La banda de lunares
Reseña del relato de Arthur Conan Doyle sobre Sherlock Holmes
De cuantos llevo leídos hasta la fecha, La banda de lunares es tal vez mi relato preferido de Sherlock Holmes. Esto se debe tanto a mis preferencias personales de ambientación como a la calidad de la trama.
Atendiendo a la primera, casi podríamos encuadrar al relato como un homenaje a la novela gótica. Como eje central tenemos una familia desestructurada con sus habituales secretos inconfesables que habita, cómo no, en una decrépita mansión que no es más que un reflejo de sí misma. La propia historia, que se funde a la perfección con este escenario, tiene detalles de ghost story, desde la muerte por puro horror a las apariciones inexplicables, todo ello tratado con una mano envidiable.
La inclusión de Holmes y su inseparable Watson dan la pincelada policíaca sin terminar de reconducir la historia fuera del terreno del suspense, lo que permite ganar en tensión y emoción: no solo está en juego el mero desafío intelectual, sino la vida de los implicados. De un modo general, podríamos decir que el enigma central de La banda de lunares es un misterio de habitación cerrada —con un guiño más que evidente, a mi parecer, a Los crímenes de la calle Morgue, de Edgar Alan Poe—. El modo en el que están tratadas las pistas y la calidad de los detalles hace que sea, no obstante, a pesar del recurso, una historia muy original.
El resultado es, a mi entender, una de las historias más eficaces y sugerentes del personaje, también porque aprovecha muy bien la extensión y no deja con la sensación de haber tenido que cerrar el caso demasiado rápido. Muy recomendable.
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