Un juego de caballeros
Reseña de The english game, la serie de Netflix sobre el nacimiento del fútbol
Soy un gran fan de la época victoriana y el año pasado trabajé con mis alumnos en un par de ocasiones la separación del antiguo juego de pelota británico en dos grandes deportes contemporáneos: el rugby y el fútbol. Por ello, cuando vi que Netflix había lanzado una serie sobre el deporte rey en el siglo XIX estaba decidido a verla lo antes posible. La cuestión es que con el confinamiento y la cantidad de personas que estábamos en casa, temía no conseguir hueco si a mi mujer no le apetecía también, cosa que veía poco probable porque, francamente, ninguno de los dos somos grandes aficionados al fútbol. Para mi sorpresa, se mostró encantada ella también con la propuesta, seguramente porque tenía detrás al equipo de Downton Abbey y, empecemos por ahí, nos ha encantado a todos (mis hijos mayores incluidos).
Un juego de caballeros (The english game en el original, un juego de palabras entre los “juegos” sociales de la época y el deporte) es una serie histórica que nos muestra el cambio de paradigma en el deporte que tuvo lugar en la sociedad victoriana del siglo XIX. Al mismo tiempo que se replanteaban muchas cuestiones vitales, como la estructura de la familia, la religión, el mundo del trabajo, etc., muchos pensadores pusieron su mirada en el deporte. La actividad física estaba muy bien vista, pero debía ejercerse dentro de las normas del decoro propias de la clase social y el sexo.
El punto central de la trama es ese. En los famosos colleges británicos la actividad física era obligada y una fuente de orgullo, pero sería la llegada del ferrocarril la que desataría enormes cambios: antes se enfrentaban equipos vecinos, pero poco a poco los partidos de pelota se fueron extendiendo entre instituciones más lejanas... y descubrieron que no tenían las mismas reglas. Fue así como se separaron el fútbol y el rugby (por discrepancias sobre el contacto físico, principalmente) y como se crearon las primeras ligas y asociaciones nacionales.
La serie Un juego de caballeros nos sitúa en un momento algo posterior: se está asentando del crecimiento del fútbol como punto de encuentro entre ciudades, pero todavía está principalmente reservado a los caballeros... que son los que tienen tiempo y medios para estar en forma y competir en condiciones y quienes ganan sistemáticamente las competiciones. La remuneración por hacer deporte no está solo mal vista, sino que es contraria al reglamento, algo que, a todas luces, los beneficia.
Evidentemente, esto es algo que no va a durar eternamente. El siglo XIX trajo muchos cambios, sobre todo en la concepción económica del mundo. Así, hay empresarios que se dan cuenta del potencial que tiene el fútbol como espectáculo de masas y deciden invertir en él.
Desde este punto de partida vamos a encontrar varias historias entrecruzadas de personajes de distintos estratos sociales, con diferentes visiones del mundo, que sirven a los creadores de la serie para mostrarnos perspectivas dispares de la sociedad victoriana: burgueses con conciencia social, proletarios que buscan labrarse una fortuna, el papel de los sindicatos, el creciente movimiento feminista, los conservadores y los escépticos... El fútbol es el epicentro de la historia pero el cuadro es mucho más amplio.
Quizás, de hecho, el punto más decepcionante para algunos será constatar que hay pocas escenas de deporte propiamente dichas, aunque magníficamente concebidas y ejecutadas. Los movimientos de jugadores en el campo, más próximos a una melé que al fútbol contemporáneo, muestran la buena documentación realizada.
En definitiva, Un juego de caballeros es una serie apasionante, con muy buen ritmo, unas actuaciones soberbias, unos escenarios muy cuidados y un trasfondo abordado con mucha habilidad, sin poner conclusiones en la mesa pero sí presentando todos los elementos de una sociedad sacudida por una nueva conciencia social que navegaba sobre las aguas tumultuosas de un capitalismo creciente.
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