II Guerra Mundial en color: El camino a la victoria
Hablamos de la serie de documentales de Netflix para los que han recuperado en color imágenes históricas de la contienda
El gancho no podría estar más claro ni ser más evidente: la II Guerra Mundial como nunca antes la habíamos visto. Es decir, con el color (más o menos) original, lo que para mi generación era algo que dábamos por imposible. Netflix nos propone este viaje al pasado y en concreto al episodio bélico más revisitado (probablemente) de la historia de la humanidad en unas condiciones, a priori, mejores que las que nunca habíamos disfrutado. Es la ocasión, me dije, de abordarlo en familia.
Comencemos por las conclusiones: es una serie documental muy bien montada, a pesar de algunas aristas, y que como divulgación general, y sobre todo producto de entretenimiento, cumple lo prometido. Para los interesados en el tema que no tengan unos grandes conocimientos funciona a la perfección a pesar de un tono narrativo particularmente marcado en la línea de los documentales sensacionalistas.
¿A qué me refiero con esa referencia al tono narrativo? A dos elementos. En primer lugar, por el propio formato, no queda margen para muchas sutilidades ni matices. No es un documental de análisis en profundidad del marco histórico o político, con lo cual la contienda se presenta en una narrativa cuasi romanesca y bastante maniquea. Sin pretender relativizar ni buscar una equidistancia que sería absurda, sí que es cierto que el documental sigue la trayectoria de los documentales de propaganda del sector occidental de los aliados, lo que tampoco tiene nada de novedoso ni de particularmente llamativo. El propio subtítulo lo deja claro: Road to victory, el camino a la victoria.
En segundo lugar, está la búsqueda en continuo y sin descanso de la épica. Prácticamente en cada episodio tenemos un momento en el que los expertos van a asegurar que el destino de la contienda se jugó en tal o cual anécdota. Aunque desde un punto de vista narrativo tiene cierto sentido (a pesar de que la reiteración le quita fuerza), desde un punto de vista historiográfico queda un poco ligero.
Más allá de estos dos elementos, que explican también la estructura de la serie en capítulos breves y temáticos, estamos ante un producto muy bien elaborado. Vamos a asistir a las batallas (porque, como cabía imaginar, se considera que fue la concatenación de batallas renombradas las que explican el funcionamiento y evolución de la contienda) más representativas de la II Guerra Mundial: Stalingrado, Pearl Harbor, el desembarco de Normandía, etc.
Es un espectáculo que tiene más de cine bélico que de análisis histórico y que, por lo tanto, resulta muy adecuado para el público en general. El metraje recuperado y restaurado es francamente impresionante y los comentaristas, dentro del enfoque elegido, son solventes y entretenidos, aunque tampoco llamen particularmente la atención en un sentido ni en otro.
Con estos mimbres, II Guerra Mundial en color: El camino a la victoria es una serie documental entretenida y ligera que cumple con lo que promete.
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