Roberto Malo – El último concierto de David Salas
El polifacético autor maño acaba de embarcarse en una aventura que aúna música y literatura, y está dispuesto a someterse al Séptimo Grado por ella.
Ya en el pasado había tonteado con el cine —porno, nada menos— en Los guionistas, la metaliteratura en Maldita novela, los relatos fantásticos en La luz del diablo y Malos sueños —especialidad con la que cosechó incluso un premio Nocte—, la realidad onírica en La marea del despertar, el thriller de ciencia ficción con Asesinato en el club nudista y la literatura infantil en varios proyectos traducidos a varias lenguas. Muestras, en definitiva, de una mente inquieta sobre la cual podéis conocer más en su blog, robertomalo.blogspot.com/, o en la siguiente entrevista
Define El último concierto de David Salas en siete palabras.
Novela de humor sobre un cantante golfo.
¿Qué error cometiste en este proyecto que no volverás a repetir?
Cantar en las presentaciones, pero es que la novela está salpicada de canciones... Prometo no volverlo a hacer con otra novela mía, pero en este caso se presta lo de emular al protagonista, la verdad. Y lo cierto es que me lo estoy pasando muy bien en la gira de recitales-presentaciones.
¿Cuál es el logro de cuantos encierra del que estás más orgulloso?
La estructura. Son más de trescientos textos ordenados alfabéticamente, enlazados como un collar de cuentas, y la historia funciona como un preciso mecanismo de relojería. Es un pasapáginas muy medido y original. Y hay quien me ha dicho que he creado un nuevo género: la fononovela.
¿A qué público le va a encantar?
A los que quieran pasar un buen rato, sin más. La novela es un divertimento ligero. Y a la gente de espíritu joven, por su vertiente más gamberra y provocadora.
¿Y quién no se acercará a la novela ni con un palo?
La gente sin sentido del humor, me temo.
¿Alguien se te echará al cuello?
Las groupies de David Salas, supongo, para comerme a besos...
¿Piensas volver a trabajar en esta línea o con esto ya cierras etapa?
Una novela como esta es irrepetible, francamente, por su propia idiosincrasia y concepción. Pero espero seguir pergeñando obras raras e inclasificables...
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