario de Kadum VI, hoy conocido como San Verr’Ipal, recibió una doble advertencia del Administratum. En primer lugar, la cantidad de mutantes existentes en el planeta superaba con creces lo esperado incluso en un mundo factoría, las estimaciones imperiales alertaban que de no poner freno a aquel crecimiento aberrante en menos de tres centurias los humanos puras serían una minoría en un mundo mutante, algo intolerable. Por otro lado, le informaron que Kadum VI debía proporcionar una docena de regimientos a la Guardia Imperial, se estaban gestando una Cruzada en los Dedos de Neronte (Segmentum Obscurus) para conquistar un pequeño reino alienígena que había demostrado ser irreductible (los ahiryuts).
Verr’Ipal vio inmediatamente una solución a sus dos problemas, por eso a día de hoy es santo de aquellos que consiguen usar la adversidad en provecho del Imperio.
Se reunió con los representantes del Adeptus Mechanicus para entregarles las nuevas especificaciones de la producción para 3 de las factorías: equipamiento militar estándar de bajo coste que cumpliese los mínimos de calidad. Al cabo de 5 semanas, y con un elevadísimo coste en vidas de trabajadores, Kadum VI disponía de suficiente material bélico para armar todo un planeta.
Entonces hizo llegar a su hermano, representante de las Compañías de Predicación más importantes, el nuevo mensaje que debía llegar a las masas mutantes por metafonía en las misas de trabajo.
Luchar y morir al servicio del Emperador en la Guardia Imperial aceleraba el avance por la Escalera Celeste de los mutantes. Tal era la bondad del Dios Emperador.
Millones de mutantes fueron reclutados, entrenados y equipados en cuestión de meses. El Imperio recibió 24 regimientos de leales mutantes que se harían masacrar en su nombre en las estrellas; en el discurso de la Fundación, Verr’Ipal los bautizó como los Imperfectos. Es necesario mencionar que al mismo tiempo se compraban cartas de propiedad de nuevas levas trabajadoras en otros mundos, cuyos degenerados descendientes serían siglos después nuevos Imperfectos.
Junto aquellos “regimientos del horror”, empleando las palabras del comandante juggarnita Drusplá, viajaban (como siguen haciendo a día de hoy) centenares de sacerdotes y oficiales pertenecientes a las líneas de sangre menores de las grandes familias kadumas. Algo que asombró a los mandos imperiales, y que a día de hoy sigue haciendo, es la nula presencia de comisarios entre los Imperfectos ¿Quién necesita moral cuando tiene fanatismo?
Las tropas mutantes se comportaron de forma excepcional durante la Cruzada; en el satélite VC-8 Sigma los regimientos 4º y 7º defendieron durante un mes una posición vital cuando otros regimientos cayeron en los bombardeos químicos alienígenas, las bajas fueron brutales pero el enemigo no tomó el lugar; cuando el 10º aerotransportado de Valhneim llevaba a cabo sus operaciones de sabotaje en suelo ahiryu, eran los Imperfectos quienes realizaban operaciones de distracción. En la toma de la última fortaleza xénica que quedaba en pié lucharon los 9 regimientos originales que habían sobrevivido, hasta el último de aquellos mutantes dio su vida para dejar sin munición a los enemigos del Imperio en una operación de desgaste que de haber sido llevada a cabo por humanos puros sería objeto de himnos de alabanza.
Más o menos lo que hicieron los Aliados para dejar a los alemanes sin munición en Normandía: enviar más hombres que proyectiles enemigos .
Que grandes los imperfectos. Es una jugada muy inteligente para ser Imperial: no malgastar munición propia, hagamos que los xenos gasten la suya para limpairnos de mutantes. Seguro que se pone de moda (no tardarán en acostumbrarse, ya lo hacían con el g.i. medio).
Supongo que debería estar enojado. Hasta sentirme violado. Pero no lo estoy. No. La verdad creo que es un mensaje amigable, como: ‘Hey, ¿quieres jugar?’ Y sí, quiero jugar.