La visión del editor: Calabazas en el Trastero: Especial Poe

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Un repaso de la tercera entrega de la antología periódica que Saco de huesos publica con La Biblioteca Fosca

Sin lugar a dudas, Calabazas en el Trastero: Especial Poe fue un punto de inflexión. La temática surgió de un modo natural si tenemos en cuenta que andábamos celebrando el bicentenario del americano, pero fue toda una sorpresa la participación: nada menos que 165 obras postularon, incluso una novela (sic), si no me falla la memoria. Ya estábamos rodados en el funcionamiento básico de todo lo que era la selección y la edición, pero el número era especial —que no fuera de colección, imprecisiones estas que ya se quedan para siempre— por ser el primer calabazas publicado bajo el sello Saco de huesos y también el primero dedicado a un autor y no a un tema.

No terminaron ahí las peculiaridades. Ya hemos dicho que la participación fue inusitadamente alta, algo que nos dio mucho vértigo porque parecía que íbamos en progresión exponencial y que se nos venían encima más de doscientos relatos para la próxima, algo que, por suerte, no se dio. En la selección nos encontramos con muchas caras nuevas, más de la mitad, aunque pocas repitieron en los calabazas, y con seis escritoras, algo que sorprendió bastante en su momento. Además, el libro incluía una traducción nueva de un relato de Edgar Allan PoeEl corazón delator— que tuve el placer de realizar para la ocasión con la idea de acompañar el relato homónimo de Miguel Puente Molins, con el homajeaba el original. Es decir, que en cierto modo la antología cuenta con catorce relatos.

Recuerdo que hacer la selección fue un auténtico infierno: no solo habían llegado muchísimas más obras de las que esperábamos y muchas en el último momento, sino que los temas se repetían sin cesar y sin aportar muchas veces demasiado a la obra original de Edgar Allan Poe. Acabamos de entierros prematuros y cuervos parlantes hasta el gorro. Sobre todo de entierros prematuros. Nos vimos emparedados en pilas y pilas de entierros prematuros con gato negro incluido. Sin embargo, a toro pasado no me sorprende tanto esta particularidad: aquel año pude leer algunas antologías homenaje y constatar que la visión de la obra de Poe no es tan amplia o profunda como cabría esperar, algo que ha hecho que mi satisfacción con Calabazas en el Trastero: Especial Poe haya ido creciendo.

Relatos como El Círculo de los Viernes, de L.G. Morgan —que se llevó muy merecidamente el Premio Nosferatu y que en mi memoria ha quedado como un primer eslabón a partir del que pude ir descubriendo el fascinante mundo literario de la autora de Entremundos—, El cuervo, de Óscar Bribián, El otro lado del barro, de Miguel Martín Cruz, o In terrorem fac simile, de Javier Fernández Bilbao son auténticos homenajes llenos de fuerza y carácter propio, algo que debía ser el objetivo de la celebración. Otras, como Berenice Fashion, de María R. Gómez Iglesias, con las que no conecté tanto en su día (de lo que deduzco que yo no ordené la selección), se me han quedado grabadas en la memoria precisamente por esa voz personal y, como un buen amontillado, se han ido revelando más de lo que pensé en su día.

Puede que esa sea la clave que se puede dar a los autores interesados en saber cómo demonios consigues entrar en una antología o llamar la atención en una convocatoria con una afluencia tan masiva de escritos: carácter propio. Evidentemente, la prosa ha de estar cuidada y el relato fluir bien, pero sin ese elemento diferencial que fija la historia en la memoria del jurado la cosa se complica sobre manera. No se trata de ser estrambótico, sino de no contar más de lo mismo.

Por supuesto, no hay recetas mágicas y se te quedan por el camino relatos, algunos de los cuales todavía recuerdo con claridad y cierta nostalgia: el sugerente Del viaje por tierras malditas de un hombre valiente, el espeluznante El ojo de buitre, el inquietante deliver us from evil Poe, el efectivo Diamantes malditos o el irreverente La Caída del Señor Usher hubieran tenido un hueco en mi selección, pero esa era otra cosa que íbamos aprendiendo: que el contar con varias perspectivas da una mayor solidez e interés a las antologías.

El resultado, en cualquier caso, fue muy bueno y es uno de los calabazas que mejor ha funcionado con los lectores también, quizás porque la temática atrae, quizás por la cubierta sobria —que es de las pocas en las que no contamos con un ilustrador externo—, seguramente porque la sombra de Poe es alargada y nuestros autores supieron cobijarse bajo ella. A cada uno queda juzgarlo.

Tenéis más información sobre este Calabazas en el Trastero: Especial Poe en http://sacodehuesos.com/calabazas-en-el-trastero/3-especial-poe

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