Thor: El Dios Serpiente

Imagen de Kaplan

Reseña de esta saga realizada por Tom DeFalco y Ron Frenz y publicada por Panini

 

Resulta complicado hablar de Thor sin mencionar a Walt Simonson, así que vamos a evitar rodeos y hacerlo desde el principio, ya que además, en este caso, la referencia viene muy a cuento. La etapa de Simonson en la colección del dios nórdico fue algo comparable a la de Miller en Daredevil o, seamos atrevidos, la actual de Morrison en Batman; redefinió al personaje, previo vacío de contenido, para después hacerlo evolucionar como nunca antes. Por eso, cuando cerró su ciclo con aquel enfrentamiento mayúsculo con la Serpiente de Midgard, el vértigo ante lo que vendría después era tremendo. Los sucesores, Tom DeFalco y Ron Frenz, adalides del cómic Marvel más clásico, optaron por el continuismo.

Esta Saga del Dios Serpiente que se nos narra en este tomo es el primer gran arco que dedicaron al personaje y en él encontramos muchos de los detalles que caracterizaron a la etapa de Simonson (grandes batallas, importancia de los secundarios, tramas subterráneas que se desarrollan con calma). Es cierto que no tiene la frescura y el humor propios de este, pero también es indudable que mantiene el atractivo de los cómics Marvel de la época y que toda la aventura se lee con interés y emoción. Y es que quien diga que no quiere ver a Thor y los Tres Guerreros batallar contra los ejércitos del Dios Egipcio de la Muerte en una dimensión desconocida es que está mintiendo mucho y muy fuerte. Además, DeFalco aprovecha para dar carpetazo a los escasos cabos sueltos que Simonson había dejado a su marcha y lo hace sin que desentone con los números anteriores.

En cuanto a Frenz, que hasta entonces había adoptado un estilo deudor de Steve Ditko, opta aquí, como DeFalco, por no desentonar con los anteriores dibujos de Sal Buscema y, al mismo tiempo, basarse en el otro referente gráfico del Dios del Trueno: Jack Kirby. Encontramos aquí muchas posturas imposibles y diseños locos que remiten sin disimulo a él. Nunca llegó a ser un ídolo para los aficionados, pero lo cierto es que su labor en estos números es irreprochable.

La etapa de DeFalco y Frenz al frente de Thor fue palideciendo de forma progresiva (recordemos con cierto horror a Thunderstrike, una víctima más del síndrome de Poochie), pero estos primeros números mantienen el aroma clásico de los cómics Marvel con los que muchos crecimos y, además, aguantan perfectamente una revisión libre de nostalgia. Por si fuera poco, Panini la ofrece a un precio muy asequible dentro de la acertadísima colección Marvel Héroes, así que no podemos dejar de recomendar la compra de un cómic tan divertido como este.

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