La cueva de Pont-d'Arc
Sobre la reproducción de la caverna homónima y sus pinturas rupestres
En 1994, un grupo de aficionados a la espeleología hizo un hallazgo formidable en la Ardecha: una caverna de grandes dimensiones en la que todavía se conservaba la traza del hombre prehistórico. Bautizada en un primer momento Chauvet por uno de los descubridores (se iban turnando al respecto), enseguida quedó claro que era un descubrimiento de primer orden. La caverna no encerraba restos aislados, sino una auténtica colección de pinturas rupestres variopintas distribuidas por distintas cámaras y de una calidad formidable. No solo eso, sino que su datación de hasta 32000 años de antigüedad hacen el conjunto todavía más insospechado. Hasta el descubrimiento, no se creía que pudieran existir pinturas de tal calidad en fechas tan tempranas.
A causa de todas estas peculiaridades, la caverna original ha sido sellada para su estudio y, para acercar su contenido al público en general, se ha construido una réplica a varios kilómetros de distancia. En el complejo, aunque se han “empalmado” salas y corredores para hacer más compacta la visita, se pueden encontrar reproducciones de todas las pinturas realizadas por artistas.
Hay que señalar que no se han duplicado solo estas, sino toda la caverna (con algunas licencias). Así, la inmersión resulta total: la roca, los huesos, las trazas y, por supuesto, el arte rupestre rodean por completo a los visitantes con tal nivel de realismo que es fácil olvidarse de que estamos ante un facsímil.
La riqueza de este patrimonio es tal que llama la atención incluso de los profanos en la materia. Aunque no se sea un apasionado de la prehistoria y su arte, las composiciones de animales en movimiento, las curiosas improntas de manos humanas, las osamentas de osos cavernarios quizás dispuestas de un modo ritual, los juegos de luces y sombras, de perspectivas puestos en escena resultan igualmente impresionantes. Dado que todavía no se han podido interpretar todos estos descubrimientos, sobre todo por falta de referencias, la visita es, en cierta forma, una oportunidad para participar de un misterio. ¿Por qué encontramos unos animales u otros? ¿Las composiciones muestran grupos o etapas de la vida? ¿Qué simbolismo hay detrás de algunas pinturas y su disposición?
Para ubicar a los visitantes, en el parque réplica se han construido también talleres y un museo con los que profundizar en los periodos Auriñaciense y Gravetiense. Las reproducciones de animales prehistóricos resultan muy vistosas y, en general, el conjunto resulta muy agradable. Dentro de las actividades, por lo visto, muestran cómo se hacía fuego o cómo se usaba un propulsor de venablos en la caza.
La visita se puede complementar con la de algunas grutas naturales del entorno, y el propio billete de la caverna permite el acceso al museo de la prehistoria. En conjunto, es una visita cultural muy interesante y bien organizada fácil de compaginar con alguna actividad adicional en el entorno privilegiado de Pont-d'Arc y alrededores. Eso sí, es necesario ir con coche y conviene reservar con tiempo. En ese sentido, la página web de la caverna funciona muy bien: http://www.cavernedupontdarc.fr/
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