La guerra de los mundos
Reseña del clásico de ciencia ficción de H.G. Wells
Los motivos por los cuales La guerra de los mundos se ha convertido en un gran clásico son numerosos. Es cierto que, de por sí, la idea de una invasión de habitantes de otro planeta que vienen a la Tierra con el deseo de arrebatárnosla es ya sugerente, y sorprendente que se concibiera en una época tan temprana. Es normal que diera pie a todo un subgénero, el de las invasiones de otros mundos, que ha fructificado en la ciencia ficción y en otros géneros populares.
Pero es que además el desarrollo es francamente lúcido. En primer lugar, por las reflexiones que plantea H.G. Wells a lo largo de la novela. Nos habla del lugar del hombre en el universo, de esa idea antropocéntrica que tanto da que hablar a día de hoy. Es llamativo también cómo al principio reaccionan los hombres frente a la llegada de los marcianos y las consideraciones medioambientales presentes a lo largo de la historia. Es una novela que aborda numerosos aspectos sociales y económicos, sobre el desarrollo y nuestra relación con el entorno, con ecos del colonialismo, guiños a las distopías y con la capacidad de sentar las bases del survival horror.
Porque La guerra de los mundos es también, por supuesto, una novela de aventuras, casi más bien de terror. Hay aspectos de los marcianos que entroncan con los monstruos de la Antigüedad, pero siempre desde una perspectiva científica, biológica, que los hace todavía más aterradores. Las escenas de aislamiento y huida, los escenarios claustrofóbicos en los que se ve metido el protagonista, son de lo más sugerentes y originales. La estética de la desolación, que alcanza su cumbre en la visión del Londres asediado y subyugado, sienta un precedente magnífico y se convierte en una fuente clásica para subgéneros como el post-apocalíptico.
La propia estructura narrativa es de lo más acertada. Aunque H.G. Wells opta por una narración a posteriori, lo cierto es que no sabemos muy bien cómo va a acabar la invasión hasta el último momento. En las relecturas te das cuenta de que no hay trampas en ello, simplemente una distribución de la información muy ingeniosa. Además, esa perspectiva permite meter explicaciones y aclaraciones de tipo técnico que dan todavía más sabor y atmósfera a la historia y que hubieran sido imposibles o artificiosas con otra perspectiva narrativa.
Creo que La guerra de los mundos es una novela que, por creer conocida, se tiene tendencia a dejar de lado. Después de todo, se puede decir el lector, ya conocemos la historia. Es gran error. Tanto como el de encasillarla en literatura juvenil (inciso que aprovecho para lamentar la traducción de la colección Tus libros de Anaya, que fue la única que conseguí en castellano, y que es francamente arbitraria y de una torpeza difícil de entender en muchos casos). Por mucho que creamos que se ha quedado obsoleta por algunos aspectos, como que los marcianos sean disparados con una suerte de cañón desde Marte, lo cierto es que a día de hoy sigue siendo de gran vigencia en muchos aspectos. También una ventana privilegiada a la mentalidad de los últimos años del siglo XIX.
La guerra de los mundos es una novela llena de ingenio, que a través de la idea de que no estamos solos en el universo, y que nos podemos encontrar un depredador aún más implacable que nosotros mismos, hace un análisis muy interesante de la forma de entender el mundo en la época victoriana, de la que hemos heredado muchos puntos de vista y muchos vicios.
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