Cinco pepitas de naranja
Reseña del relato de Arthur Conan Doyle protagonizado por Sherlock Holmes
Cinco pepitas de naranja es un relato que apunta muchos de los puntos clave de las historias de Sherlock Holmes. Arranca con la habitual consulta al detective, la cual sirve de punto de partida para plantear una serie de probables asesinatos que, de alguna manera, parecen estar conectados y cuyo mayor gancho es la presencia de las pepitas que le dan título, un elemento de lo más inesperado. La trama en sí es sencilla y la resolución del relato es lineal, pero en cierta manera permite entrever un entramado más complejo.
La implicación del Ku Klux Klan a día de hoy resulta muy evidente en cuanto se ven las siglas, pero quizás no lo fuera tanto en su época y, en cualquier caso, aporta un elemento exótico que sienta muy bien a la historia y que va en la línea de otras narraciones del personaje, como Estudio en escarlata o el Signo de los cuatro. Conjugado con las extrañas circunstancias de las muertes y los enigmáticos mensajes acompañados de las semillas de naranja —un recurso simbólico muy del gusto de Arthur Conan Doyle—, la atmósfera tejida es de lo más eficaz. Es en los detalles donde el escenario gana en volumen en interés y seduce al lector; de hecho, a pesar de ser una historia policíaca Cinco pepitas de naranja es, sobre todo, una historia de atmósfera.
Es cierto que el final del caso puede resultar algo abrupto, en cierta medida frustrante, algo que se debe, probablemente, a que se vio constreñido por las necesidades de extensión marcadas por The Strand Magazine, pero se disfruta por completo a día de hoy a pesar de ello. No es de las historias más ingeniosas en cuanto a misterio de las planteadas por el personaje, pero sí una que hace volar la imaginación, uno de los grandes valores añadidos de Holmes para el lector contemporáneo.
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