La espada salvaje de Conan: Hija de la brujería
Reseña del décimo tomo de la reedición de Planeta DeAgostini
En este volumen nos encontramos tres historias independientes con guiones de Roy Thomas basados en relatos de escritores de fantasía: dos en obras de Robert E. Howard y una en uno de Christy Marx. Los resultados son dispares, como cabía suponer, pero el conjunto salva el tipo.
Abre La sangre de los dioses, realizado a partir de un relato del creador del cimerio. Se trata de una epopeya en el desierto que mantiene la tensión durante todo el desarrollo y sin demasiados artificios. De hecho, resulta llamativo el uso del elemento sobrenatural, o más bien el deseo deliberado de mantenerlo al margen de la trama, hilándolo al mismo tiempo con un escenario de horror cósmico tan patente como inspirador: un extraño complejo de túneles situado en mitad de un desierto en el que se refugia un erudito. Tanto las escenas en las que Conan lidia con los peligros del desierto, exacerbados por la mala fe de algunos hombres, como en el asedio final, que bien podría haber inspirado la primer película del personaje, son sobresalientes, así como el tratamiento de los secundarios. Sencilla en el desarrollo, pero sólida en el conjunto. El trabajo de John Buscema y Alfredo Alcalá en su línea de aciertos a pesar de lo complicado de plasmar del laberinto de túneles.
Hija de la brujería, la historia que da nombre al volumen y que está basada en un relato de Christy Marx, resulta entretenida y osada, pero no termina de encajar con el cimerio: se nota que no es un relato canónico y no ayuda el momento Rapuncel. A pesar de presentar una trama en dos tiempos, reposa casi por completo en el trabajo gráfico de Ernie Chan, que nos obsequia con una retahíla de monstruos con pinta de dinosaurio que salvan la jornada. Más allá de eso, resulta bonita la reflexión sobre la libertad personal que hay al cierre, y hay que reconocer que encaja con el carácter del cimerio... si no fuera porque resulta extraño verlo coquetear con hechiceras confesas. En cualquier caso, aunque algo impostada, la historieta es agradable.
Como cierre, un clásico: La Ciudadela Escarlata, que en esta ocasión cuenta con ilustraciones de Frank Brunner, lo que le da un aspecto más siniestro, tosco y feroz. La trama nos lleva al “futuro” del personaje, con un Conan rey coronado y ya destronado que siente revivir en su pecho la llama de la aventura. Más le vale, porque aun metido en la cincuentena le toca pasar por el clásico desafío de mazmorras plagadas de monstruos, magos traicioneros, demonios y ejércitos que desean poner su cabeza en una pica. La resolución es magnífica y, por una vez, se ha eliminado a la damisela en apuros. Aunque la historia será de sobras conocida para los iniciados en el personaje, está versión resulta muy recomendable.
En conjunto, este décimo volumen mantiene un buen nivel a pesar del cuestionable paso del relato que le da nombre, que no es que sea malo, sino poco canónico. En el apartado gráfico tampoco caben quejas aunque se prescindiera de John Buscema. En definitiva, la colección sigue una buena andadura y no deja de brindar momentos brillantes.
- Inicie sesión para enviar comentarios