Corazones de hierro
Reseña de Fury, la película de David Ayer protagonizada por Brad Pitt
Aunque se han hecho cientos de películas sobre la II Guerra Mundial, seguramente miles, me gustaría destacar hoy Fury, cuyo título ha sido traducido al castellano como Corazones de hierro y Corazones de acero, por lo que he visto. Se trata de la historia de la tripulación de un tanque americano (de nombre Fury, Furia) durante esta guerra y, a mi parecer, resulta muy meritoria tanto por el enfoque como por la realización de la misma.
Es cierto que la épica sigue siendo el motor de la narración, pero está supeditada a una visión muy cercana de los personajes, que se podría calificar tanto de intimista como de claustrofóbica. No es solo que los planos internos del vehículo acorazado sirvan ya para introducirnos en lo que debía de ser un día a día bastante agobiante, sino que el retrato de la relación en un grupo que es muy restringido y que está sumido en unas circunstancias inhumanas es descarnado.
De esta manera, la épica mencionada pasa por un tamiz realista que la baja del pedestal. No se trata de reducir su importancia, sino de interpretarla en una clave más humana, más cercana: las personas que combatieron, por mucho que las movieran los ideales, eran personas frágiles, vulnerables, llevadas al extremo sin descanso. El modo en el que se representan las relaciones entre los militares y también con los civiles que se cruzan en su camino durante las operaciones es sobresaliente.
Para ello, era necesario un reparto excepcional, cosa que Fury tiene. Desde Brad Pitt, que es el vórtice en torno al que gira todo y que demuestra su magnífico talento, a cualquiera de los otros miembros, quizás con menciones especiales a John Bernthal, que traza un personaje espeluznante y al mismo tiempo emotivo, o a Logan Lerman, que tiene la responsabilidad de servir de hilo conductor para descubrir qué se esconde bajo las duras apariencias de sus nuevos compañeros de escuadrón, papeles interpretados por grandes profesionales.
Al mismo tiempo, que sea una película de personajes no quita para que también la acción tenga un papel predominante sin el cual la historia no tendría sentido. Las escenas de combate son impresionantes y francamente originales por la perspectiva (rara vez se nos había metido tan dentro de un tanque), muy bien organizadas y realizadas, salvajes y angustiosas como en pocas ocasiones se ven, desde los combates más abiertos a los encarnizados encuentros a quemarropa. Particularmente destacable el duelo de tanques.
Con estos elementos, Fury puede parecer una película bélica atípica, pero en realidad se inscribe en una tradición ya rica que consigue combinar la dura denuncia de los horrores de la guerra con la épica de acción y sacrificio que nos hace disfrutar en el género. Una película sin duda memorable por su fotografía, sus actuaciones, la historia que cuenta, la atmósfera... todo cuidado y bien engrasado como la terrible maquinaria bélica que se presenta como eje central del metraje: los tanques.
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