Un bus en Alabama
Reseña de esta obra de Jean-François Saure y Sandra García premiada con el III Premio por la Paz Fernando Buesa y publicada por Editorial Saure
Este cómic llama la atención, en una primera lectura, porque no presenta la historia de unos personajes a lo largo de sus páginas, como suele ser habitual, sino la historia de un acontecimiento histórico, la historia de una tragedia humana. “Un bus en Alabama”, título que hace pensar al famoso boicot contra el segregacionismo en los Estados Unidos, narra la evolución de la comunidad negra en este país, desde los últimos coletazos del esclavismo en el siglo XIX hasta la firma de los Derechos Civiles por parte del presidente Kennedy.
El modo de presentar la narración es muy inteligente: en vez de llevar una línea uniforme temporal, como en un libro de historia, se va saltando de una escena a otra –siempre manteniendo la línea cronológica, no obstante-, portando al lector a los momentos o las sensaciones más intensas de este periplo histórico, como pasándole una serie de diapositivas de los instantes más representativos o interesantes. De este modo, se transmite con más fuerza la problemática y el conflicto que supuso en su día.
A lo largo de la obra, podemos conocer la labor de los primeros abolicionistas en el siglo XIX, la segregación vivida en Estados Unidos después de la guerra de Secesión con apuntes muy detallistas que, como pinceladas, dan viveza al cuadro, anécdotas sobre la vida de Martin Luther King (que, en cierto modo, es el protagonista del cómic, aunque no esté presente ni en la mitad de sus páginas), momentos históricos emocionantes y decisivos y, en definitiva, todos los eslabones más relevantes de esta peculiar cadena de sucesos que apostaron por la igualdad entre hombres.
El interés de una historia de estas características es indudable, no sólo porque, en realidad, no es un tema que nos resulte tan lejano –sobre todo con la nueva situación de encuentro, o reencuentro, entre culturas-, sino porque siempre es importante conocer la historia, los eventos que nos han llevado hasta donde estamos, a ser lo que somos. El desafío, por lo tanto, al partir de una base per se interesante, era plasmarlo en formato cómic.
Por el lado del guión ya hemos resaltado algunos aspectos positivos que se aúnan a la amenidad de la exposición y a su carácter conciso. En cuanto al dibujo, creo que ha sido un gran acierto. De colores muy vivos, en ocasiones chillones –lo que da un aspecto Pop-art muy interesante al volumen, sobre todo por referencia a la época en la que se pasa la mayor parte de la historia-, el dibujo busca más transmitir sensaciones que retratar el escenario fielmente –en el sentido fotográfico del término-.
De este modo, Sandra García nos muestra instantáneas en las que aparecen tanto los sentimientos como los hechos en sí, creando una particular mezcla entre realismo e impresionismo (o expresionismo). El único punto oscuro viene de la mano de los diálogos, o más bien de su colocación, que hacen que, en ocasiones, la lectura resulte confusa.
El resultado global, a pesar de ello, es bueno: una obra interesante de contenido, con una exposición amena, que ayudará a entender las reivindicaciones que desembocaron en los Derechos Civiles (la igualdad entre blancos y negros), y con un estilo propio que demuestra el criterio y la madurez de los artistas.
Sinopsis (Cortesía de Editorial Saure)
Un hombre sólo puede ganar la libertad cuando sabe concedérsela a los otros hombres.
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