El gran rallye
Reseña del librojuego de R.A. Montgomery y R. Reese
Cuando era canijo y acompañaba a mi madre al supermercado me caía a veces de regalo un libro. Creo que ha sido la única ocasión en la que me ha parecido una buena idea que vendieran libros en los súper. Sobre todo, si eran de Elige tu propia aventura. Por desgracia, la elección no era amplia, y en una de las ocasiones terminé por pillarme el que nos ocupa hoy: El gran rallye.
La inevitable gran pasión por los coches que como todos los críos tuve no sobrevivió mucho tiempo: alguna películas de Herbie, la serie de El coche fantástico y las típicas carreras de Majorette con mi hermano. No me gustaban demasiado, qué le vamos a hacer. Pero sí que tuve un magnífico álbum de cromos sobre el París-Dakar lleno de animales salvajes (¡el fenec!) y trucos sobre supervivencia que igual fue lo que me decidió por este título. O tal vez que no había otro a tiro. Sinceramente, no lo recuerdo.
El caso es que lo he leído de nuevo para realizar la reseña y tampoco me ha hecho tilín. Mi chico mayor, que se lo leyó hace unos meses (con nueve años), me dijo que era el que menos le había gustado de los que rondaban por casa y que, por resumir, era incomprensible. Supongo que lo llevamos en la sangre (ahí va el aviso a navegantes), pero también creo que tenemos razón.
El gran rallye va de... ganar una carrera de coches en el África Oriental. Se ve que el autor era un apasionado del tema y viene hasta un mapa y una mención sobre el valor didáctico del libro, pero no creo que aportase más de lo que veíamos de refilón en los telediarios. En cuanto a la parte de madurar tomando decisiones... el problema es que no tienes sobre qué apoyarte para tomarlas. Oye, ¿qué es mejor para una carrera de obstáculos en los '80, un Toyota o un Land Rover? Si hubieran puesto un Dlorean... Lo ideal hubiera sido encontrar pistas en el texto, ¿no? Pues no: está el caso del Lancia, que te dicen que ha sido usado mucho en tu familia, pero tampoco es que esto te aporte nada más allá de la anécdota. Por ser aleatorio, hasta te cambian al azar de copilotos.
El escenario en sí es colorido: hay refugiados, animales salvajes, tormentas, guerrilleros, carreras amañadas, accidentes, ¡hasta puedes descubrir una mina de oro! Eso sí, vas cayendo en las distintas situaciones como quien no quiere la cosa. A este aspecto fragmentario contribuye que el libro está dividido en dos carreras (de velocidad y todoterreno) y que en cada una puedes elegir dos coches distintos (y te cambian de copiloto). Así, te quedan minihistorias de tres o cuatro decisiones a todo tirar. Esto te lo puedes imaginar cuando ves que de 114 secciones, 32 se anuncian como finales; algo en lo que, por supuesto, cuando eres niño no te fijas.
Con estos elementos, El gran rallye es quizás el librojuego más frustrante que me he leído. ¿Vas por el camino de la montaña o por el del valle? Échalo a cara o cruz, que nunca se sabe dónde caerá el meteorito.
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