El imperio contraataca

Hablamos del episodio IV, el mejor valorado de la saga de Star Wars

Cuando era pequeño, El imperio contraataca era la película que menos me gustaba de Star Wars. Creo que a causa de su estructura narrativa, me sentía perdido. En la primera y la tercera, el clímax estaba claro: una enorme explosión planetaria marcaba el hito y nos dejaba con las emociones a piel, pero tranquilos en el fondo. Los malos habían sido derrotados, el final de la historia había llegado. En El imperio contraataca, por el contrario, las emociones eran perturbadoras, a veces incomprensibles, y, además, la cosa parecía no terminar. ¿Cómo podía ocurrir algo así en una película?

Con el tiempo, por el contrario, terminas dándote cuenta de que es la película de la trilogía original donde mejor se trabajan los personajes y la trama, hasta el punto que estás dispuesto a creerte las incongruencias y los golpes de efecto porque son más sugerentes e interesantes que lo que dicta la lógica. Es el momento en el que el fascinante y rico escenario de la primera va a ser explotado con mayor profundidad. En el tema jedi está más que claro: si en La guerra de las galaxias tenemos un vistazo a esa reliquia de otros tiempos que es la “oscura religión” de los jedi, en El imperio contraataca vamos a asistir a un entrenamiento que nos explica cómo funciona realmente, cuál es la base de esos poderes que permiten usar sables láser y la telequinesia.

También Han Solo va a tener más espacio para desarrollarse gracias al encuentro con Lando Calrissian y, sobre todo, a las íntimas escenas de huida con la princesa Leia por el espacio. Es este el personaje que queda más eclipsado (se ahonda poco en su pasado) hasta que su historia se cruza con la de Luke y Darth Vader, y a pesar de las arriesgadas escenas románticas / eróticas.

Hay al mismo tiempo un cambio de tono en la historia que no abandona, sin embargo, los géneros populares. Si se ha hecho referencia al western (y de rebote, al tema samurái) y a los filmes bélicos de la II Guerra Mundial, inspiración evidente en Una nueva esperanza, aquí nos volcamos en otro curioso subgénero: el de espada y planetas. La discusión para determinar si Star Wars es ciencia ficción, space opera o fantasía pura y dura no se extinguirá con facilidad, pero para mi es evidente que uno de los elementos más importantes es el de espada y planetas, seguramente por su interés estético. Es lo que explica la profusión de monstruos (incluidos colosales gusanos galácticos que comen y respiran vete tú a saber qué) y escenarios de junglas y pantanos inexplorados (como los de Dagobah y su curiosa fauna). La mezcla de tecnología avanzada y atmósferas arcaicas es notable, y se desarrollará más adelante con más profundidad. Las escenas no incluidas de las criaturas de la nieve ya apuntan en ese sentido, así como el uso tauntauns como monturas en Hoth.

De este modo, estéticamente, El imperio contraataca busca todavía más el sentido de la maravilla, pero tampoco se conforma con eso: la variedad de escenarios así como de personajes (aunque a veces no tengan prácticamente el tiempo de actuar, como es el caso de los cazarrecompensas, salvo Boba Fett) nos muestra una ambición mayor, la de crear todo un universo, de extenderlo hasta límites nunca antes franqueados. Si en Una nueva esperanza atisbamos lo que puede haber, en El imperio contraataca se nos abre de par en par la ventana.

La propia estructura narrativa nos empuja en ese sentido. El dejar todos los cabos sueltos al final es una invitación a que aceptemos que el universo de Star Wars no iba a ser cosa de unas cuantas películas. La facilidad con la que salieron series derivadas, cómics, juegos de mesa y de ordenador, miniaturas, juegos de rol y un largo etcétera no fue solo por el éxito de las películas, sino por su enorme capacidad para estimular la imaginación de miles de espectadores y creadores que estaban deseando completar los huecos presentados.

Al final, quizás El imperio contraataca no sea la mejor película solo por el modo en el que fue dirigida y montada, por la historia que cuenta (porque a otras no se les hubiera perdonado que quedaran tan abiertas), sino por haberse convertido en esa ventana a un mundo fascinante tanto por la narrativa como por la estética. Así, si muchas de las películas de Star Wars terminaron por decepcionar a los espectadores, en buena parte fue por lo que El imperio contraataca nos puso como miel en los labios.