El vigilante y su fábula

Imagen de Patapalo

Comentario sobre este recopilatorio que recoge la obra completa del Poeta Rosendo Tello Aína, dividida en los libros “Ese muro secreto ese silencio”, “Fábula del tiempo”, “Paréntesis de la llama”, “Libro de las fundaciones”, “Balada a dos cuerdas”, “Meditaciones de medianoche”, “Las estancias del Sol”, “Caverna del sentido”, “Más allá de la Fábula”, “Augurios y leyendas de un tiempo que se va”, “Confesiones en vísperas de domingo”, “Cabaña de la luz”, “Hacia el final del laberinto” y “Consagración al alba”.

Edgar Allan Poe decía que únicamente un poeta tenía la capacidad de juzgar la obra de otro poeta. Partiendo de esta premisa, tendrán que disculpar que sea yo quien escriba este comentario. También tendrán que aceptar que lo comience con una cita elegida por el propio Rosendo Tello para abrir su libro “Augurios y leyendas de un tiempo que se va”.

 

Hijo mío, nos pasamos la vida buscando algún país de cuya existencia no tenemos certeza. A veces, un relampagueo, una niebla dorada, un monte aterrador… Quién sabe si, después de muchos, muchos años, muy tarde y muy lejos, lo encontraremos. Quizás cuando no haya nada que buscar. Cuando todo se haya vuelto inexistente, como un alarido en la noche. (Cuento anónimo)

 

Emprender la lectura de una obra que es la obra de toda una vida, como es el caso de este libro, es una tarea impresionante. Uno se siente como un juez inmerecido y enmudecido ante la magnitud de las circunstancias. Cualquier comentario que se pueda hacer parece, en cierta medida, inapropiado. Cuando se conoce al propio autor, aunque sea del modo tan ligero que nos atañe, el sentimiento se incrementa. Sin embargo, la reseña no tendría sentido sin un comentario personal de quien la escribe, y es por ello que me obligo a hacerlo.

 

“El vigilante y su fábula” es una obra de proporciones épicas; no en vano abarca casi una vida entera, y eso se percibe en sus líneas, a través de las cuales navegamos en el tiempo. El dominio del lenguaje, del ritmo y de la sonoridad de las palabras del que hace gala el autor, convierte este viaje en un periplo mágico. Durante el mismo, también percibiremos la faceta de profesor del poeta, pues se puede hablar, sin temor a ser demasiado osado, de lecciones magistrales a la hora de jugar con ecos, resonancias y significaciones.

 

Todos estos recursos, fascinantes para todo aquél que ame la literatura, los encontraremos en un variado conjunto de escenarios, tras los cuales se percibe, en su mayoría, el sabor de la tierra aragonesa. El velo de magia, de épica, con el que nos la presenta no distorsiona la imagen; más bien al contrario, pues parece que sea a través del mismo el único modo adecuado de contemplarla.

 

Autor

 

Rosendo Tello Aína nació en Letux (Zaragoza, España) en 1931. Es catedrático de Lengua y Literatura Españolas, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza y Vicepresidente de la Asociación Aragonesa de Escritores.

 

Ha publicado los siguientes títulos, todos ellos recopilados en el volumen aquí reseñado: “Ese muro secreto ese silencio” (1959), “Fábula del tiempo” (1969), “Libro de las fundaciones” (1972), “Paréntesis de la llama” (1975), “Balada a dos cuerdas” (1979), “Meditaciones de medianoche” (1982), “Las estancias del Sol” (1990), “Caverna del sentido” (1992), “Confesiones en vísperas de domingo” (1996), “Más allá de la Fábula” (1998), “Augurios y leyendas de un tiempo que se va” (2000), “Cabaña de la luz” (2002) y “Consagración al alba” (2004).

 

Sinopsis

 

El mundo y la vida vistos a través de los ojos del poeta a lo largo de su vida, retratados con una mirada especial llena de magia que ahonda en los misterios del espíritu humano.

 

Edición

 

El Vigilante y su Fábula

Rosendo Tello Aína

Prames, 2005

Edición de bolsillo

 

Conclusión

 

Rosendo Tello es una de esas personas que te fascinan inmediatamente por la gran pasión que ponen en lo que hacen, por la fe que tienen en ello. La primera vez que le vi fue en un taller de literatura sobre poesía organizado por la Asociación Aragonesa de Escritores. Era tal su entusiasmo leyendo, enseñando, comentando poesía, que desde aquel momento me propuse retomar esa vieja asignatura dejada de lado.

 

Cuando supe que estaba firmando en la feria del libro, me acerqué para comprar alguna de sus obras. El encuentro, como no podía ser de otra forma, fue memorable. Sólo diré que me pagó de su propio bolsillo parte del precio del libro; tal es su pasión por la poesía y por transmitirla. La lectura de su obra ha sido una continuación de la magia de aquel encuentro.

 

Sin duda una opción muy recomendable, también para aquéllos que, como yo, no son asiduos del género, sino grandes desconocedores. En sus páginas encontraremos versos memorables, figuras insospechadas que nos acariciarán el alma o la sacudirán de lado a lado, ¡incluso una definición a modo de poema de la propia poesía! Y entre todos los poemas, sin duda alguna, habrá alguno que hechizará al lector sin remedio. El que me atrapó a mí, sin lugar a dudas, es “La casa abandonada”. Sólo por leerlo mereció la pena pasar la vergüenza de no poder pagarme el libro. Vergüenza que el poeta, con su magia, supo convertir en complicidad.

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