Custodia alternada
Una comedia sobre la familia poco familiar de la mano de Alexandra Leclère
Obras míticas como La costilla de Adán (George Cukor, 1949) son un claro ejemplo de cómo la comedia puede ir introduciendo en la sociedad general cuestiones que comienzan a tomar cuerpo aunque todavía no estén plenamente desarrolladas, como en su día fue el feminismo y, en particular, el papel de la mujer en la pareja y en el mundo del trabajo. En cierta manera, Custodia alternada estaría en esta misma sintonía, pero la cuestión tratada a través del humor es la monogamia y las nuevas formas de ver la familia.
La premisa es sencilla: la mujer de un hombre infiel descubre la existencia de la amante de este y termina por decidirse a un extraño experimento, el de compartir, en semanas alternadas, a su marido con esta. El objetivo, en apariencia al menos al principio, es que los hijos que tienen juntos no se vean privados de la presencia paterna evitando, al mismo tiempo, que este siga abatido por la separación de su amante (o nueva pareja, como se quiera ver); luego, lo que sirve como elemento cómico, se convierte en una estratagema para recuperar al marido extraviado.
Como se ve, los hijos son el elemento puesto en primer plano, tanto en el título como en la excusa, pero en realidad tienen un papel secundario en el fondo (lo que también plantea ciertas preguntas sobre cómo se resuelven en ocasiones las familias reconstruidas y el valor real que damos a los mismos, por desgracia). En realidad, la película habla de cómo la monogamia parece el único sistema válido en nuestra sociedad, lo cual tampoco es de extrañar visto cómo impregna toda nuestra cultura, desde las leyes a las concepciones morales y religiosas. Por muy modernos que nos consideremos, el concepto de compartir a una persona sexual y afectivamente resulta todavía chocante para la gran mayoría de la sociedad.
Precisamente sobre esto reposa toda la película. La elección del protagonista, interpretado con gran acierto por Didier Bourdon, no es baladí: se trata de un hombre poco agraciado (al parecer, tuvo que engordar unos cuantos kilos para la película, lo que se explota en varias escenas, incluido un desnudo integral), un profesor universitario gruñón y abatido que, no obstante, parece suscitar una atracción inexplicable en todo tipo de personajes, como se deja claro en un guiño a Indiana Jones en busca del Arca perdida. Evita que nos distraigamos con cosas todavía más difíciles de aceptar en nuestra sociedad (como una mujer compartiendo varios hombres) y juega con la idea de la maldición gitana: cuidado con lo que deseas; ese sueño nominal de muchos hombres, el de tener una mujer hermosa en cada puerto (en este caso interpretadas por Valérie Bonneton e Isabelle Carré), se convierte en una tortura digna de la mitología griega.
El planteamiento, por lo tanto, es sin duda interesante y refrescante dentro del mundo de la comedia, cada vez más asustado con ofender a alguien en los círculos más comerciales, y las interpretaciones de los actores, en muchos casos, excelentes. Hay también algunas escenas memorables que merece la pena descubrir durante la historia, lo que compensa, a mi parecer, que el conjunto no termine de brillar. Quizás un cierre demasiado cargado, tal vez la falta de una conclusión más redonda, lo cierto es que Custodia alternada me ha dejado con una sensación agridulce, con la impresión de haber visto una película con potencial a la que le ha faltado un pulido para llegar más lejos. Entretenida y ligera, valiente a la hora de abordar los sujetos y los planos, no pasará a la historia (al menos en mi caso) salvo por haberla visto en un viaje de estudios con un autobús repleto de adolescentes.
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