El viejo galeón navega de nuevo... sí, una vez más

Imagen de Long Clic Silver

El tercer barco pirata de los clics convirtió al segundo en un barco fantasma. Y ¿a quién no le gustan las historias de barcos fantasma?

Cuando hablábamos del primero, el barco pirata playmobil 3550, explicábamos que no dejaba de ser normal ver a una tripulación pirata en un galeón armado con solo dos cañones. Después de todo, los piratas reutilizaban todo tipo de navíos para sus propósitos, que no siempre eran perseguir a naves en mar abierto. El caso es que esta misma teoría justificaría que el barco pirata 3750 fuera el mismo (aunque, por disimular frente a las autoridades portuarias hubieran cambiado las sirenas por leones rampantes). Y, ya de paso, que el tercer barco pirata, el 3053, fuese idéntico al precedente.

La misma estructura, el mismo velamen, los mismos blasones, incluso el mismo año de lanzamiento a juzgar por los archivos de Playmobil (aunque esto, claro, depende de qué país tomemos como referencia). Está claro que el capitán Cortés (pues no es otro sino el capitán Cortés ese sonriente pirata de elegante uniforme, aunque ya explicaremos en otro momento por qué) arrebató al bueno de Barbarossa su navío, quien sabe con qué sucias artimañas. Es tal la usurpación (como observaréis, la única actualización del barco fueron los pabellones, que dejaron su rigidez para ondear al ritmo de los vientos caribeños) que incluso en algunos catálogos este aparece como barco pirata 3750. ¡Conservaron hasta el gato, el loro y el mono!

¿Merecía la tripulación primigenia perder la potestad sobre su navío? Bueno, esta cuestión encontrará respuesta según los gustos de cada cual, aunque hay cosas indiscutibles: el capitán Cortés, con su casaca con chorreras (tomadas de alguna guardia real de los años precedentes) y sus botas altas es un personaje inigualado. De hecho, es un modelo que no se ha vuelto a ver y, qué demonios, resulta más carismático con su barba de dos días y sus pendientes (moda que inauguró el marinero del 3750) que el entrado en carnes Barbarossa, que poco tiene de canalla ochentero con su barba pelirroja y su tripa de barril.

En cuanto a grumetes, Nuditos (sí, así se llama el nuevo) resulta algo menos aburguesado que su predecesor gracias a la camiseta de rayas que se adivina bajo la chaqueta, lo que, sin duda, agradecieron los niños, poco dispuestos a verse representados por un ñoño cuando se hacen a la mar a pescar tesoros.

Si hablamos del segundo de a bordo, al entrañable viejo pata de palo le toca lidiar con un igualmente lisiado pero más joven atildado marino ¿quizás francés? Con un bigote de mosquetero como el que lleva y una casaca tan reluciente, más el sombrero de ala ancha...

Y qué decir del marinero: al simpático tripulante de gorro frigio y aros dorados le sustituye un macizo marino de ojos rasgados, bien alimentado, barbudo y con un original sombrero de ala ancha (fue una buena remesa para los sombrereros, sin duda). En combate no hay color y tampoco en cuanto a exotismo porque, ¿de qué puerto vendría ese tipo con una piel tan pálida y una mirada como esa?

Quizás el único punto flaco sería la pirata. La primera que conocimos, en el 3750, podríamos asimilarla a Mary Read, la famosa compañera de aventuras de Anne Bonny que, como muestra su biografía, prácticamente se vio arrastrada a la piratería: de niña su madre la hizo pasar por su difunto hermano mayor para seguir recibiendo una pensión de cierta tía rica; luego se enroló en la marina británica, fue hecha prisionera por piratas y, finalmente, terminó uniéndose a ellos. ¡Incluso mató a uno al pretender este eliminar a un prisionero del que se había enamorado! Una pirata romanesca y con carácter que se vestía de hombre, como hemos terminado imaginando a estas damas de fortuna.

El caso es que no todas las mujeres piratas se vestían como hombres, ni siquiera a bordo, cuando se comportaban como uno más. Así, aunque la muchacha que vemos en el barco 3053 nos recuerde a la gitana Esmeralda de la obra de Victor Hugo, bien podría ser Flora Burn, pirata que operó desde 1741 en la costa Este de América del Norte. Hay que reconocer que su atuendo y su peinado son originales, aunque lo de las pantuflas no quede muy serio.

En conjunto, no creo que se pueda decir que este barco fue mejor o peor que el que le precedió, pero está claro que Playmobil buscaba afinar la formula para sus piratas y que consiguió una segunda tripulación llena de carisma y con particulares detalles. Además, a esta le sacó partido con algunas ideas peregrinas que veremos más adelante.

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