Conan y el pueblo del Círculo Negro
Reseña del cómic de Fred Van Lente y Ariel Olivetti publicado por Planeta DeAgostini
Conan y el pueblo del Círculo Negro es una miniserie que Planeta DeAgostini ha recopilado en un único tomo en una resultona edición en tapa dura. La acción nos lleva a Vendhya, el trasunto de la India creado por Robert E. Howard, donde el cimerio, que se está ganando la vida como líder de un grupo de bandidos, se verá envuelto en una conspiración contra el trono real orquestada, cómo no, por un grupo de magos.
La trama arranca con un ritmo muy bien medido, sin prisas, presentándonos a la corte de Vendhya y a las fuerzas en las sombras que conspiran en ella. El ambiente está cuidado y se participa de ese sentimiento de maravilla por encontrarse en un país exótico donde todo puede ocurrir. A medida que se acumulan acontecimientos y personajes, sin embargo, se acusa una cierta falta de espacio. No es que llegue a comprometerse el desarrollo de la historia, pero sí deja con ganas de algo más de metraje para que respiren todos los implicados: muchos requiebros, muchos actores, muchos elementos, en definitiva, que al final se usan para un cierre de sota, caballo y rey.
El apartado gráfico también se lleva, para mi gusto, una de cal y otra de arena. Es innegable la calidad del dibujo y el coloreado: los efectos que se consiguen tienen algo de fotorrealismo que les da un toque majestuoso y permite crear escenarios muy coloridos y llenos de detalles que, por regla general, se revelan muy acertados. El propio Conan, aun siendo muy canónico en el concepto, tiene un toque propio que le sienta muy bien. El diseño de personajes realizado con los magos es sobresaliente: rara vez encuentras hechiceros que resulten tan inquietantes y tan bien representada esa penumbra entre la humanidad y las esferas diabólicas.
Como contras, dos consecuencias de la propia técnica elegida. Por un lado, algunos de los efectos especiales no parecen congraciarse con el resto del cómic y quedan algo impostados de tan impresionantes, como, por ejemplo, la lava, que brilla demasiado, hasta “salirse” de la página. Por otro, los personajes, de tan fotográficos, a veces resultan hieráticos, rígidos, algo que, a mi parecer, no es lo idóneo en un cómic de espada y brujería.
Con estos elementos, Conan y el pueblo del Círculo Negro se revela un cómic solvente y ejecutado con profesionalidad. Para aquellos lectores que sintonicen con su apartado gráfico, será sin duda un magnífico descubrimiento. Para los demás, un buen cómic del género que, aun sin contarse entre nuestros preferidos, brinda un buen momento de lectura y la oportunidad de visitar un escenario que, por lo general, tampoco ha sido muy bien tratado dentro de las adaptaciones.
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