Timeline

Reseña del juego de cartas de Frédéric Henry

El concepto es tan sencillo como potente: Timeline nos presenta un mazo de cartas que por una cara presentan una invención o un hito de la historia (como la invención del revólver Colt o la aparición de las abejas) y por la otra, esa misma invención o hito con la fecha en la que tuvo lugar. El juego consiste, cómo no, en ir intercalando nuevas cartas con las ya presentes sobre la mesa.

La idea de Frédéric Henry, el diseñador del juego, no podría ser más básica, y al mismo tiempo es de una gran eficacia para divertirse e ir aprendiendo historia de paso. Evidentemente, en función de la edad de los jugadores y de la cultura general de los mismos, las partidas van a estar más o menos equilibradas, pero, al final, esto es algo secundario, porque lo importante es el aprendizaje y el propio desafío de encajar las piezas que van apareciendo.

Al principio de la partida la cuestión es sencilla: hay pocas cartas sobre la mesa y, por lo general, hay un lapso temporal entre ellas lo bastante importante para no tener problemas a la hora de colocar nuevas: puede ser literalmente de varios siglos. Por el contrario, a medida que la partida avanza, resulta más y más complicado afinar las intuiciones, la memoria y los conocimientos para no meter la pata y caer en el año adecuado. Luego, siempre hay eventos que nos sorprenden con sus fechas (¿cuándo se inventó el tenedor?) y otros que dependen de las pasiones de cada uno (¿la publicación de la primera aventura de Sherlock Holmes?).

Hay que decir que, en ocasiones, los puristas encontrarán material para sacar punta. Después de todo, las cartas no dan muchas especificaciones y a veces mueven a confusión. Por ejemplo, no es lo mismo la invención de las conservas que la de las latas de conserva. Además, hay inventos que cuentan con paternidades compartidas. Son cosas que hay que tomarse con filosofía y deportividad y que dan pie a seguir aprendiendo y compartir curiosidades.

Para los más pequeños, hay que mencionar las ilustraciones (que he visto que están realizadas por Jérémie Fleury y Gaël Lannurien), las cuales dan pistas, por la ropa de las personas que aparecen, por ejemplo, sobre las épocas. Es un buen ejercicio que les ayuda a orientarse en el tiempo, algo que parece costar más y más a muchos niños.

Sobre la mecánica hay poco que decir y es fácilmente adaptable. Se puede empezar con una mano de seis cartas, por ejemplo, y ver quién es el primero que consigue colocar todas las cartas, penalizando con robar dos a los que se equivoquen, o simplemente jugar a confeccionar toda la línea temporal con el mazo al completo. Personalmente, opino que es lo de menos, pero no resulta complicado organizarlo de un modo competitivo, si es el estilo de los jugadores.

Hay que notar, también, que hay varias "latas" o mazos de cartas de Timeline. Estos se pueden combinar entre sí sin ningún problema, porque la lógica y el formato de las cartas son siempre los mismos. Luego, como tienen diseños diferentes (nosotros tenemos dos cajas y cambia el color del recuadro de las fechas) se pueden volver a separar.

En conclusión, Timeline es un juego muy ingenioso, divertido y ágil, que además tiene el añadido de estimular la curiosidad y los conocimientos. En casa nos hemos echados buenas risas y lo revisitamos de vez en cuando. La única pega, de fácil solución y que comparte con otros juegos, como el Trivial, es que terminas sabiéndote las cartas si tienes buena memoria, pero, oye, tampoco se puede considerar algo malo haber ampliado la cultura general.