Relectura del mito de Frankenstein

Imagen de Anne Bonny

Reseña de esta obra publicada en dos tomos (Renaissance -Renacimiento- y Remords -Remordimientos-) que bajo el subtítulo “Relecture du mythe de Frankenstein” retoma la novela de Mary Shelley bajo una nueva óptica. Forma parte de la serie Pacush Blues, publicada por la Editorial Vents d'Ouest en Francia

Frankenstein, o el moderno prometeo, es una obra que ha alimentado la imaginación de millones de personas a lo largo del tiempo, y de entre ellas unos cuantos han sido artistas que, finalmente, se han decidido a exponer su propia versión del mito. El concepto del científico que en su soberbia intenta crear vida es demasiado interesante como para ser dejado de lado, qué duda cabe.

 

En el caso de Ptiluc, nos encontramos con que su relectura del mito se centra en aspectos que, a priori, fueron secundarios en la novela original. Sí, tendremos, cómo no, reflexión sobre la creación, la paternidad y la responsabilidad sobre el horror desatado, pero también, aprovechando este marco ya conocido, indagaremos en el impacto social que podría tener la creación de un monstruo tal añadiendo una nueva premisa muy de actualidad: una espeluznante capacidad destructiva.

 

Si el monstruo de Mary Shelley era lo bastante poderoso para llevar su rol de mala conciencia a extremos homicidas e inquietantes para el profesor Frankenstein, el de Ptiluc es una especie de arma de destrucción masiva que dará la vuelta al orden de las cosas, recluyendo a la “civilización” en un estado de emergencia regido por el pánico.

 

Para su metáfora, el artista también abandona el esquema humano para dar la voz al altamente simbólico par de ratas y gatos. Éstas, en el fondo, están tratadas desde la óptica humana, pero su apariencia permite licencias fantásticas al autor que dan una mayor fluidez a la historia y a la trama (saltarse la lógica y el realismo puede tener estos efectos beneficiosos si se hace con juicio). Que la caricatura lo es de nuestra propia sociedad es algo que no se pone en duda, pero así resulta más fácil de digerir.

 

El apartado narrativo, aun tirando de estos recursos y de una pátina humorística considerable, no se ve resentido en absoluto. La épica de la historia sigue presente, y aunque resulta menos sórdida por el toque cómico, el final resulta igualmente espeluznante e intenso.

 

El apartado gráfico es sobresaliente y muestra una gran calidad por parte de este autor autodidacta. En él conviven, de nuevo, el toque cómico con el trágico. Los personajes son, básicamente, ratas expresivas y caricaturescas, pero algunos elementos conservan toda su fuerza sombría: por ejemplo, el monstruo (ese gato monstruoso) resulta aterrador aun dentro de este marco ligero, y aun participando en encuentros claramente humorísticos. Especialmente remarcables me parecen los fondos, que transmiten intensamente el ambiente apocalíptico tormentoso sin interferir en el tono general de la historia. Otros detalles son incluso poéticos, como cuando las almas de las ratas vuelan hacia el cielo.

 

Esta combinación hace, sin duda, algo especial de este cómic, pues raro es el autor que sabe combinar humor, tragedia, aventura y crítica con acierto en el mismo cóctel. Y, además, dibujarlo en el sentido absoluto de la palabra.

 

Autor

 

Nacido en Bélgica en 1956, Ptiluc (pseudónimo de Luc Lefebvre) es un autor autodidacta que se lanzó al ruedo del cómic con diecinueve años. Después de realizar colaboraciones con varias revistas, comenzó la serie Pacush Blues en 1980, la cual retomaría en 1983 para la editorial Vents d'Ouest. Aficionado a la crítica social reflejada a través de personajes animales, es el creador asimismo de “Faces de Rat”, “Amours Volatiles”, “Ni Dieu, ni bête” y “Rat's”. Es considerado uno de los mejores autores cómicos francófonos de los últimos años.

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