El Oliver Twist de Polanski
Nos planteamos qué aporta la visión del cineasta a este clásico de Charles Dickens
Un twist en inglés, referido a una narración cinematográfica, es un giro argumental, por lo general inesperado, que aporta un valor añadido a la historia y marca al espectador. Y eso es, precisamente, lo que no encontramos en Oliver Twist, la adaptación realizada por Roman Polanski de la novela folletinesca de Charles Dickens.
Como gran amante de la narrativa decimonónica, tenía grandes esperanzas en esta película. Un director que ha demostrado largamente tener carácter propio y grandes cualidades para el cine, todos los medios que se pudieran desear, buen material de partida, muchos referentes previos sobre los que apoyarse y, como se puede constatar durante la película, un reparto de gran calidad que consigue dar vida holgadamente a todos los personajes. Lo único que falta, a mi parecer, es la chispa mágica que hace a una película inolvidable.
No es que haya nada que reprocharle: la fotografía es magnífica, fluye con buen ritmo, respeta el original y transmite el sabor de comienzos del siglo XIX. Sin embargo, plantea la inevitable cuestión: ¿qué aporta? Dentro de la tradición de adaptaciones de Oliver Twist, numerosa y en múltiples formatos, no parece traernos nada más (y nada menos) que un producto muy bien pulido. En el cine en general, la oportunidad de revisitar un clásico de la literatura anglosajona en “solo” dos horas. Para los amantes de la época, un placer estético, una inmersión en una recreación de alto nivel. Eso, que no es poco, da la impresión de ser todo.
Y esto es lo que me llama la atención. Cuando Polanski abordó Piratas o El baile de los vampiros no solo añadió buenas películas a subgéneros consagrados, sino que fue capaz de darles su sabor propio, en estos casos a través del humor, haciendo que sean obras únicas. No digo que necesariamente hubiera debido optar por la parodia o modificar el argumento sustancialmente solo por desmarcarse, pero no pude evitar cierta desilusión al ver que el tener semejante equipo tras el proyecto se había traducido, simple y llanamente, en una película con más medios y sin sobresaltos.
Insisto en que, estrictamente, no hay nada que reprochar al Oliver Twist de Polanski. Seguramente mi (leve) desilusión se debe a que concibo las adaptaciones como creaciones propias sobre un material ajeno, no simples transposiciones de un medio narrativo a otro. En este sentido, si bien es un buen filme, es un buen filme anodino, poco ambicioso. Cabe preguntarse si esto se debe a restricciones del proyecto, al respeto del director por la obra original de Charles Dickens o a que la sombra de este magnífico novelista es demasiado densa y alargada.
Personalmente, no dejaré de preguntarme qué hubiera dado de sí este Oliver Twist si se hubiera dejado más espacio a la historia de Fagin, como parecía perdirle el cuerpo al director, o si se hubieran consolidado los elementos más coloristas que se quedan en apenas pinceladas a lo largo del metraje. Supongo que nos quedaremos con la duda.
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