Taberna espectral
Reseña de la antología de fantasmas publicada por 23 Escalones
Esta antología está compuesta por quince narraciones que tienen dos puntos en común: se centran en las apariciones fantasmales y están escritas por socios de Nocte, la Asociación Española de Escritores de Terror. La edición, de 23 Escalones, nos trae una cubierta obra de José Manuel Nogales y un breve prólogo de José Antonio Cotrina.
Examinemos brevemente relato por relato:
Aquella noche de septiembre (Sergi Llauger): Una historia intrincada dispuesta como una muñeca rusa. Quizás quede demasiado condensada, pero tiene unos cuantos puntos de inquietud que funcionan muy bien.
La improbable historia del fantasma espacial Guy de Corneille (Pedro Escudero Zumel): Un enfoque distinto, de ciencia ficción y aventuras, que contrasta con el resto de los relatos. La historia entronca, así mismo, con las viejas leyendas de navegantes, pero con una ambientación estelar. Quizás peca de un exceso de presentación para una resolución algo acelerada.
El viento del olvido (David Jasso): Una pequeña joya que enlaza las presencias fantasmales con la memoria. Un relato breve pero potente, capaz de suscitar en muy poco espacio tensión, temor, desesperanza y emoción.
El después (José Alberto Arias): Ambientación costumbrista, una prosa solvente y un buen trazo de la atmósfera que quedan algo deslucidos por un cierre precipitado. El marco que nos presenta, sin embargo, es de lo más sugerente y melancólico.
Fresco (Joe Álamo): Una historia algo pulp y algo 2000 AD. Simpática, algo anecdótica y original en su planteamiento que relaciona la esencia fantasmal y el tiempo. Un homenaje, también, a las historias de casas encantadas con sus inevitables niños.
La cadena no debe romperse (David Mateo): Un enfoque algo clásico pero llevado con solvencia. Depósitos de cadáver, maldiciones circulares, detalles macabros... No muy original pero una buena pieza dentro del mosaico del libro.
Marcas de luna (Nuria C. Botey): De nuevo niños y casas encantadas, pero en un registro totalmente distinto. Con una prosa rica y hábil, la autora conmueve y sorprende con esta visión particular del mundo fantasmal y sus interferencias con nuestra realidad. Fantástico.
Sombra (Miguel Puente Molins): Escalofriante, brutal e inquietante. El autor nos plantea un ambiente sórdido sobre el que cada vuelta de tuerca nos va a dar una ración adicional de horror. El cierre, de poner los pelos de punta.
Una habitación sin reflejos (Javier Quevedo Puchal): En este relato retomamos toda la elegancia de las viejas maldiciones para mezclarlo con las tensiones familiares, en concreto con las cuitas entre hermanas. El odio fraternal es el vehículo para dar una dimensión espeluznante a una historia narrada con gran acierto.
Barrer, quizás soñar (Emilio Bueso): Terror oriental, terror actual, terror existencial mezclado para dar una nueva visión de los fantasmas. La condenación eterna y la condenación en vida en una Corea que no es más que un fantasma de sí misma. Aterrador y triste.
Asuntos pendientes (Ángel Villán): Una ambientación histórica sirve de punto de arranque para una visión escalofriante de lo que puede ser un “don”. La prosa nos transporta con acierto a través de un viaje que, quizás, se hace algo breve.
La comunidad (Rubén Serrano): Una de las historias más ambiciosas del libro. Nos lleva a la jungla y a un interesante encuentro en la misma. Pierde algo de gracia al estar situada en una antología de fantasmas, con lo que el misterio que presenta no es total, y resulta algo excesiva la trama, pero, al mismo tiempo, aporta una nota original al conjunto.
Recuerdos de mi hermana (Santiago Eximeno): Otro magnífico relato que mezcla los fantasmas personales con los fantasmas espectrales en un cóctel emotivo y terrible. La ambientación resulta también original e interesante: el protagonista es un autor de éxito en una feria que recuerda a las hispacones.
Himeko (Miguel Aguerralde): Una magnífica ambientación con tono de fábula nipona que pierde un poco por la falta de precisión de la prosa. Aquí aparece la figura inexcusable del fantasma vengador, tan propia del folclore, en todo su esplendor.
Cadena de sueños (Juan Ángel Laguna Edroso): Como cierre, una historia que mezcla retrato ochentero pirenaico con fantasmas y horrores más mundanos. De nuevo nos encontramos con niños y casas encantadas.
En conjunto, Taberna Espectral es una antología muy sólida y variada. Como es habitual, habrá autores con los que se conectará más o menos, pero todas las obras tienen calidad, unas cuantas son sobresalientes, y la edición está muy cuidada. Una lectura muy recomendable para los amantes del género.
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