Para leer al anochecer: Historias de fantasmas
Reseña de la obra de Charles Dickens publicada por Impedimenta
El título de esta antología no podría estar mejor elegido: Para leer al anochecer. Nos remite precisamente a lo que es: ese terror de anécdota compartida al final de la jornada, bajo el influjo de la oscuridad y el cansancio, en un ambiente que se preste a la complicidad.
Bajo el subtítulo de Historias de fantasmas, en este libro nos sumergimos en una faceta algo menos conocida de un autor al que se ha hecho adalid del realismo decimonónico como herramienta para la crítica social: Charles Dickens. En sus páginas, sin embargo, lo que priman son las historias escalofriantes, aunque, eso sí, desde una óptica particular.
Aunque es indudable que esta colección de trece cuentos cortos se enmarca dentro de la tradición de la ghost story anglosajona, también es evidente que el autor deja traslucir un evidente escepticismo. Esta particularidad no rompe la atmósfera ni perjudica a los valores narrativos, pero sí establece un juego distinto con el lector que, tal vez, sería más llamativo en un siglo en el que los espiritistas estaban en pleno auge; a día de hoy, pocos lectores abordarán una historia de fantasmas decimonónica con el convencimiento de encontrar una historia real.
Al mismo tiempo, este enfoque dota a la obra de una capa de humor que permite explorar otras facetas del género, de darle un toque más fresco. También, en ocasiones, nos hace sumergirnos en un terreno ambiguo que rompe el marco tradicional de la fantasía y abre nuevos espacios para el lector: eliminar al fantasma clásico no implica necesariamente cerrar la puerta a lo inexplicable. Al cierre, percibimos tal vez la motivación emocional del propio Dickens al escribir estos cuentos: no es un mero ejercicio de estilo o un alarde de habilidad, sino el producto de un niño que creció con historias tremebundas y que, aunque está más interesado ya adulto en encontrar un estilo más inmediato para denunciar su realidad circundante, integra no obstante esas vivencias, esas historias mamadas desde la cuna, en su obra.
En definitiva, Para leer al anochecer: Historias de fantasmas son cuentos de terror decimonónicos muy indicados para leer en ese ambiente hogareño del escalofrío amable, a poder ser frente a una chimenea, bien tapados con una manta. Pero tampoco es una antología de ghost story al uso: Dickens sigue siendo Dickens incluso cuando habla de aparecidos, del diablo, de casas encantadas, de lo que ocurre cuando no debería ocurrir.
El estilo es fluido, directo, los escenarios sugerentes, clásicos pero, al mismo tiempo, con notas discordantes que los hacen menos previsibles que otras historias de la misma época. La edición de Impedimenta, que cuenta con traducción de Marian Womack y Enrique Gil-Delgado, resulta muy agradable por su formato y calidad. Muy recomendable para los amantes de historias foscas clásicas.
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