Integrante de la llamada Generación del Cincuenta, nación en la Ciudad de México el 30 de Junio de 1939. Es, por si no lo sabéis, el Premio Cervantes 2009, y recientemente recibió el galardón, por lo que me parece necesario hacerle un homenaje.
En boca de Minerva Margarita Villareal, la mujer que ha recogido sus poemas en la antología Elogio de la Fugacidad, la cual recomiendo, la poesía de Emilio Pacheco es "como raíz aferrada de yedra que perservera contra el asfalto para no morir, ..., un testimonio de la férrea presencia de Mnemosine aún en la tierra, diosa del tiempo, de la memoria y del recuerdo, a quien debemos la invención de la palabra y el lenguaje, y a la que nuestro poeta, jamás deja de honrar." Yo quiero destacar de este poeta la extremada sencillez de su lenguaje, una demostración que se puede hablar de los temas trascendentales a través de lo mundano, que se puede hacer poesía sin necesidad de grandes ripios. Aquí dejo unos cuantos poemas que me llaman la atención:
El mar sigue adelante
Entre tanto guijarro de la orilla
no sabe el mar
en dónde deshacerse
¿Cuándo terminará su infernidad
que lo ciñe
a la tierra enemiga
como instrumento de tortura
y no lo deja agonizar
no le otorga un minuto de reposo?
Tigre entre la olarasca
de su absoluta impermanencia
Las vueltas
jamás serán iguales
La prisión
es siempre idéntica a sí misma
Y cada ola quisiera ser la última
quedarse congelada
en la boca de sal y arena
que mudamente
le está diciendo siempre:
Adelante
La flecha
No importa que la flecha no alcance el blanco
Mejor así
No capturar ninguna presa
No hacerle daño a nadie
pues lo importante
es el vuelo la trayectoria el impulso
el tramo de aire recorrido en su ascenso
la oscuridad que desaloja al clavarse
vibrante
en la extensión de la nada
Gatidad
La gata entra en la sala en donde estamos reunidos.
No es de Angora, no es persa
ni de ninguna marca prestigiosa.
Más bien exhibe en su gastada pelambre
toda clase de cruces y bastardías.
Pero tiene conciencia de ser gata.
Por tanto
pasa revista a los presentes,
nos echa en cara un juicio desdeñoso
y se larga.
No con la cola entre las patas: erguida
como penacho o estandarte de guerra.
Altivez, gatidad,
ni el menor deseo
de congraciarse con nadie.
Duró medio minuto el escrutinio.
Dice la gata a quien entienda su lengua:
Nunca dejes que nadie te desprecie.